lunes, junio 27, 2016

El teatro como fuente inspiradora de la vida

El Centro Nacional de Teatro, ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, invita a disfrutar de la celebración del Día Nacional del Teatro este 28 de junio a las 6 de la tarde en el Teatro Baralt de Maracaibo, donde será escenificada la coproducción teatral  La última  voluntad de Felipe Pirela.
El Día Nacional del Teatro en Venezuela se conmemora, desde hace más de 30 años, en recuerdo a la solicitud que fuera hecha para escenificar un espectáculo teatral en Caracas ante el Cabildo de Caracas el 28 de junio del año 1600, aunque el teatro comienza en Venezuela ya durante la época precolombina, cuando nuestros ancestros realizaban representaciones con fines educativos y sobre todo religiosos, generando una tradición que a través de los siglos ha dejado un vasto e importante legado cultural, reflejado en el devenir de nuestra colectividad social.
La última voluntad de Felipe Pirela, es una coproducción del 2014 del CNT y la agrupación teatral mirandina “Producciones Pequeño Grupo”. La pieza escrita y dirigida por Paúl Salazar Rivas nos cuenta la vida de Felipe Pirela a través de unos personajes inmersos en la locura. Es una historia construida con secretos a voces, éxitos, traiciones, donde se lleva un mensaje sobre la discriminación e intolerancia. Temas muy pertinentes en nuestro actual momento histórico.
Además de la presentación, el programa del día contempla la lectura de un mensaje nacional a propósito del Día del Teatro por parte de voceros de la Red Nacional de Teatro y Circo de Venezuela, en las palabras de Fernando Acosta, según informó Alfredo Caldera, director del CNT.
MENSAJE DEL DIA NACIONAL DEL TEATRO
Cuando me acerque al teatro fue en un momento crucial de mi existencia, formaba parte de un grupo de jóvenes, amigos, quienes incitados por la época, finales de la década de los sesenta y comienzo de los setenta; nos acercamos a todo tipo de información cultural foránea (la música, las vestimentas, el lenguaje verbal y corporal), fuimos modificando nuestras formas de ver y vivir, nos sentíamos hippies, nos drogábamos, nos creíamos felices. Pero ya nos estábamos deteriorando, perdiendo el tiempo de los estudios, el modo de relacionarnos como individuos, como miembros de una comunidad, con nuestras familias, la necesidad de obtener dinero como fuere para satisfacer nuestra adicción. Nuestro futuro ya pendía de un hilo, sin comprenderlo.
Una noche fuimos invitados por familiares de dos de los nuestros, preocupados por la conducta destructiva, e inteligentemente nos llevan al encuentro con el maestro Clemente Izaguirre, quien dirigía en aquel entonces el Teatro Universitario de LUZ. Esa noche nos hablo de nuestra vida modelada por la sociedad. De cómo quienes controlaban el “Sistema de Dominación Mundial” manipulaban y desviaban los propósitos fundamentales de los movimientos sociales, como el movimiento hippie, nos hablaba de cosas que no entendíamos en ese momento, termina la conversación con una propuesta para hacer teatro. Dos días después recibíamos nuestra primera clase de actuación y ahí para nosotros comenzó todo. Nuestra mirada al mundo ya iba acompañada de acciones, ingresamos al recién creado Grupo de Títeres “La Petaca” fundado por las entrañables e inteligentes amigas Maite Pascual y Yazmina Jiménez. Hacíamos Teatro de Títeres y Actores en la calle, nos convertimos en militantes estudiantiles, en defensores de la ecología, sembrábamos árboles y hacíamos murales, funciones todas las semanas con proyecciones de cine. Y nos fuimos llenando de cómplices, pero no en el delito, sino en la solidaridad, la alegría de vivir, de percibir un camino lleno de futuro…
Con el maestro Clemente Izaguirre, continúe el tiempo de la formación teatral, al ingresar en 1972 al Teatro Universitario. Allí recibimos formación artística, entrenamiento físico además de ideología, de economía, de historia, de semiología También recibimos entrenamiento e instrucción con maestros del Teatro Latinoamericano. En lo personal teníamos largas conversaciones sobre la música clásica, contemporánea y popular y discutíamos acerca de autores de la dramaturgia, de la prosa y de la lírica. Otro tema era la situación social y política, debatíamos desde nuestras diferencias y llegábamos a acuerdos que no cerraban ninguna posibilidad. Todo proyecto que emprendíamos nos exigía investigación y compromiso a fondo. A su lado, bajo su dirección fui: obrero del teatro, técnico, apuntador, actor, instructor, asistente de dirección. Durante este proceso, sin saberlo yo, el Maestro me preparaba como Director y el Teatro fraguaba mi vida. Fue una década llena de un raudal de acontecimientos, información y conocimientos que removieron y fortalecieron mi espíritu, que comenzó en 1968 cuando escuche una banda de Liverpool por primera vez siendo un joven, alienado, que se creía feliz y que concluyo en 1978 cuando cierro el ciclo con el Teatro Universitario de LUZ convertido en un proyecto artístico…
Al rememorar esta etapa de mi vida en el teatro, lo hago como reflexión en función del momento histórico que atravesamos en nuestro país. Es necesario revisar los principios que guían mi pensamiento y mis creencias y entender el valor significativo que tiene el teatro, no solo para la diversión, sino también para la formación del hombre y la mujer que comparten una hora o dos de su tiempo desde una butaca presenciando la puesta en escena. También obtengo las respuestas para saber sí el teatro que hago, que quiero seguir haciendo, en estos momentos donde el mundo está al revés de cómo lo soñamos, con la angustia existencial que genera la lucha por conseguir lo elemental para el día a día, tiene sentido para los demás.
¿Cómo hacer para lograr el teatro que queremos?
Para los colectivos, para los creadores del teatro de arte, hacer un espectáculo teatral, estrenar una obra es un esfuerzo titánico por las condiciones económicas que atraviesa el país. Sabemos, además que no contamos con el presupuesto del Estado, ya que las circunstancias cambiaron el ingreso petrolero. En medio de una hiperinflación tenemos que producir recursos para suplir las necesidades básicas del elenco y para cubrir los gastos de realización del espectáculo haciendo muy difícil cumplir nuestra labor. Es necesario mantener y revisar los aportes financieros a la actividad teatral. Eso implica un cambio en los criterios de nuestra relación con el Estado, la empresa pública y privada, utilizando los mecanismos legales que están establecidos y que permitan el desarrollo y la dignificación del oficio teatral.
¿Qué nos impone el momento?
Primero seguir haciendo sin dudas teatro. El que queremos y necesitamos con urgencia imperativa. Segundo tenemos que darle prioridad a la organización gremial. Pero no atomizada, ni manipulada. Tercero generar desde la unidad de criterios acciones que nos faciliten la productividad: Realización de Circuitos teatrales tanto regionales, nacionales e internacionales; Crear espacios destinados al reciclaje, diseño y realización de elementos técnicos para el teatro y el circo; Crear las temporadas teatrales en las salas independientes con entradas solidarias y accesibles para todo público; Crear eventos teatrales comunitarios que se transformen en referencia para la sociedad.
No hay que olvidar la responsabilidad que tenemos en emprender una tarea fundamental para la preservación y el mejoramiento de las condiciones de la vida en nuestro país: la formación y la difusión de nuestro Arte.
Pensar que para desarrollar el aprendizaje teatral el ser humano tiene que ponerse en el medio, él es la fuente del descubrimiento. Lo que somos como individuo, lo bueno y lo malo; la memoria genética, la memoria histórica, la memoria de nuestros conocimientos y la memoria emotiva. La relación con nuestro entorno, el rol que asumimos en la sociedad. Y todo lo que logremos producir en los oficiantes se van a multiplicar por miles desde un escenario…
Voy a cerrar con el final de la epístola irreverente de uno de los genios de la alegría y las tradiciones del ser venezolano, el Credo del gran Aquiles Nazoa: Creo en la amistad como el invento más bello del hombre, Creo en los poderes creadores del pueblo, Creo en la poesía y en fin, Creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama…
Gracias maestro Clemente Izaguirre por sus aportes…


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