jueves, julio 28, 2016

El cine y sus quijotes en la Caja de Fósforos

Nueva y valiosa generación de actores se muestra en la Caja de Fósforos.
Hay gente valiosa e indispensable para desarrollar el ámbito cultural caraqueño. Son quienes sacrifican trabajos cómodos y bien remunerados y se dedican a la práctica pública de labores didácticas o de formación de las nuevas generaciones teatrales. Nos referimos a Orlando Arocha y Diana Volpe, quienes durante los tres últimos tres años se han convertido en auténtico motor de un valioso movimiento de capacitación artística, identificado como La Caja de Fósforos, precisamente para predicar y ser modelo desde un mínimo espacio teatral, ubicado en el backstage de la Concha Acústica de Bello Monte.
Cuando la agrupación Teatro del Contrajuego se quedó sin su sede, en el Ateneo, comenzaron a recorrer Caracas buscando espacios y mecenas. Finalmente, la Alcaldía de Baruta le ofreció uno de los salones de la Concha Acústica de Bello Monte. Montaron la sala (70 butacas) con el apoyo de innumerables amigos que los ayudaron a pintar, coser telones, construir tarimas, montar los aires acondicionados. Otros les prestaron luces y sonidos. Dieron talleres para financiar los gastos. Fueron semanas de mucho trabajo, pero también de mucha emoción. Ahí están. Cuando la programación se lo exige tienen otra minisala, El dedal (50 butacas), que les permite cumplir su siempre ambiciosa programación.
Y es precisamente entre El dedal y La Caja de Fósforos que avanza la segunda edición del Festival de Teatro Contemporáneo de USA, durante el cual presentaran ocho obras –desde el 10 de junio- algunas dirigidas por egresados del Taller Superior de Dirección Teatral que dictó Orlando Arocha en el 2015. O sea que no solo entretienen al insaciable y hermoso público sino que forman los necesarios artistas del futuro. Más no se les puede exigir a unos venezolanos comprometidos con la difícil realidad de su pais, quienes no lloran como el árabe Boabdil, sino que trabajan cual Prometeos vernáculos.
Y precisamente ahora, cuando La Caja de Fósforos avanza con la programación del Segundo Festival de Teatro estadounidense, el cual ha de culminar el 25 septiembre, queremos subrayar que los contenidos de las ochos piezas programadas se centran en la multiculturidad de esa nación y de como coexisten las cosas buenas y las absurdas de sus habitantes, como nos los enseña su nada complaciente teatro.
Ya mostraron obras del tamaño melodramático de Proyecto Laramie (Moisés Kaufman) y El próximo otoño (Geoffrey Nauffts) y ahora marcan pauta humanística con El cine (Annie Baker), un fino trabajo de dirección asumido por Diana Volpe, apuntalada en las excelentes caracterizaciones de Darwin Torres, Aitor Aguirre, Valentina Garrido y Giancarlo Ferrini.Cuatro joyas más para el nuevo teatro que ahí brota.
El cine (2013), cuyo título en inglés es The flick es una muestra de como el buen teatro de Antón Chejov ha penetrado las entretelas de las nuevas generaciones de dramaturgos gringos,   como es el caso de Annie Baker (Boston, abril de 1981) por el cual ganó el premio Pulitzer 2014), donde se revela que si hay una nueva generación de escritores y espectadores   que sueñan un mundo de delirante fantasía a partir de las peliculas que les llega por televisión o por los cinematógrafos. Es una pieza teatral que será mucho más disfrutada por los conocedores de los vericuetos de la historiografía fílmica universal porque es el contexto lingüístico y de ensoñaciones en que se debaten tres muchachos, no mayores de 30 años, entregados a la limpieza de un viejo salón de cine con un monstruoso proyector de 35 milímetros, que muy pronto será sustituido por una maquina digital. Ellos, sin saberlo, enloquecieron por el cine como Don Quijote perdió la cordura con los libros de caballería.
Los juegos que Sam (Aitor Aguirre) y Avery (Darwin Torres) hacen con su batiburrillo de datos sobre el cine y la cacería que les monta la insaciable vagina de Rose son un contexto lúdico para que transcurra el drama de soledad de los dos hombres: uno es ambicioso y soñador homosexual negro y no se ha sumido porque está enamorado de su compañero y el otro es un deschavetado machito que no piensa ni trabaja por su futuro sino que vive en la cotidianidad evasión que le da el cine.
Hay una moraleja: no revelar nunca jamás ese amor hasta que no se esté plenamente convencido que te amaran. Prohibido enamorarse solo.

El cine estará en La Caja de Fósforos hasta el 14 de agosto, con presentaciones los viernes a las 8:00 pm y sábados y domingos a las 7:00 pm. 

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