viernes, septiembre 09, 2016

Padre e hijo del siglo XXI

Vidal y Olavarrieta en el obricidio de Escalona.
 Gracias al obricidio, peculiar técnica de reescritura teatral que impuso y utilizó Rodolfo Santana (Caracas, 1944/Guarenas 2013) en su creación de no menos de 100 obras para hacerlas más ligeras o más impactantes entre la audiencia, José Simón Escalona (Ciudad, Bolivar, 1953) ha presentado en la 9 Temporada de Microteatro Venezuela su pieza Padre e hijo, con los actores Luis Olavarrieta y Javier Vidal o Gonzalo Velutini, con puesta en escena de Angélica Escalona, la cual hace temporada en el Urban Cuplé.
Recordamos que Escalona dirigió y estrenó su original Padre e hijo durante la temporada teatral de 1987 en la sala de conciertos del Ateneo de Caracas, con los comediantes Fernando Gómez, Javier Vidal, Manola García Maldonado, Xiomara Moreno y Julie Restifo. Eran otros tiempos y para decirlo, cursilonamente, éramos felices y no lo sabíamos, pero la actual procesión prosigue y el retrovisor debe descansar, por ahora.
Entre las gratas brumas del pasado nos vienen imágenes de ese Padre e hijo pero es ahora, al degustar que ha sido sometida al obricidio, cuando exaltamos al dramaturgo porque replantea la criminal homofobia de padres contra hijos gays, algo que en el siglo pasado fue de terribles consecuencias, pero que ahora, en esta loca centuria, está más aminorada, pero está cual guillotina.  La nueva Padre e hijo, para así llamarla, es un choque de trenes entre un progenitor y su hijo al reconocer que se equivocó, que debió ayudarlo, no execrarlo ni perseguirlo, que el muchacho tiene sangre suya; huella indómita de la cual ahora, cuando está casi moribundo, es la marca de la casa, la huella de la estirpe.
Escalona ha resucitado un muerto, por así decirlo, y debe prolongar esa pieza breve y llevarla a una hora, por lo menos, porque ahí rompe lanzas por todos esos gays repudiados de sus familias y quienes al cabo de los años resultaron siendo los mejores hijos, los que cuidan de “los viejos”, como lo enseña César Sierra en su pieza La lechuga.
Vimos a Vidal y Velutini encarnando de maneras intensas al padre, en sendas funciones, y recomendamos ambos estilos, pero debemos resaltar la maduración rápida que Olavarrieta ha logrado sobre las tablas: ahí hay un actor que camina solo y listo para mayores retos. ¡Teatro psicosocial! No todo se ha perdido ni está a punto de naufragar, hay gente de valía.

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