jueves, diciembre 29, 2016

El terror tiene espectadores venezolanos

Daniel Rodríguez y Sócrates Serrano,grandes protagonistas de "Terror"
“El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso. Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera”.
Así lo pensó y así lo dijo Federico García Lorca, hacia 1934, después del estreno de su Yerma en España. Y lo recordamos para introducir el resumen de nuestro balance de la actividad teatral en Caracas durante este 2016, donde destacamos 19 montajes, y celebrar así al que consideramos el mejor espectáculo, el diamante de la temporada que ha culminado: Terror.
INTRODUCCION
Pero antes debemos recordar que entre los 19 espectaculos seleccionados, Yo, Federico  de Jan Thomas Mora Rujano, Los amantes inconstantes de Fernando Azpúrua, Donde caerme viva, de Elio Palencia, Proyecto Laramie de Moisés Kaufman y  El próximo otoño de Geoffrey Nauffts, denunciaron como las discriminaciones hacia algunas conductas sexuales de hombres y mujeres están muy presentes en la sociedad venezolana y le desgracian la vida  a muchos y muchas, además del sufrimiento de  sus familiares; mientras se espera que el TSJ, tras aceptar las adopciones parentales (gays), apruebe el matrimonio o uniones civiles, entre otras cosas para la comunidad LGTB. La homofobia está viva y campante, porque es un agudo problema cultural con no menos de 500 años de oscuridad, y por eso el buen teatro es un idóneo campo de batalla.
Llamamos la atención sobre el buen teatro relacionado con los problemas cotidianos de seres de otras latitudes, como lo materializaron El loco y la camisa, bien puesto por Diana Volpe; La escala humana, dirigido por Pedro Borgo; Rojo, comandado por Daniel Dannery. Mientras que variopintos personajes venezolanos desafiando a sus complejos destinos fueron aplaudidos en Peludas en el cielo de Gustavo Ott, con dirección   de Carlos Arroyo; Triangulo de Cabrujas-Chocrón-Chalbaud, resuelto por Federico Pacanins, y Alias el Papi de Luis Vicente González.  
Carlos Arroyo y su valiosa agrupación de Guanare escenificaron Robinson en la casa de Asterión, del dramaturgo Tomás Jurado Zavala, memorable texto sobre nuestro héroe civil Simón Rodriguez y lo llevaron con orgullo a Colombia, donde fueron aplaudidos.
Javier Vidal logró mostrar Escrito y sellado, donde desnudó a Isaac Chocrón y el hizo lo mismo con su Tal para Cual, estrujante espectáculo que ficciona su vida matrimonial y artística de más de 30 años con la excelente actriz Julie Restifo. Ejemplares son su sinceridad y su desenfado escénico.
Franz y Albert, gracias a la magia del dramaturgo argentino Mario Diament, plasmó un encuentro de ficción entre Albert Einstein y Franz Kafka, en la Praga de 1911. Memorable trabajo actoral de Antonio Delli y Luigi Sciamanna. Es el lanzamiento como productor del publicista Douglas Palumbo.
La crema y nata, escrita y dirigida por Elvis Chaveinte, demostró que la realidad de las cárceles venezolanas puede servir para un aleccionador y divertido show teatral. La granada, del argentino Rodolfo Walsh, versionada y traída al actual contexto criollo por Carlos Armas, lanzó a la nueva directora Angélica Arteaga.
SINIESTRO PERSONAJE
Edmundo Chirinos estuvo en escena por el unipersonal Sangre en el diván: el extraordinario caso del Dr. Chirinos, basado en el libro de Ibéyise Pacheco, dirigido y actuado magistralmente por Héctor Manrique. Ahí, el ex rector de la UCV, miembro de la Asamblea Constituyente, psiquiatra de tres expresidentes y hasta candidato presidencial del PCV, esta semidesnudo y reposando en un diván blanco en medio de un alba habitación que puede ser celda o consultorio. Se viste parsimoniosamente para revelar, muy convincentemente, lo que fue su vida profesional e íntima, haciendo énfasis en sus relaciones amatorias, causando hilaridad por el cinismo de sus cuentos o por la ingenuidad de sus juicios de valor sobre sus coterráneos. Llega a producir conmiseración porque estaba enloqueciendo y no se sabía ni tampoco la sociedad se enteró hasta que mató a una paciente. Una pieza que abofetea a las autoridades que nunca supieron lo que él verdaderamente hacía. Paz a sus restos, pero el teatro lo enseña como era o fue.
METAFORA
¿Cómo exponer sobre las tablas la sangrante y continua herida del terrorismo? El teatro ha sido espejo y caja de resonancia del sentimiento común y compartido por gran parte de la sociedad mundial: el temor, las dudas, la perplejidad, la inseguridad. El diamante de la temporada fue, pues, Terror, aleccionadora obra del escritor y abogado penalista alemán Ferdinand von Schirach. Es posible que regrese para el 2017.
Este espectáculo creó serios interrogantes entre los teatromaníacos recién se anunció que sería presentado en el Trasnocho Cultural. Nunca antes en la historia del teatro criollo se mostró un montaje con esas características, además de la temática y su precisa argumentación, exigía como colofón la puntual participación del público, al finalizar el único acto, de 100 minutos.
 Terror es, pues, un juicio a un militar, quien decide derribar un avión civil con 164 pasajeros, que vuela entre Berlín y Múnich. Este dilema ético de condenar o absolver al mayor Lars Koch es el planteamiento de Terror. Es un montaje que a partir de la difícil decisión de salvar unas vidas a costa de otras explora los rincones oscuros de la conflictiva personalidad humana. La aeronave es secuestrada por un terrorista y amenaza lanzarla contra el estadio de fútbol, donde esa noche juegan las selecciones nacionales de Alemania y el Reino Unido. Las autoridades germanas mandan a contactar visualmente  la aeronave con uno de sus  aviones cazas, tratando así de ganar tiempo para una negociación, pero el piloto  militar opta por destruir la aeronave civil, porque de lo contrario perecerían, por lo menos, 70 mil personas que presencian el encuentro futbolístico. ¿El mayor Lars Koch, piloto del avión caza está en la necesidad de responder? ¿Cuáles son sus órdenes? ¿En caso de qué, él debe derribar el avión de pasajeros cuando los terroristas no cedan? El reloj no se detiene, y Lars Koch toma una decisión. Unas semanas más tarde se debe justificar ante un tribunal del jurado.
Es una pieza que ha tenido notable éxito de crítica y de público en Europa y la cual se muestra en Venezuela gracias al Instituto Goethe, porque plantea, entre otras cosas, una serie de interrogantes sobre los roles del Estado y la sociedad civil. ¿Qué ocurre cuando un avión es secuestrado por terroristas y amenazan lanzarlo sobre un estadio de fútbol? ¿Qué sucede si el terror domina nuestra vida cotidiana? ¿Qué significados tienen lo legal, lo moral y lo filosófico en nuestra sociedad al ocurrir una situación tan excepcional?  ¿Se puede violar la dignidad humana si supuestamente hay más personas que se pueden salvar? ¿Está preparada Venezuela para una situación real como la propuesta en Terror?
El director Héctor Manrique y la productora Carolina Rincón sabían a lo que se exponían pero no titubearon y por eso con  los interpretes María Cristina Lozada (sustituida  en ocasiones por Julie Restifo), Sócrates Serrano, Martha Estrada, Daniel Rodríguez, Juan Vicente Pérez, María José Castro y Eduardo Pinto, además del mismo Manrique, estrenaron Terror, el 8 de julio y realizaron hasta el 11 de diciembre un total de 68 funciones en Caracas, Valencia y Barquisimeto, para contabilizar así 19.195 espectadores. Récord envidiable.
Lo interesante de este montaje, además de su complejo tema, es que el público, en funciones de jurado, participa en el juicio que se le hace al protagonista, votando y decidiendo sobre su futuro. Las autoridades alemanas le abren un juicio al piloto,   para que sea sentenciado: inocente o culpable, por un jurado popular. A partir de ese suceso de ficción se desarrolla un proceso el cual culmina con un veredicto por parte del público que recibe sendas tarjetas para votar: Inocente o Culpable, para liberar al piloto acusado o mandarlo a la cárcel. Se transforma así al “crítico de las mil cabezas” en un colectivo que perdona o condena a los personajes teatrales. Aquí en Caracas, más Valencia y Barquisimeto, las votaciones fueron: 8.017 Culpables y 11.178 Inocentes, tras un total de 68 funciones. ¿Por qué perdonaron al piloto? ¿Por qué querían condenarlo?
El público caraqueño descubrió lo que ocurría con este espectáculo y llegaba a la taquilla preguntando por la obra “donde podemos votar” y tras hacer sus cálculos aceptó someterse a tan singular ceremonia teatral.  ¿Cómo votar? ¿Qué pensó después 

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