lunes, enero 02, 2017

El último show de Memo Morales

Los seres humanos elegimos el momento para nacer, despues de nadar varios meses, no más de nueve, en unos líquidos vitales del útero de nuestras madres. Pero difícilmente podemos seleccionar el momento final de nuestras existencias, ese cuando se nos detiene el corazón  y emprendemos un viaje hacia lo desconocido. Eso pasó con Moliere, el legendario comediógrafo francés, que el 17 de febrero de 1673, que terminó ahogado en su sangre mientras finalizaba su actuación de su obra El enfermo imaginario, mientras el publico aplaudía y reía sin parar, sin saber que el actor estaba personificando su propia muerte, a los 51 años.
EL GITANO MARACUCHO
Murió Moliere en su reino artístico y no sabia que no se recuperaría jamás de ese ataque de hemoptisis y algo parecido acaba de ocurrir en el club social Hermandad Gallega, de Caracas, hacia la medianoche, del 31 de diciembre, de 2016, donde perece, como consecuencia de un infarto al miocardio, el celebre cantante popular  Luis Guillermo Morales  o  Memo Morales o  El Gitano Maracucho.
 Memo Morales había nacido en Maracaibo, estado Zulia, el 6 de abril de 1937 en una familia de gaiteros y desde pequeño se vinculó con el mundo artístico y se  inició en la canción como especie de “niño prodigio” que cantaba en programas de aficionados. En 1945 llegó a Caracas, donde participó en el programa llamado “Proarte infantil”, en el que interpretó el tango “Princesita rubia” que lo hizo merecedor de su primer premio musical.
Comenzó su carrera musical en 1953 como una sección vocal de la orquesta Garrido y sus Solistas. En 1954 se trasladó a Caracas y trabajó allí hasta 1958 con Juanito Arteta y su orquesta juntos.
En 1958 se unió a Carlos Torres, y de 1959 a 1960 fue el primer cantante de la orquesta de Luis Alfonso Larraín. De 1961 a 1964 fue miembro de la orquesta Los Hermanos Salanis.
Se apropió de las interpretaciones con aire español de la orquesta Billo’s Caracas Boys y temas como “El tunante”, “Rumores” y “Gitana” hicieron que su voz se inmortalizara en América Latina y por eso no es gratuito que su seudónimo de  El Gitano Maracucho  sea mucho más reconocido en la actualidad que su nombre de pila, Guillermo Enrique Morales Portillo.
Billo Frómeta, director y fundador de la agrupación venezolana, supo de la existencia de Memo Morales porque el cantante ya tenía una trayectoria consolidada con la orquesta de Luis Alfonso Larraín, y aunque ya había figurado en otros colectivos, como el de Garrido y sus Solistas, sus cualidades interpretativas a finales de la década del 50 ya eran comentadas en el ámbito nacional.
NI SE COMPRA NI SE VENDE
En 1964, Morales firmó su contrato con la Billo’s Caracas Boys y quedó establecido desde un principio que su fuerte estaría centrado en aquellas canciones ligadas con España. De esta manera, además, el nuevo integrante respetaría las especialidades de sus compañeros de tarima de ese entonces, Cheo García, mejor conocido como  El Guarachero de América ; y José Luis Rodríguez (El Puma), quien antes de dedicarse a la balada cantaba música tropical.
Gracias a la interpretación de Memo Morales se popularizaron temas como “Ni se compra ni se vende”, “Que viva España” y “Se necesitan dos”, el debut en la composición de pasodobles de Billo Frómeta. Con el reconocimiento dentro del bolsillo, el cantante toma la decisión de lanzarse como solista en 1976 y emprende una gira exitosa por las principales plazas de Estados Unidos. Incluso, en Houston (Texas) fue nombrado Ciudadano Honorífico y Embajador de la Buena Voluntad.
Morales, quien lideraba la organización musical que lleva su nombre, cumplió con la realización de un concierto de despedida del año 2016 en la Hermandad Gallega de donde salió ovacionado. Minutos después, ya cuando despuntaba el 2017, sufrió un infarto fulminante en la ambulancia que lo transportaba hasta el centro de salud más cercano. Se apagó la voz de El Gitano Maracucho, un artista que se dedicó a amenizar con sus interpretaciones las vidas de los demás.
SE FUE CANTANDO
Alicia Morales, hija de “Memo” Morales, agradeció a quienes han dedicado palabras de cariño a su padre. "Él se fue como quería irse cantando, haciendo lo que le gustaba. Sus últimas horas fueron fantásticas al lado de su familia. Recibió el año en la Hermandad Gallega, y antes de subirse a la tarima le dio un beso a mi mamá, y ahí estábamos mi hermana y yo. Murió feliz de poder entregar su vida", detalló Alicia desde el Cementerio del Este donde fueron velados sus restos.
Señaló que quiere que Venezuela lo recuerde como El gitano maracucho. "Esa voz inolvidable que llenaba las casas en cualquier fiesta venezolana".
Confesó que era un hombre con "una disposición para trabajar increíble. Él estaba en la casa y decía tengo que trabajar. Tenía 79 años, estaba en perfecto estado de salud”.
Sus parientes aseguraron a los periodistas que la ultima canciòn que interpretó  fue el pasodoble "Se necesitan dos", que le compusiera Billo Frometa.
PRIMERO FUE VICTOR PIÑERO
Otro cantante venezolano que se despidió al terminar una jornada musical fue Vìctor Piñero, quien había nacido en El Guarataro, de Caracas el 10 de mayo de 1923, zona popular habitada en su mayor parte por afrodescendientes. En 1957, el productor de la Sonora Matancera, Rogelio Martínez,   lo escuchó cantar y le ofreció un contrato. Piñero aceptó y un año después se convirtió en el primer y único venezolano que grabó con la Sonora Matancera. En 1961 regresa a Los Melódicos, pero dura poco. Renuncia con la intención de formar su propia orquesta: Los Caribes de Víctor Piñero. Pero no le va bien con esta empresa y poco después la disuelve. Regresa a los Melódicos a fines de los sesenta y allí se queda hasta la fatídica madrugada donde murió.

Puntualiza Wikipedia que  es común escuchar a muchos artistas del espectáculo decir: "Quiero morir como murió Víctor Piñero". Piñero se encontraba amenizando un baile con los Melódicos en el Hotel Intercontinental Tamanaco de Caracas en la noche del 5 de enero de 1975. Ya en horas de la madrugada y al terminar de cantar su tema "Las pilanderas" , tomó unas maracas y las agitó mientras tarareaba una canción. Se sintió mal, se tambaleó y uno de los músicos impidió que cayera al suelo. Lo sentaron en una silla y  llamaron a un médico, quien le dijo a Renato Capriles, director de Los Melódicos, que ya Víctor se había ido. 

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