jueves, marzo 30, 2017

Carlos Cruz monologa en el Celarg

Un actor en buen papel y en optimo momento profesional.
El primer actor Carlos Alberto Cruz Castillo, el popular Carlos Cruz, es como el rayo del Catatumbo. No cesa de trabajar para la televisión, el cine local o el mismísimo teatro, y, por eso, ahora se exhibe, de manera mucho más que convincente, en la sala 1 del Celarg con el monólogo ¡¿Divorciarme yo?! de Orlando Urdaneta, una correcta y bien cuidada puesta en escena adelantada por Dairo Piñeres y la precisa y sencilla producción de Carlos Chacón.
35 AÑOS ACTORALES
 Hace algunos meses, Cruz (Caracas el 21 de diciembre de 1960), quien ya contabiliza no menos de 35 años en las lides actorales, nos declaró, mientras dirigía un microteatro para el Festival de Teatro ¼ de Urban Cuplé, que su formación profesional es totalmente teatral. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo y trabajó con el Grupo Actoral 80. La televisión y el cine donde se ha destacado en las últimas décadas no lo han desviado de su camino. “Yo sigo haciendo teatro porque creo que es básico para el desarrollo cultural de nuestro país, de esa manera estamos haciendo patria desde el teatro. Creo y lo reitero que el actor es actor, haga cine, haga televisión, haga teatro. Lo importante es que no pierda su norte y abandone su oficio, hermoso, además, porque da vida a otros seres y transmite sus verdades o sus historias de acuerdo a los personajes que construya”.
No ha ganado muchos bolívares por aparecer permanentemente en tres o cuatro novelas en los canales de televisión caraqueños, sin citar cuando esas telenovelas les exhiben en otros países. “Lamentablemente los actores en Venezuela no ganamos fortunas haciendo televisión. Y menos ahora que se están repitiendo muchas telenovelas viejas y se hacen muy pocas producciones, salvo RCTV Internacional y Venevisión. Yo he estado con tres novelas simultáneas a lo largo de una programación anual y lamentablemente no cobro royalties por eso. Esas repeticiones no las paga nadie aquí en Venezuela, es la dura realidad. Lo único que podemos a hacer los actores es llevar a la Asamblea Nacional un proyecto de ley para detener ese abuso que se comete con los artistas, además de los escritores y todo el personal que hace posible una telenovela. En otros países, los canales que repiten una telenovela les pagan a los artistas, pero aquí no hay nada parecido. Somos un gremio que no hemos podido unirnos, como sí lo lograron los cineastas. Nosotros los teatreros no hemos podido unirnos, como tampoco los actores de televisión. Algunos actores y técnicos estamos estudiando la posibilidad de unirnos. En nuestra profesión hacen mucho daño los egos malentendidos. Creo que los sindicatos desaparecieron por problemas internos y no queda sino una historia no muy transparente. Habría que crearlos de nuevo. No he hecho tanto cine como quisiera. Solamente tengo cuatro películas y he ganado hasta premios por mi trabajo en ellas. He participado en castings en el exterior pero no he recibido propuestas hasta ahora. Estoy armando un espectáculo musicoteatral sobre la vida de un gran cantante y tengo más de un año estudiando canto, porque quiero que mi trabajo tenga calidad. Creo que para el primer trimestre del año entrante estará listo. Se trata de un bolerista muy famoso en los años 50, 60 y 70. Yo quiero hacer una versión escénica de la vida Daniel Santos, y por eso ya tengo montados seis temas que él interpretó. Y estamos ya escribiendo el texto o la pieza misma. Creo que para el primer trimestre del 2017 se podrá mostrar al público. Yo he estado cercano a la música y no puedo olvidar que en los años 80 pertenecí a un grupo gaitero llamado Sonorigaita, el cual me permitió contactar al teatro”.
DRAMA MATRIMONIAL
Por ahora ha optado por reaparecer con ¡¿Divorciarme yo?!, un   novedoso unipersonal estrenado, hacia la temporada 1996 por su autor, Orlando Urdaneta (Maracaibo,1946), reconocido actor, animador dramaturgo, humorista, artista plástico y político, aquí en Caracas, y exhibido en Estados Unidos de América, donde ahora reside.
Habría que recordar que ¡¿Divorciarme yo?! ha sido   mostrado por Orlando en Miami, en Puerto Rico, en República Dominicana en 2014 (protagonizado por Daniel Sarcos) y hasta la fecha se ha paseado por Nueva York, Weston, Philadelphia, Chicago, Houston, Punta Cana, Madrid, Cancún, México DF. En 2015 fue nombrada como obra icónica de la ciudad de Miami y del “Teatro Trail”, presentándola en una gala mensual durante todo ese año. Es el primer texto en español al cual se abre el Miracle Theater, con gran éxito de taquilla y público.
El éxito de ¡¿Divorciarme yo?!   no es otro que su temática y la estructura misma del monólogo: una verdadera prueba de fuerza física y derroche de talento histriónico para quien lo asuma. Teatros sobre divorcios hay muchos, pero este tiene, además de una innegable patina venezolana, esa saga criolla sobre la idiosincrasia masculina en esta Tierra de Gracia, especialmente en los sectores medios de su población, donde el machismo tiene sus características muy típicas, para no decir que es muy español, por aquello del código del código de honor castellano, etcétera, como lo cantara Federico García Lorca.  Es la historia de Manuel, ya sobre los 50, que tiene en su haber cinco matrimonios y cuatro divorcios, cuando, al parecer, hace un alto en el camino y decide salvar su última relación.
¿Pero por qué Manuel ha acumulado tantos divorcios? El autor dice que su pieza relata la historia recurrente de un varón jovial y simpático, muy estable económicamente, representando en sí la esencia del hombre que va desde lo vulnerable hasta lo “súper macho”. Este personaje cuenta su historia a modo de catarsis para que todos sepan las aterradoras implicaciones del divorcio, porque eso que logra transmitir por la veracidad de sus palabras y la convincente actuación de Cruz, quien plasma a un hombre en la edad madura, jovial, simpático y estable económicamente
Orlando lo define como un “tipo derecho”, sin mayores aspiraciones en su vida. Que saca adelante a sus muchachos, se toma unos tragos cada fin de semana y tiene donde pasar la Semana Santa. Manuel es una persona divertida y un personaje en sí que representa la esencia del hombre que va desde lo vulnerable hasta lo "supermacho”. De ahí que él decida contarnos su historia a modo de catarsis para que sepamos, además, las aterradoras implicaciones del divorcio; es como si la víctima, el hombre por supuesto, viviera acosado a tiempo completo. Por eso Manuel decide no deshacer la maleta jamás para partir de inmediato si fuera necesario a pesar de que acude a los matrimonios realmente enamorado, rememorándonos la frase de García Márquez en El amor en los tiempos del cólera: “El corazón es una casa de putas, le caben todos los amores posibles”.
Para Cruz, quien construye su personaje de cara al público y mucha verdad, sin flaquezas, el divorcio jamás perderá vigencia, porque, en todas las generaciones han ocurrido, ocurren y ocurrirán. “El amor y el desamor son un cuento de nunca acabar, y casi nadie escapa de eso”
 De ahí que él decida contar su historia a modo de catarsis para que sepa, además, las aterradoras implicaciones del divorcio; es como si la víctima, el hombre Manuel, símbolo de millones como él, por supuesto, viviera acosado a tiempo completo.
El espectáculo, por encima de los 60 minutos, es placentero, no hay agotamiento ni del espectador ni del comediante y avanza con la complicidad de la audiencia que quiere que Manuel no se divorcie de nuevo, porque ya la  edad le exige calma y le recomienda proseguir hacia arriba la escalera de  Jacobo sin menos exigencias, porque las relaciones de pareja son por su estructura muy complejas y no siempre tienen razones las parte involucradas, por aquello de que los seres humanos somos egoístas por naturaleza, aunque no se asuma.
Ahora nos toca esperar ver a Carlos Cruz asumiendo al legendario Daniel Santos, otro personaje extraordinario de la farándula americana. Talento tiene y ha cultivado la voz, que será muy importante en ese caso.






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