miércoles, abril 12, 2017

El banquero anarquista

El espectáculo teatral deber ser un cuento bien echado. Así lo enseñaron los griegos hace varios miles de años, pero los artistas y los públicos han evolucionado y hoy por hoy lo que se muestra en la escena es algo más que un relato correctamente estructurado y unas actuaciones servidas para hacer digerible lo que quiso contar el autor, quien es la verdadera gran estrella o el poeta. El hecho teatral contemporáneo ya ha desbordado incluso a sus exegetas y está siempre en una revisión en pos de hacerlo más cercano a la audiencia, al tiempo que sus contenidos son mayores. Si el hombre contemporáneo reventó los átomos, también hizo lo mismo con su teatro.
En síntesis, hay una notable evolución, en bien, de todo lo calificable como teatro global o espectáculo teatral, además, gracias al internet y la televisión de alta resolución, se pueden disfrutar montajes europeos en la comodidad del hogar y la oficina, aquí en Caracas, para concretar. Todo esto mejora el gusto, de los artistas y de su auditorio, y por ende los niveles de exigencia son mayores.
Siempre repetimos esta introducción cuando hemos sido testigos de un evento escénico no tradicional ni convencional, eso que, despectivamente, algunos llaman “experimentación”, o sea una honesta búsqueda artística en pos de un nuevo lenguaje escénico, diferente, como es natural. Nos referimos al espectáculo del caraqueño colectivo teatral ART-O:   El banquero anarquista, el cual hizo una temporada en la sala Rajatabla.
Para decirlo, con las palabras de su directora Marisol Martínez, de larga trayectoria en teatro de calle y experimental, es un hibrido escénico con música punk, variopintas proyecciones o videos de guerras y otras tragedias humanas que sirven para generar una puesta en escena la cual, con tono agresivo, confronta los sistemas socioeconómicos establecidos, además de cuestionar su vigencia en la actualidad, todo, por supuesto, dentro de una atmósfera auditiva estridente y visualmente depresiva y sórdida.
Y debo reconocer la audacia para trabajar ese texto y la propuesta que hace la directora dentro del  espacio escénico – de estética futurista-  diseñado por Arnoldo Maal, también director del colectivo, junto a una “asistemática” iluminación, ideada y realizada por Ángel Pájaro.
Tanto Marisol como Arnoldo asumieron este proyecto artístico como “fórmula de cuestionamiento y reconocimiento de lo humano”. Son artistas sumamente convencidos de su trabajo y de lo que pueden transmitir con eso, una confesión pública no muy frecuente en estos tiempos tan acomodaticios. Para decirlo, coloquialmente, son gente seria y nunca un matrimonio de pantalleros .Sí se puede estar de acuerdo con su trabajo, el cual, como es obvio, está en construcción, subiendo la cuesta de la creatividad.
Su lenguaje escénico, sin lugar a dudas, es una correcta propuesta sensorial que busca integrar al espectador en el espectáculo, con intención de involucrarlo en situaciones extremas que lo envuelvan o lo sumerjan en “un territorio poético efervescente”. Nada de “cuarta pared”. Esto, como es obvio, no es medible o contabilizable, por ahora.
Ricardo Nortier y Giovanny García, actores de reconocida trayectoria, sin miedo alguno ante la audacia del proyecto, son los protagonistas, apuntalados en Armando Andrés González, joven comediante que avanza hacia su profesionalización.  
Todo eso conceptualmente es válido, pero otra cosa sería si se hubiese realizado más festivamente, más en la búsqueda de un show de circo, pero uno como crítico evalúa lo logrado y no lo que no se hizo.
EL CUENTO DE PESOA
Inicialmente, el texto de El banquero anarquista es un cuento corto del poeta portugués Fernando Pessoa (Lisboa, 13.06.1888-Lisboa, 30.11.1935) publicado hacia 1922, y el cual ahora ha sido intervenido, para esta teatralización, por el director Daniel Dannery.
Gracias a Wikipedia (moderna biblioteca de Alejandría) pudimos disfrutar esta pieza literaria que roza planteamientos básicos de la anarquía como utopía posible, donde un periodista (Karym, el periodista), irrumpe en la cotidianidad del funcionamiento de una máquina para entrevistar al banquero, y ahí, muy dentro de las técnicas teatrales griegas, deliberaran sobre el trabajo, el esfuerzo humano, la riqueza y la miseria, la felicidad y la libertad. Temas muy contemporáneos, además, que merecen unas preguntas: ¿Acaso son ficciones sociales? ¿El anarquismo a quién ayudó o puede catapultar más   adelante?
Y como esta experimentación del grupo ART-O es densa, pero no por eso carente de importancia y sabiduría, transcribimos este fragmento para que el lector, eventual espectador, si quiere disfrutarlo más ampliamente, lo cual aquí recomendamos:
El grado de inteligencia o de voluntad de un individuo es entre él y la Naturaleza; las mismas ficciones sociales no tienen allí ninguna responsabilidad. Hay cualidades naturales, como ya le dije, que se puede presumir que sean pervertidas por la larga permanencia de la humanidad entre ficciones sociales; pero la perversión no está en el grado de la cualidad, que es absolutamente dado por la Naturaleza, sino en la aplicación de la cualidad. Pero una cuestión de estupidez o de falta de voluntad no tiene que ver con la aplicación de esas cualidades, sino sólo con el grado de ellas. Por eso le digo: ésas son ya absolutamente las desigualdades naturales, y sobre ésas nadie tiene ningún poder, ni hay modificación social que las modifique, como no puede volverme a mí alto o a ud. bajo...
"A no ser... A no ser que, en el caso de esos hombres, la perversión hereditaria de las cualidades naturales llega tan lejos que alcanza el mismo fondo del temperamento... Sí, que un tipo nazca para esclavo, nazca naturalmente esclavo, y por lo tanto incapaz de algún esfuerzo en el sentido de liberarse... Pero en ese caso..., en ese caso... ¿qué tiene él que ver con la sociedad libre o con la libertad?... Si un hombre nació para esclavo, la libertad, siendo contraria a su índole, será para él una tiranía. Hubo una pequeña pausa. De repente me eché a reír.
-Realmente -dije yo- ud. es anarquista. En todo caso, da ganas de reír, incluso después de haberlo oído, comparar lo que ud. es con lo que son los anarquistas que andan por ahí...

-Mi amigo, yo ya se lo dije, ya se lo demostré, y ahora se lo repito... La diferencia es sólo ésta: ellos son anarquistas sólo teóricos, yo soy teórico y práctico; ellos son anarquistas místicos y yo, científico; ellos son anarquistas que se agachan, yo soy un anarquista que combate y libera... En una palabra: ellos son pseudoanarquistas y yo soy anarquista”.

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