jueves, mayo 18, 2017

"Nos vemos el miércoles" o cuando la vejez es algo más que un teatro

Veteranas del teatro y de la vida.
La vejez es un inevitable proceso individual que se vive en contextos y en sociabilidades determinadas. No es lo mismo ser anciano que anciana, no es lo mismo tener recursos económicos o no tenerlos, tener o no tener acceso a la cultura. Es la última etapa de la vida de los seres vivos antes que se produzca el fallecimiento y es una inevitable consecuencia del paso del tiempo. Estas y otras variables conceptuales dibujan una vejez distinta que depende de muchos factores diferentes, tal como  Simone de Beauvoir, lo plantea en su libro La Vejez (1970), donde parte de una visión concreta de la vejez: el problema de la marginación que padecen los ancianos como un elemento de discriminación que hay que superar, porque es injusto que las personas mayores resulten arrinconadas, silenciadas, al imponerse el criterio que rige la vida moderna: el de la productividad, que atrapa y hace infelices tanto a jóvenes como a ancianos. Pero estos tienen sin duda un destino más amargo porque no conserva siquiera la facultad de luchar y de oponerse al sistema como lo tiene la juventud, sinónimo de rebeldía.
LA VEJEZ INEVITABLE
Hemos recordado, pues,  fragmentos de un excelente ensayo que sobre la vejez escribiera Asunción Bernárdez Rodal, porque en estos días los viejos  y las viejas  de Venezuela han sido noticias destacadas en los medios informativos nacionales e internacionales, no  solo porque salieron a la calle para exigir pacíficamente  el respeto y el cumplimiento de sus derechos y sus beneficios, sino porque el teatrero Gerardo Blanco ha realizado un artístico tributo a la ancianidad, que también es para los recuerdos y a la esencia de la vida misma, al escribir y producir la comedia Nos vemos el miércoles, dirigida por Carolina Rodríguez Gómez, que presentan en el Centro Cultural BOD, únicamente sábados y domingos a las 5 de la tarde. Ahí se plasma, de manera jocosa, la historia de tres mujeres mayores: Dorila (Chelo Rodríguez), Luisa (Marisol Matheus) y Josefa (Aurelia De Freitas). Ellas viven en un ancianato y se reúnen cada miércoles para tomar el té y sumergirse en esos recuerdos que diariamente se les repiten, hasta que no puedan más.
 Blanco López, asegura que una de sus motivaciones para crear esta pieza fue la preocupación por la vejez o ese final terrible y devastador que puede ser la ancianidad para algunos seres humanos. Quería rendirles homenaje a todas esas mujeres mayores que han tenido una vida intensa y tienen la dicha de encontrarse para recordarla. Su obra también es un llamado a la amistad y ofrece la oportunidad de disfrutar un rato agradable con historias y anécdotas de mujeres que tuvieron una vida llena de retos, dificultades y amores que son contadas en estos encuentros, en donde el espectador podrá reír y reflexionar sobre la vida.
 "Son tres mujeres hermosas que no tienen más que la compañía de ellas mismas. Dorila es la líder del grupo un tanto regañona y como tiene mayor poder adquisitivo paga la estadía de todas en ancianato. Luisa es espontánea, innovadora, humorista y excéntrica, mientras que Josefa es quien brinda equilibrio al grupo por ser tranquila y mediadora”, ha puntualizado, tras reiterar que muchas veces la ancianidad puede estar ligada al abandono de la misma familia que no sabe qué hacer con ellos. El mismo país puede tender a irrespetarlos e ignorarlos. Sin embargo, es sumamente importante, porque los grandes países miden su desarrollo dependiendo del trato que le dan a los ancianos, niños y animales", expresó el productor, quien ha escrito 19 textos, 18 han sido presentados y siete logró publicarlos hasta ahora.
Blanco López escribe teatro porque el texto dramático es su forma, su manera de decir cómo ve el mundo y como se ve en él y también es su manera de mostrar “lo que somos, de motivar e inducir a colocar un espejo sobre esa vitrina maravillosa que es el escenario y que nos veamos tal como somos .Eso es excitante”. 
PADRE Y MADRE EN ESCENA
Nos vemos el miércoles es una recopilación de Blanco López, producto de sus vivencias y observaciones cercanas a su madre, sus amigas y su vida vivida, la cual se materializó durante la enfermedad de su progenitora y que lo impulsó a ofrecer un tributo a la amistad y presentar al mismo tiempo un reclamo doloroso a lo que es la vejez y su poder devastador según su óptica. Ahí están, en una especie de livingroom tropical, tres ancianas que hablan sin tapujos de sus vidas, de sus juventudes, sin maquillaje internos y externos. Ellas están atrapadas, esta vez en un espacio ineludible, la vejez. Es una pieza para reír, reflexionar y recordar que somos finitos y la vejez nos espera…si antes no hacemos mutis.
Es la segunda obra sobre la vejez que escribe Blanco López y que logró escenificarla, porque ya antes, durante la temporada de 1996, estrenó La cuadrilla, dedicada a su padre Rafael Teodardo, donde cuatro personajes sexagenarios desafían a la soledad, al abandono y al olvido al cual han sido sometidos, al recluirlos sus familiares en un geriátrico, pero ellos se niegan a terminar sus días allí. El dramaturgo les regala, pues, una salida digna a un final inevitable. Aura Rivas, Héctor Campobello, Gonzalo J. Camacho e Isabel Hungría la mostraron en el Ateneo de Caracas.
Nos vemos el miércoles es un pieza rara para el contexto teatral venezolano, donde esos temas centrados en la vejez no se tocan sino como para hacer torpes chiste. Pero que ahí propone además una reflexión sobre la amistad como uno de los vínculos más hermosos que podemos cultivar, un soporte de vida, y la cual en la vejez cobra una importancia capital. “Nadie muere con otro, ese es un trance en soliloquio, pero la compañía del amigo es un bálsamo insustituible y estas tres mujeres que se reúnen todos los miércoles para tomar el té lo saben y hacen de cada encuentro un ritual de evocación que las une y fortalece”, como apunta Blanco López.
El espectáculo, que no supera los 60 minutos, es una divertida exhibición de técnicas actorales por parte de las tres veteranas que ahí se presentan. Hay humor de principio a fin, pero también hay un no-sé-qué que obliga a reflexionar o aceptar de inmediato, ya que la unica forma de no llegar a viejo es morirse antes y eso no es precisamente lo que se desea, porque el ser humano  se auto engaña  con una eternidad que no existe ni existirá por ahora.
UN FIN POLÍTICO

Simone De Beauvoir al escribir sobre la vejez tiene un fin político, tal como afirma en El segundo sexo: escribe para romper “la conspiración del silencio” y criticar a la sociedad de consumo que trata a los ancianos como parias, quienes al no tener fuerza económica, acaban por no tener derechos, y ni siquiera se les reconoce la capacidad de tener sentimientos. En ellos el amor, los celos parecen odiosos o ridículos, la sexualidad repugnante, la violencia irrisoria. Deben dar ejemplo de todas las virtudes. Ante todo se les exige serenidad; se afirma que la poseen lo cual autoriza a desinteresarse de su desventura. Esta percepción es un fracaso de toda la cultura. Que durante los quince o veinte últimos años de su vida un hombre no sea más que un desecho es prueba del fracaso de nuestra civilización”.  

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