jueves, junio 29, 2017

¡Santana vive!

La resurreccion de los muertos es por ahora en el teatro 
Nos comprometimos bajar a Guarenas para conocer su apartamento y festejar además sus primeros 68 (número que consideraba cabalístico) con unos cuantos rones y un orgiástico arroz a la marinera, según la receta familiar de Aura Salas, que cocinaría para ese natalicio del 25 de octubre de 2012. Fue imposible aquella fiesta porque hizo mutis cuatro días antes. Sí nos reencontramos. Nos despedimos desde el escenario del teatro Nacional de Caracas, en medio de un tsunami de flores y reposando en lujosa urna que sus fieles amigos Juan Carlos Losada y Freddy Ñáñez le consiguieron.
La muerte física de Rodolfo Santana Salas privó al teatro venezolano de uno de sus más importante autores de las últimas décadas, gracias a sus originales personajes, argumentos y situaciones que lo convirtieron en dramaturgo universal, de no menos de 100 obras, la mayoría de ellas reescritas porque las sometía al proceso del obricidio, que era la reescritura parcial o definitiva para comprobar que funcionaran bien ante los siempre exigentes y cambiantes espectadores.  ¡Él se daba así una y otra oportunidad de mejorar sus productos!
AVENTURA DEL TEATRO
En sus obras plasmó siempre el cuadro aterrador de lo que han significado las matanzas, las guerras sin sentido, los presos de conciencia, los desaparecidos, las falsedades de los yuppies, lo hecho por el FMI. También en sus parlamentos se dan cita los oligopolios, los banqueros y los políticos al servicio de estos. Todos junto a los que se oponen a los cambios políticos y conforman un cuadro de decadencia, el más oscuro rostro de estos días. ¡Pero eso tendrá que desaparecer más temprano que tarde!
Ahí, pues, está su legado literario a la espera de productores y directores ambiciosos, una vasta obra centrada en el drama de la sociedad venezolana que camina poco a poco hacia el materialismo, producto de los drásticos cambios políticos que se dieron en el mundo en los últimos tiempos. Dejó un teatro centrado en meditaciones sobre la muerte pero no sobre el fin del ser humano ni sobre la eutanasia, sino una exhaustiva y profunda meditación sobre otras formas de vivir, donde reiteraba el fin de un sistema político erigido en el autoritarismo y además el agotamiento de un modo de encarar la vida colectiva, señalando el cuadro horripilante de todo lo hecho contra el mundo, contra la estabilidad, contra las personas, sociedades y naciones. No era conformista sino todo lo contrario. Un rebelde con muchas causas.
Es por todo eso que Rodolfo Santana Salas es el autor más vital e importante de las ultimas décadas del siglo XX, en la medida que sus argumentos, personajes y situaciones siendo auténticamente venezolanos se hicieron universales, como se pudo representar y comprobar al ser mostrados y aplaudidos en los escenarios foráneos,.
También Santana Salas peleó por la publicación de sus obras, porque de esa forma lograba salvarlas de las mortales gavetas de la espera, hacerlas llegar hasta los productores y directores interesados, dentro y fuera de Venezuela, y alcanzar así al público para quienes escribió y por disfrutó de aceptables derechos de autor.
 En un breve ensayo biográfico que le hicimos hacia 1995- Rodolfo como es Santana- dijo que escribía teatro porque no pudo ser Hilary escalando el Jomolunga o el monte Everest, mucho menos Marco Polo o Charles Limberg. Vinculó la escritura a la aventura y creía que los seres humanos debíamos asumir la vida como un viaje, con naufragios irremediables. Reiteraba que la historia estaba repleta de héroes viajeros, con descubrimientos y combates.
EMPRESA LOCA
Perdimos la cuenta de sus obras que vimos representadas, dentro y fuera de Venezuela, pero es La empresa perdona un momento de locura (1974) -llevada al cine por Mauricio Walerstein en 1978- la que más nos impactó y la que lo hizo internacional y afamado. Nos contó que todo fue consecuencia de un largo  proceso de aprendizaje que lo llevó primero a  dictar un taller de expresión  y lectura en  una comunidad terapéutica durante cuatro años, donde se aplicaron las más novedosas técnicas del campo psiquiátrico, donde hubo un episodio real: un obrero que se accidentó y arremetió contra las máquinas de la empresa donde trabajaba; luego el mismo obrero ingresó a tratarse en dicha comunidad y esto le proporcionó una idea global de la cual nació La empresa perdona un momento de locura.
Para gestar esa obra realizó dos procesos simultáneos y convergentes: uno documental y otro testimonial. En el primero se sumergió en el estudio de la psicología industrial como ciencia que intenta ejercer una función de dominación sobre el obrero en concreto. Luego investigó el caso real, verdaderamente ocurrido, así como otros similares de otros obreros y sus experiencias con la aplicación de la psicología industrial. Fue de lo general a lo individual, de la psicología industrial aplicada -no solo en Venezuela sino aún en sociedades altamente desarrolladas como el Japón- al caso humano vivo, para volver a lo general.
Puntualizó que sobre el psicoanálisis y la psiquiatría que aparecen en La empresa perdona un momento de locura se debe subrayar que son   ciencias utilizadas como instrumentos de dominación, y que la ciencia aplicada, como la publicidad por ejemplo, están en función de un proceso de dominación y de transculturización, pero no es necesariamente  y que  en nuestra manos la ciencia puede y debe ser un instrumento de liberación en un nuevo orden del mundo, porque luego del descubrimiento de América el mayor descubrimiento de las ciencias humanas fue el inconsciente.
RESURRECION DE LOS MUERTOS
 Santana Salas, que vivió al día en cuanto a temáticas culturales y tecnologías de la comunicación, escribió hacia el año 1984 la comedia Rock para una vuela virgen, que estrenó en Caracas durante la temporada de 1987 y fue llevada además al cine por Olegario Barrera en 1998. Llegó a los venezolanos con un planteamiento tomado de la vida cotidiana: que pasaría si pudiéramos echar para atrás el reloj o el almanaque de los años vividos y revivir así, de otra manera una etapa de nuestra existencia. Se inventó pues el cuento de una abuela octogenaria que muere y Dios le permite, después de muchos años, regresar a la tierra venezolana para interactuar con una sobrina muy contemporánea y vivir lo que no pudo antes.
La pieza, que ahora se mostró en la Sala Rajatabla, originalmente se desarrolla a partir de una noche en que un trompetista, entre los estragos de una feroz borrachera, intenta desahogar sus penas tocando su instrumento y logra, por accidente, emitir la nota exacta reservada solo a los querubines, quienes con las trompetas celestiales deberán resucitar a los muertos el Día del Juicio Final. Y por eso se logra resucitar a la abuela Antonieta y esta reaparece en el apartamento de su nieta Mónica, quien se está mudando, y en su no programado reencuentro logran desatar junto al personaje de Francisco, el marinovio de Mónica, una disparatada historia de amor, con la participación de un ángel que va y viene porque quiere corregir el error cometido por ese músico.
Una historia fantástica pero repleta de  sano humor que obliga a que el espectador contemporáneo se replantee y como  no puede  desandar lo andado pues tratara de ahora de ahora  en adelante mejorar lo presente. Es una comedia para matar sanamente el tiempo, un espectáculo bien resuelto en la dirección por Jennifer Morales y actoralmente convincente por Adriana Bustamante, Emilshen Acevedo, Elmer Pinto y Luis Ernesto Domínguez. Es un elenco que tiene condiciones para resolver los roles que les propongan.
Una vez más las aventuras del teatro venezolano continúan, mucho más cuando se trata de los textos de Rodolfo Santana, un autor muy comprometido, quien exigía luchar para materializar los anhelos de su pueblo. ¡Un guerrero que sigue vivo mientras se le muestre en la escena!

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