miércoles, agosto 09, 2017

Colón los espera en Margarita

Teatro de actores y muñecos en la CNT.
Históricamente, los restos de Cristóbal Colón (7 de Junio de 1446 / 20 de mayo de 1506) están sepultados en la catedral de Sevilla desde 1899, porque ese cadáver fue tan viajero como el legendario ser vivo que era, cuya osadía lo llevó a descubrir un continente, que hoy ni siquiera lleva su nombre, por la maldita mezquindad de la sociedad medieval donde le correspondió existir.
Pero en la venezolana isla de Margarita se dice que no es así y que la verdadera y famosa osamenta de Colón está oculta en la casa del nefasto conquistador Tirano Aguirre, concretamente en la playa del Tirano Aguirre, en puerto Fermín, del estado Nueva Esparta.
Tal leyenda urbana, o esa posverdad criolla para estar con los tiempos que vivimos, afirma que los huesos del auténtico Colón esperan la cristiana resurrección de los muertos en Margarita, porque no es cierto que los que ahora veneran en España sean los de ese histórico caballero, a pesar que hay pruebas recientes con un ADN mitocondrial, realizadas en la Universidad de Granada en 2006, las cuales contrastaron esos supuestos restos de Colón con los de su hermano mayor Diego y según los expertos terminaron garantizando que los que reposan en Sevilla son los auténticos. ¿Cierto o falso? Queda, por ahora, la duda.
Precisamente, el dramaturgo venezolano César Rojas (58 años)  utiliza esa creencia popular margariteña para darle contexto y título a su más reciente obra ¿Dónde está enterrado  Colón?, la cual dirigió y todavía presenta en el teatro Nacional de Caracas contando con las actuaciones de Trino Rojas, Nitay La Cruz, Kala Fuenmayor, Ana de Sousa , Kelvin Zapata, Larry Castellanos, Yhurani y Andy Perez Se trata de una producción, con doble elenco, de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), que preside el sociólogo Alfredo Caldera.
HISTORIA CONTEMPORANEA
 Mientras tanto, ¿Dónde está enterrado Colón?  es, pues, gracias a la magia del teatro que aplica Rojas, la historia de una niña y un niño, tierna pareja de hermanos huérfanos, que deambulan por las playas de El Tirano, en la paradisiaca Porlamar, y venden “frutas del mar” para sobrevivir, mientras siguen juntos y devorándose al mundo. Entonces, conocen a un matrimonio caraqueño, Teresa y Miguel, que visita a la isla para solucionar sus asuntos maritales, y quienes se dan cuenta que ellos pudieran ser la solución para el hambre y la ausencia de los padres a la pareja de muchachitos; pero los visitantes descubren, extrañamente, la tumba donde está enterrado Cristóbal Colón y el pueblo o la comunidad decide que hay que matarlos para que nadie se entere de ese secreto. Los encierran en la casa del Tirano Aguirre para aniquilarlos con fuego, pero la niña los ayuda a huir y se escapan en pos de una vida mejor; de una oportunidad… y el varón se queda, para convertirse en activista de hotelería y sale adelante mientras espera el reencuentro con su hermanita. Y diez años después, van a encontrarse como se prometieron cuando se separaron, pero antes de que ella aparezca, el joven tiene que contar la historia ocurrida. ¡Y colorín colorado, el cuento teatral se ha acabado!
César  Rojas, quien defiende con vehemencia los temas y las técnicas que usa para pergeñar y mostrar su teatro, advierte que durante el año 2004, Fundarte hizo un concurso de teatro sobre la temática adolescente y así tuvo la oportunidad de presentar dos piezas: Los pantalones al revés ¿Dónde está enterrado Colón? . Con la primera se ganó el premio del concurso y con la segunda conquistó la mención de honor. Estos textos ya fueron publicados por Fundarte y ahora la CNT lo invitó a dirigir la original obra sobre el legendario Cristóbal para disminuir así el abultado número de sus piezas que esperan su turno, un drama generalizado entre todos los dramaturgos criollo, vivos o muertos. 
Cuenta  Rojas que el año pasado, Alfredo Caldera, mientras iniciaba la presentación pública de la Compañía Nacional de Teatro, para los años 2016 y 2017,  comenzaron los ensayos del montaje de El pez que fuma de Román Chalbaud,  convocó a un grupo de directores para realizar varios proyectos que le dieran la oportunidad, al grupo de actores emergentes de la renaciente CNT, de fortalecer su desempeño  profesional y cumpliera con la responsabilidad social de la CNT de llegar a todos los sectores del pais, con discursos novedosos y contemporáneos que les brindara un abanico de posibilidades y que los preparaba para los grandes retos que se avecinan al ser una nueva generación en formación. “Nos reunimos y me habló del proyecto que involucraba más directores. Inmediatamente entendí la enorme responsabilidad de la propuesta y que debía aprovechar la energía de los jóvenes de la CNT para poner en escena esta pieza de teatro cuyos interlocutores serían los adolescentes y sus familias, para darle continuidad a la labor formadora y estratégica de la gran Compañía Nacional de Teatro”, dijo el autor y director que tiene tal felicidad que se les desborda por los poros y no precisamente de sudor.
Sea cierto o falsa la leyenda margariteña sobre los restos de Colón, hay que admitir la audacia e inteligencia del teatrero para hilvanar su historia y así atrapar a los espectadores, conquistados por la original fabula teatral, porque más allá de la veracidad o no de la susodicha osamenta, está el inagotable tema de la miseria de una sociedad que abandona a dos niños a su loco destino y como estos logran salir para adelante. La obra tiene ribetes de telenovela caribeña, lo cual no es malo, pero deja o siembra la duda sobre muchos otros muertos que han recuperado su presencia en los medios de comunicación porque unos cuantos vivos aseguran que hallaron lo que buscaban y así se crea toda una parafernalia comunicacional, que al final no daña a nadie que esté vivo aun y así se incrementan las leyendas urbanas que estimulan la imaginación popular.
Malo no es, nos atrevemos a escribir aquí, porque siempre hemos dicho que Macondo no está en Colombia sino en Venezuela, lo que pasa es que Gabriel García Márquez nació en el vecino pais y el realismo mágico lo hicieron exclusivamente colombiano, cuando hay muchas fabulas  venezolanas esperando una novela o un teatro para hacerse conocer mundialmente.
MONTAJE 
El espectáculo obtenido por Rojas y su aguerrido grupo actoral es una entretenida combinación de teatro y títeres, ya que los niños de la fábula margariteña son encarnados por grandes muñecos que se alternan con los actores de carne y hueso. El montaje es breve, para no agotar al público, y no supera los 70 minutos, y lo cual permite ponderar las condiciones actorales de los veteranos y los nuevos comediantes ahí involucrados, además de darle rienda suelta a la loca de la casa, como le decían los españoles a la imaginación de sus artistas e intelectuales, quienes son los que escriben la verdadera historia de sus pueblos o comunidades. Además, la última palabra sobre los cuestionados huesos del descubridor de América no está dicha todavía, menos ahora que el imperio de las posverdades amenaza todo, incluso nuestras terrenales existencias

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