miércoles, noviembre 29, 2017

Érase una vez un país

Grandes personajes para grandes actores, ademas.
 No se nos ocurre predecir lo que puede ser aquel temido the closing de la historia de Venezuela ni la asombrosa llegada al planeta Tierra de seres inteligentes procedentes de las lejanas galaxias. Sendos epílogos o aperturas que nos quitan el sueño.
Mientras esos sucesos ocurren o son glosados por otros, durante los cuales difícilmente estaremos presentes, solamente podemos dejar o aportar, al menos por ahora, unas cuantas páginas para la historiografía criolla de sus artes escénicas.
Y entre esas crónicas teatrales hay que incluir, por ahora la proporcionada por la gerente cultural Vilma Ramia, la actual directora ejecutiva del Ateneo de Caracas, quien nos ha materializado una gratísima sorpresa, muy positiva además para el teatro venezolano, con su texto y el montaje de  Érase una vez un país
Sí, Vilma Ramia es dramaturga, por ahora con una pieza, y lo demuestra con ese entretenido espectáculo logrado bajo la dirección de Marcos Moreno, que presentan en la sala experimental del Centro Cultura BOD, con la correcta participación actoral de Alberto Alifa, Vilma Ramia, Mario Sudano, Desirée Monasterios, Armando Cabrera, Verónica Arellano, Eduardo Pinto y Violeta Alemán, los sábados y domingos a las 5:00 pm.
INSPIRACIÓN
Se atrevió Vilma Ramia y se lanzó a la escena como dramaturga después de haber exhibido en un festival de teatro breve (aquellos que organizaba Dairo Piñeres en el Urban Cuplé) su mini pieza ¡Y la quiero…! “Aquello fue tan positivo, a nivel de público y de crítica, que me atreví a escribir otros tres textos para completar lo que ahora se presenta como Érase una vez un país”, puntuali la autora.
En resumen, de un experimento de literatura dramática le vino a Vilma Ramia la inspiración para una correcta comedia dramática, en cuatro actos, cada uno relacionado con un periodo de la historia contemporánea de Venezuela. Desde ¡Y la quiero…! sobre las vicisitudes del régimen del general Marcos Pérez Jiménez (entre 1957 y 1958) hasta Nicolás Maduro (2017), con el comandante Hugo Rafael Chávez Frías incluido. Todo un entretenido cuarteto  hilvanado  por  las diferencias políticas de un matrimonio,  donde  el marido es parte de una familia adinerada y simpatizante de la dictadura y la esposa proviene de una familia conservadora, clase media y opuesta discretamente al régimen, durante esa Venezuela de 1957 y 1958; que prosigue con Estación Parque Carabobo, donde dos personajes muy distintos, por sus sexos y sus clases sociales, encuentran satisfacciones en medio del toque de queda implantado tras el Caracazo de 1989, donde  el azar promueve que Rina y Camilo  se amen en la Estación Parque Carabobo del Metro de Caracas y compartan intensas sensaciones en tan solo unos minutos, gracias a la atracción que surge irremediablemente entre ambos, muy a pesar, de asumir de manera tan disímil la realidad de un país; más tarde surge Yo tengo razón, centrado en el marco de la polarización política de una familia caraqueña, donde  Elizabeth,  dueña de una formación política y literaria amplia y sólida; imponente, de carácter fuerte, frontal, decidida, valiente y que suele despreciar a aquellos que no lo son, es una terca, intolerante, desadaptada con un carácter fuerte, que se enamoró de Mario, un líder   de la izquierda de aquella época, con quien se casa y traen a la vida un varón, Ramiro, que  trabajara para una revista digital de noticias de la Resistencia y está en desacuerdo con el régimen de Maduro. Entre madre e hijo persiste una constante tensión, porque ella trabaja para el gobierno.
Y todo concluye con Pa’ Miami, que es el movimiento migratorio durante el desarrollo del gobierno de Chávez Frías, caracterizado por Alberto que despide su última noche en Caracas, antes de iniciar su exilio a Florida, con su hermana Linda, en un encuentro cargado de cariño, de recuerdos de infancia, de diferentes perspectivas del futuro y de choques con respecto a sus vivencias durante el mandato de Chávez.
AMOR CON DIFICULTADES
 Son cuatro sagas sobre el amor a pesar de los matices. El amor posible en medio de la ruindad de la política y las diferencias sociales, el amor materno hacia los hijos y los sentimientos fraternos que no tienen límites ni egoísmos. Vilma Ramia no lo dice pero se transparenta en sus cuatro actos: una hermosa oda al amor que es lo único que nos permite estar juntos a pesar de las diferencias y nos alimenta en la marcha hacia la huida definitiva de la vida misma.
Cuatro historias breves, las cuales oscilan entre la comedia, el humor y el drama, centrados en las vidas íntimas de ocho personajes cercanos entre sí, pero con posiciones opuestas en relación al país. Ahí se materializan cuatro momentos políticos claves de una Venezuela contemporánea que vibra, cuatro momentos muy duros por sus contenidos pero respetuosos con la diferencias de uno y otro lado. Algo difícil pero no imposible de alcanzar al menos en el teatro. Y ahí está la clave de esta ópera prima de Vilma Ramia, que deja al espectador que asuma la posición que mejor le parezca o la que crea la correcta.
Marcos Moreno, un campesino andino que se comió a Caracas hace no menos de 40 años, cambió su ya conocida condición de actor por la de un director de actores en un montaje donde las atmósferas son claves, pues el montaje genera la risa natural  ante este drama nacional que vivimos todos y que afecta o altera a todos.Ya los psicólogos han advertido que siempre nos reímos ante las dificultades que nos impiden ser felices.
Por supuesto que todas las actuaciones son acordes a las exigencias de los textos, pero las mayores satisfacciones se logran con los roles cubiertos por Cabrera y la Arellano, Sudano y Monasterios, por aquello de los amores satisfechos o plenos

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