miércoles, febrero 07, 2018

Sólo un instante en la sala Rajatabla

Directora Jennifer Morales. actriz Adriana Bustamante y   Joan Bozo

No dejaremos de reiterar que la inconclusa obra creativa y gerencial del teatrero Carlos Giménez sigue gravitando positivamente, a casi 25 años de su salida hacia el infinito, en esta segunda década del siglo XXI. No todo se ha perdido en este carnaval de estúpidos egoísmos donde todos participamos. Hay artistas que se formaron y ahora por sus propios méritos y sacrificios reclaman su puesto en el desarrollo colectivo de las sufridas artes escénicas venezolanas.
 Es el caso del artista múltiple Jorge Cogollo (Caracas, 1986), a quien el pasado viernes 2 de febrero le estrenaron su texto Sólo un instante en la sala Rajatabla, centrado en la saga de un niño que es expulsado del colegio porque tiene un hogar donde dos mujeres (sus dos Marías) lo crían y lo aman, ya que la directora no entiende ni acepta que un alumno tenga parientes homosexuales, en este caso lesbianas. Es un montaje, al estilo del básico café-concert germano, bien dirigido y excelentemente actuado por Jennifer Morales y Adriana Bustamante, con el perfecto acompañamiento musical del guitarrista Jean Bozo.
Epifanía del autor
Cogollo, a quien conocimos y ponderamos cuando era el actor protagonista de históricos espectaculos infantiles como Oliverio y Simón, en los años 90, vive ahora en la capital mexicana y desde allá cuenta que ingresó al programa social Niños Actores de Venezuela, creado a instancias de Carlos Gimenez y su proyecto Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, cuando tenía ocho años, dirigido por Roberto Stopello. Esas fueron sus primeras experiencias teatrales. Ha participado en festivales internacionales en Chile, Argentina y Colombia.  En el 2013 se instaló en Argentina a seguir investigando sobre la escritura teatral.  Ha recibido múltiples  reconocimientos: Botón de oro de la Alcaldía de Caracas(1998), Premio TIN (1998), Mejor dirección Festival Vale Todo (2004), Mejor dirección Festival Unearte (2008), Mejor obra infantil Premio Municipal de Teatro (2012) y Mención especial Premio Compañía Nacional de Teatro  Apacuana (2017). No es, pues, un desconocido, que además tiene méritos reconocidos.
Sobre que lo lleva a escribir Sólo un instante, puntualiza que actualmente vive y mora en Ciudad de México, “estuve en Argentina cuatro años (quizás vuelva a Buenos Aires), de los cuales dos estuve sacando la maestría de Dramaturgia, estoy en esa lucha con la tesis, pero siendo migrante es tan difícil; mi proyecto de tesis tiene que ver con las lecturas de la mitología en la posmodernidad, a paso lento pero se avanza. He sobrevivido, porque siempre se puede leer y escribir algo aunque se tengan los huesos rotos de las largas jornadas que suelen tener los bares porteños. Aquí en México estoy dando clases en una escuela primaria, es otra experiencia y a veces trabajo en un bar de un amigo español. En cuatro años fuera he podido viajar un poco: Mexico, Argentina, España e Italia, siempre visitando amigos, como una especie de oxígeno y recordatorio del país donde pertenezco. Ojo no viajo como burgués, viajo de puyita en puyita, con amigos, trabajando en un bar para pagar el próximo avión. He sido feliz, por supuesto. Este Sólo un instante tal vez es el resultado de un viaje, también de una convivencia, porque las convivencias siempre dejan grandes obras de teatro, igual que los viajes claros. Grandes por lo menos en la experiencia de descubrirlos. Conviví con una chica argentina quien le gustan las chicas, con ella viajé a España y bueno…se dieron un montón de experiencias. Compartí sus luchas, sus frustraciones, sus amores, todo y se convirtió en mi hermana.  Creo que ella, más el testimonio de algunos amigos sobre la maternidad, hizo esto que se llama Sólo un instante. Es el resultado de ese viaje en que ando, y de esa convivencia; ella me pedía que la acompañara a las marchas del orgullo gay, evento que nunca había ido, y pude verlo en España y en Buenos Aires, una fiesta distinta, fuerte, que no se calla: Pude escuchar frente a frente esa pelea....recuerdo verla llorar cuando en el desfile de Barcelona  había una parte que  decía algo así como familias de la diversidad, no lo recuerdo bien pero eran las parejas que habían adoptado, caminaban con orgullo al lado de sus hijos, mi amiga Inés  se puso a llorar, y  en ese momento mi cabeza entendió tantas cosas. Fue como en mitología, descubrir la epifanía, descubrir lo bello, lo hermoso y la verdad en sólo un instante. Cuando la obra empezó a presentarse como imagen Recuerdo que el mapa ruta de la obra, lo anote en una servilleta de algún cliente para no olvidarlo, y   en la mañana se fue armando. Creo que viajar te rompe la cabeza y te hace descubrir un poco más este mundo en que andamos y actuamos”.
Cogollo tiene otras tres piezas breves sobre la migración venezolana, y una de ellas es una pareja gay que tiene Sida; uno de los hombres está fuera del país y tiene los medicamentos, el otro se queda en Venezuela. Y a partir de allí se empieza a tener una dura relación. “Es una obra en construcción pero estando tan lejos, creo que se quedará un tiempo más en el baúl del computador”.
Café-concert
Modesto en su dispositivo, pero inteligentemente resuelto por la primera actriz Adriana Bastamente, la directora Jennifer Morales y el músico Bozo, se muestra Sólo un instante como un impactante ritual lúdico de una ceremonia que combina la comedia y la canción, apuntalada en el excelente interprete de la guitarra; donde las caracterizaciones de Michele, la directora, el profesor comprometido, las dos Marías y la abuela llenan la escena y conmueven con sus conflictos y por la fiesta que organiza y anima esa múltiple actriz que es la Bustamante; alternando además la escena con la interpretación afinada de temas musicales (baladas) como A quién le importa, La duda, Mujer contra mujer, Cuando te beso y Brindis, que originalmente fueron popularizadas por Thalía, Gloria Trevi, el grupo Mecano y Juan Luis Guerra. Esto hace que la dureza del tema, como es el bullying o el acoso escolar por la discriminación sexual, se soporte y se disfrute a lo largo de 65 minutos, y genere así la necesaria catarsis, gracias, por supuesto al acople de la interprete y el músico Bozo. Una deliciosa fiesta para exorcizar el horror de una discriminación hacia un niño, porque su madre es lesbiana.



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