sábado, enero 05, 2019

El norte no es la quimera de Pablo García Gámez

Pablo García Gámez, exitoso dramaturgo venezolano que vive en Nueva York.
Desde Nueva York, donde vive, hace un doctorado y trabaja desde hace 26 años, el caraqueño Pablo García Gámez (22 de septiembre de 1961) afirma que está muy satisfecho y más allá de agradecido, “porque el año 2018 me dio la oportunidad de finalmente ver una pieza mía en Caracas, con un montaje a todo trapo -trapo orgánico, de intensidades, no material- como Oscuro, de noche.  La tarde que entré al teatro Alberto de Paz y Mateos me resultaba extraño entrar con la consciencia de que iba a ver representado un texto mío en ese espacio donde ha transcurrido parte de la gran historia teatral contemporánea de Venezuela.  Por si fuera poco pude ver la dupla Andy Pérez-Dámaso Nieto con mi pieza ¿Y qué es Nueva York? (Cariaquito Morao), trabajo que interpreta Nieto, joven actor, con un profesionalismo impresionante”.
¿Satisfecho del montaje de Oscuro, de noche, la cual ahora hará su segunda temporada en Caracas?
Del montaje de Oscuro, de noche, todo un portentoso trabajo del director Carlos Arroyo, podría hablar muchísimas cosas, pero trataré de ser lo más puntual.  Hay una comunicación entre el texto y el montaje; el texto funcionó como base para ese gesto de irreverencia teatral que es el montaje.  Es una puesta que lleva la situación a donde quería llegar el texto: un cerro caraqueño, con múltiples formas de habla, con una cultura propia, con su percusión, con su tumbao, con las creencias e ilusiones que pueden haber en un cerro.  Esto con sus voces y desde la alteridad, dignificándola.  Un amigo hizo el comentario de que Oscuro, de noche es un musical, y hasta cierto punto lo es: es un musical desde la periferia. 
 Afirma García Gámez que Carlos Arroyo, además es el director general de la CNT, llegó a construir este circo marginal a través de la música y del trabajo actoral.  “Reviento de orgullo tener la experiencia de ver a un extraordinario elenco interpretando… ¡una pieza mía! Chico, esa sensación no se puede describir.  Ver a cada intérprete dejando el alma en escena, a cada actor o actriz dando de su identidad al personaje, es una experiencia única.  Constantemente digo que admiro a los hacedores de teatro venezolanos.  Independientemente de la crisis por la que atraviesa el país, con recursos muy limitados, estos profesionales salen a escena a dar lo mejor de sí.  El resultado es que Oscuro, de noche pasó a ser un montaje difícil de igualar en cualquier contexto y que, junto con varias piezas producidas en Venezuela, debería salir a mostrar la creatividad y entrega de nuestros teatrero, nuestros artistas venezolanos.
¿Por qué fue ahora y no antes tu triunfo en Caracas?
Son varias las razones.  Una de ella es que durante años estuve sin documentos para salir de Estados Unidos, indocumentado pues, lo que me limitaba enormemente. Después, los temas hacia donde apuntan mis textos que tienen como rasgo común ver desde el margen, desde afuera; no buscan estar en las últimas tendencias: al momento de ellos crearse siguen su camino y tal vez su última tendencia sea la de buscar la voz de la comunidad
Imaginada fuera de la hegemonía. Tienen que caer en manos de aquellos que comparten esa posición.  El “ahora” de la pregunta se lo debo a un amigo periodista, Hernán Colmenares, que me sugirió mandara la pieza al concurso de dramaturgia Apacuana, organizado por la Compañía Nacional de Teatro, institución que fundara Isaac Chocrón y el Ejecutivo Nacional en 1984, la cual asumió, como parte del premio, su montaje y la temporada en la sala Alberto de Paz y Mateos.
¿Que otro texto tiene por ahí, engavetado o para enviarlo a Caracas?
Me estoy acostumbrando a que los proyectos salen en la marcha.  Siempre digo “este año es esto, esto otro y nada más” y termino con un montón de trabajo.  Es, en principio, este 2019 es el año del monólogo.  En marzo 8 se presenta en Caracas el Taller de Actuación Espina con Francis Rueda, dirigida por Oscar Acosta; Yrali López Guevara lo estrenará en Puerto Ordaz e Ivonee Varela en Barcelona.  En mayo estrena Cheily: Princesa de Catia con Annie Ferrer, dirigida por Maenys José Pérez.  Tengo una pieza cuya protagonista es una transformista, Noche tan linda, presentada en Nueva York, Buenos Aires y Lima que me gustaría se presentara en Caracas… de nuevo, el cerro en escena.
¿Y en Nueva York que pasa con usted y tu teatro?
Si, entiendo tu pregunta, ya tengo varios textos en inglés.  De hecho, creo que este 2019 se realizará la lectura dramatizada de uno de ellos, The Old Wound (La vieja herida)- con miras a su producción.  Por otra parte, además del par de nominaciones de los premios ACE  por -actuación masculina en unipersonal a César Augusto Cova y Dramaturgia a este servidor- Cariaquito Morao tendrá su temporada en marzo.   Viene la temporada en el   Teatro Círculo, compañía del patio, todos los años organiza la temporada de CallBack donde presentan montajes estrenados en la ciudad, que tuvieron pocas funciones y que merecen ser vistos de nuevo.
Otro punto que estoy trabajando aquí es promover dramaturgos venezolanos.  Estoy involucrado con un grupo, Teátrica, y propuse leer autores venezolanos y que en Venezuela se realicen lecturas de autores hispanos.  La primera autora fue Mariozzi Carmona.  En octubre del 2018 se realizó una lectura de su pieza Mujermente hablando y mira, la pegamos: ahora en enero Mujermente hablando tendrá su temporada breve, dirigida por Walter Ventosilla, hombre de teatro integral, de origen peruano.  Es el intento de convertir en acción mi admiración a nuestros creadores.
¿Es el norte una quimera, como lo canta Luis Fragachán, guasa popularizada desde 1928?
Creo que la quimera no es el norte o el sur.  La quimera está en la cabeza.  En mi caso, el punto fue tener clara mi quimera y aguantar, aguantar muchos no.  No fue ni es fácil, pero tanta terquedad con la vida y la quimera se volvió obras dramáticas… que empiezan a conocerse.
¿Qué hace en este invierno?
El invierno, además de pasar frío, será para la tesis.  Tengo la energía concentrada en finalizar ese proyecto.  Sigo de cerca lo que por allá se hace.  Escribir implica curiosidad. Cuando puedo, entro a las redes sociales.  Me gusta ver imágenes de los diferentes montajes, hay fotos impactantes.  También reviso los títulos de la cartelera, comentarios, críticas para tener idea de qué se representa y por qué: por qué determinada obra, qué cosas puede sugerir al espectador, qué impacto puede tener en él.  Ello me lleva a tener una idea del país a partir del teatro.

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