sábado, enero 04, 2020

Apacuana 2019 y sus tres piezas teatrales

Rafael García, ganador del primer premio

El Premio Nacional de Dramaturgia Apacuana fue creado en el año 2015 por la Compañía Nacional de Teatro para estimular la creación de aquellas obras teatrales cuya temática promuevan el análisis y la discusión de la teatralidad venezolana mediante el reconocimiento de nuevos planteamientos discursivos y estéticos de la dramaturgia nacional.
En ocasión de la quinta entrega del Premio Apacuana, correspondiente al año 2019, hemos entrevistado a los autores de Diez minutos (Rafael García), Cantaura (Aníbal Grunn) y Los papeles de Charo de (Rosa María Rappa) por ser los  que más destacaron de la reciente competencia y por eso resaltamos aquí algunos aspectos de sus temáticas y argumentaciones, gracias a las entrevistas  que hicimos a sus escritores.
Diez minutos, identificada con el seudónimo “Machín”, resultó ganadora del Apacuana de Dramaturgia 2019, según el jurado evaluador, conformado por José Gabriel Núñez, Franklin Tovar y Tomás Jurado Zabala, el cual  luego de su deliberación, manifestó que se trata de  un texto de acertada eficacia dramática, formalmente estructurado, en donde se expone un tema de carácter universal mediante un conflicto que se plantea entre el drama y la comedia, el individuo y la sociedad, a través de unos personajes cuidadosamente construidos en sus caracteres, que lucen bien definidos y en función de una atmósfera envolvente y un lenguaje totalizador, como suscribe el acta definitiva.
¿De qué trata Diez minutos, cuál es su argumento y su temática?, preguntamos a Rafael.
El protagonista, a quien llamo Hombre I, le paga a una empresa que brinda los servicios de una muerte sin dolor, una muerte deseada. Es decir, es una fantasía letal. La empresa le pide como requisito al Hombre I que cite a las personas importantes de su vida, con quienes le gustaría verse por última vez, éstas se supone que van a convencerlo de que continúe con su vida, que no consuma lo que ofrece la empresa. Esto es una prueba para ver si el cliente está seguro de lo que está haciendo. Pues bien, el Hombre I recibe a las personas que citó y para hablar con ellas solo tiene diez minutos. Y de todas personas que cita, solo una le genera al Hombre I lo que nunca antes le habían generado. La obra transcurre en las instalaciones de la empresa. La mayoría de las escenas ocurren mientras el Hombre I va recibiendo a todas las personas que entran a verle. La temática es la indolencia. Indolencia por parte de la empresa, sus trabajadores y las personas que visitan al Hombre I. También podría decir que está presente la desesperanza.  El Hombre I representa la desesperanza. Por supuesto, si existe una empresa como esa es porque hay gente desesperanzada.             
¿Por qué ese título?
Diez minutos es el tiempo que se supone tienen que durar las visitas. Digo se supone porque esto a la empresa no le importa, casi nunca se cumple. Es un tiempo corto que representa indolencia. Una vida desesperanzada merece mucho, mucho más.  

¿Cómo es Cantaura? le preguntamos a Aníbal.
La obra en cuestión, cuenta Aníbal,  está ubicada en el año 2009 y cuenta la historia de tres compañeros, ex - guerrilleros, que en el año 1982, estuvieron involucrados en el tema de Cantaura y ahora, forman parte del proceso revolucionario, como directivos de un colegio público. Luchando desde hace nueve años contra la corrupción, la vagabundería de los obreros, los docentes inescrupulosos que viven de reposo en reposo y tantos temas que afectan la educación. En medio de esas discusiones recuerdan sus luchas desde hace tantos años como guerrilleros y por supuesto la masacre de Cantaura, que aún, pese a todo no se ha podido aclarar y sigue siendo un tema tabú para muchas instituciones.
Subraya Aníbal que “el tema de nuestra  Cantaura, como el tema de El Amparo, otra masacre, y como tantas cosas que en este país preferimos olvidar y no meternos en profundidades, me llaman mucho la atención. Creo que el arte está para eso, para denunciar, para exponer, para mostrar, aunque no debe aportar soluciones, para que todo lo que se diga sea reflexivo, no complaciente ni cómodo. Es necesario que el teatro genere cierto picor, al igual que el cine, la literatura y toda expresión de artistas comprometidos con un país y con un pueblo.
Los papeles de Charo
 Rosa, a quien conocemos desde hace muchos años por ser colega periodista y además amiga,  explicó que “Los papeles de Charo es una recreación muy personal de un personaje y un episodio en su vida del que yo tenía mucho que aprender: Rosario Conde Picavea, la primera esposa de Camilo José Cela, a quien el laureado escritor había dejado por una mujer mucho más joven que ella y que él”.
¿Cuál la temática y la argumentación?  
 El episodio de la entrega del Premio Nobel de Literatura en 1989 fue para mí la excusa para que Charo hablara sobre su propia estima, la reflexionara y defendiera entre un mar de posiciones y prejuicios que fueron -aún son- el lastre de muchas mujeres que se casaban bajo el lema del "hasta que la muerte los separe", pero que requerían la firma de su padre o esposo para respirar o abrir una cuenta en el banco. 
Rosario Conde y Camilo José Cela formaron un matrimonio durante 45 años, tiempo en que no solo construyeron una familia y hogar, sino una estrecha relación de dependencia artística en la que la mujer cumplió el rol de primera lectora y mecanógrafa del célebre escritor español, la dadora de toda la contención emocional y psicológica, el anclaje en la vida física que permitiera al autor de La familia de Pascual Duarte dedicarse a la escritura, la promoción de sus obras y el padrinazgo de autores emergentes perseguidos por la censura del entonces régimen franquista.
“El matrimonio tuvo un hijo, a quien llamó Camilo José, como el padre. Éste, a su vez, tuvo una hija, que fue bautizada como Camila. La impronta del padre y abuelo dejaba cual marca de agua un sello familiar denotativo de la fuerte presencia Cela en la vida de todos. ¿Y qué pasaba con Charo? Un tanto antes de que la Academia Sueca otorgara el Premio Nobel de Literatura 1989, Camilo José Cela decidió abandonar el hogar para cumplir un proyecto de nueva vida amorosa con una periodista 42 años más joven que él”.
“Charo se quedó con el hogar medio vacío, aunque acompañada por su hijo, nuera, nieta y un sinfín de borradores, manuscritos, machotes y páginas compuestas de la revista literaria Papeles de Son Armadans que marcó un espacio de sobrevivencia en la pujante literatura en una fracción importante de la historia española. Se quedó como había vivido, oculta por las intensidades lumínicas del escritor y su atractivo temperamento artístico. Existían, sin embargo, muchas historias ocultas que el dolor de la partida hizo que surgieran”.
“El resultado fue un texto que para mí es hermoso, pues sus diálogos significan la esencia de mi propia rendición y renacimiento. Escribirlo dolió, pero también acarició mi alma. Con Los papeles de Charo no solo vivo ahora la alegría del reconocimiento con la mención honorífica que el jurado del Concurso Apacuana de la Compañía Nacional de Teatro tuvo la delicada intención de premiar, sino que también alcancé el ascenso a categoría Asociado como docente de la Unearte, en noviembre de 2018. Haberlo escrito, en muchos sentidos, fue una salvación”.
 Ahora hay que esperar que el director de la Compañía Nacional de Teatro, Carlos Arroyo, haga los anuncios respectivos de las fechas de los montajes y los elencos.
Hay que recordar que el ganador de Diez minutos recibirá 50 millones de bolívares.

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