martes, enero 21, 2020

Ettedgui y Giménez para el teatro criollo


En los años 1981 y 1993 hicieron “mutis por el foro” dos artistas teatrales importantes para las artes escénicas  criollas. El primero era Marco Antonio Ettedgui y el otro fue el “pirata del sur”, como lo apodaron sus rivales, Carlos Giménez, esteta y gerente sin igual, fundador y productor de los  los ocho Festivales Internacionales Teatro de Caracas y del grupo Rajatabla, menguada institución que ahora gerencia una sala ubicada en el patio trasero de Unearte.
Nosotros, sobre Giménez, pudimos "confeccionar" sendos librs con recortes de prensa y una serie de documentos suyos, así como un conjunto de cartas personales y textos para conferencias,  los cuales hemos publicado con los títulos Carlos Giménez: Tiempo y Espacio y Carlos Giménez: Antes y Después.
Pero el nombre de Marco Antonio Ettedgui puede que no sea muy popular en nuestros tiempos. Quienes sí tienen conocimiento sobre él, suelen recordarlo como aquel hombre joven que murió cuando la joven Julie Restifo, por accidente, lo mató durante la representación de Eclipse en la casa grandeobra teatral de Javier Vidal en la Sala Rajatabla (Caracas, 1981), durante un lamentable suceso con la baqueta de un fusil napoleónico que lo atravesó.
Otros conocen a Ettedgui por haber sido un destacado dramaturgo y actor venezolano. “Él tenía una conexión con las artes plásticas, performance, arte corporal, video, y radio; una mezcla muy compleja con un conocimiento del hecho escénico tal, a pesar de ser tan joven”.
Ettedgui nació en Caracas durante 1958. Estudió Comunicación Social, carrera que relacionó con el teatro. Fue columnista del diario El Universal en la sección cultural, desde 1980. También fue columnista de El Carabobeño y de la revista Sunshine.
Así se expresó Carlos Dimeo, un intelectual venezolano-argentino quien tiene, precisamente, un doctorado en Ciencias Sociales Mención Estudios Culturales de la Universidad de Carabobo, sobre Ettedgui. Su amor hacia el teatro lo llevó a realizar una investigación que tardó cuatro años en terminar para plasmarla, tiempo después, en el libro Marco Antonio Ettedgui: Poéticas teatrales Pos (t) modernas: Sacralización y Carnavalización / Dialogismo y Polifonía”.
Sin embargo, Marco Antonio Ettedgui, a pesar de haber comenzado en el teatro cuando tenía 17 años, se codeó con estos dramaturgos a tal punto de “rejuvenecer” al teatro venezolano. “Gracias a Ettedgui se marcó una vanguardia en Venezuela, transformando al país en el frente del movimiento cultural de Latinoamérica”, expresó Dimeo.
El libro de Dimeo, estructurado como cuaderno de bitácora en el contenido de las páginas, se adentra a la teoría y discusión epistemológica que sistematiza la producción de Ettedgui dentro de su trayectoria en eventos, acciones, y piezas teatrales, elementos que expanden un análisis de las poéticas y textos que se convierten en sacralización, ritualización y carnavalización (dos de ellos expuestos en el título de la obra).
Dimeo explica que para Ettedgui el tiempo y espacio como relación dentro de una escena no se refiere a un tiempo y un espacio “que pudiéramos llamar concreto o histórico”, según su visión y posterior definición, sería “mítico y mágico”, tal afirmación le da cabida a lo irreal en el teatro.
Dimeo afirma que  todo esto permite enlazar el teatro de Ettedgui con el simbolismo, las vanguardias históricas y también con la dimensión idealista que representan los rituales ancestrales del teatro latinoamericano puesto que le hacen frente a la visión realista y objetivista del mundo a través de una trinchera suprasensible que se aleja de la realidad circundante.
Dimeo plantea que el teatro venezolano merece ser difundido y más  aún si se trata de Ettedgui debido a que estuvo en la punta de la vanguardia teatral del país y Latinoamérica, tanto así, que en Argentina, Colombia y México, utilizan hoy en día el vídeo, la proyección de imágenes, el doblaje y el uso del cuerpo humano como objeto de representación dentro de las obras, propuestas provenientes de su creatividad, las cuales fueron llevadas por él en su época “a una perfección inusitada”.
Dimeo confesó haber sentido su presencia cuando creyó que la investigación pudo haber fracasado. “No soy místico, quizás fue a través de tus textos y obra, pero tuve una conexión”.
Quedan,pues, tres libros para que las memorias de Ettedgui y Giménez no se las lleve el tiempo.


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