domingo, septiembre 05, 2010

Un año con "Cubalibre"

No es frecuente que un espectáculo teatral permanezca 12 meses en un escenario de Caracas. Al comenzar el último decenio del siglo XX, José Ignacio Cabrujas y Carlos Giménez denunciaban que el teatro venezolano “se programaba para el fracaso” porque ningún productor hacia cálculos financieros más allá de las 24 funciones, o sea ocho fines de semana. ¡La profesionalización era difícil!
Pero ahora, cuando cierra la primera década de la centuria XXl, las cosas han cambiado notablemente y es por eso que Mimí Lazo y Luis Fernández, además de una veintena de actrices que por ahí han pasado, están festejando el primer año en temporada del montaje A 2,50 la Cubalibre, pieza de Ibrahim Guerra que desde el 3 septiembre de 2009 se exhibe en el Teatro Bar, en la calle Orinoco de Las Mercedes.
A 2,50 la Cubalibre es uno de los más inteligentes y audaces experimentos de las artes escénicas venezolanas, durante las ultimas tres décadas, el cual consiste en recrear un bar dentro un espacio teatral y exhibir, ante unas 150 personas, una noche de parranda con cinco meretrices cuyo apodos radiografían a sus dueñas: La Sabrosa, La Guevona, La Enrollada, Blanca Rosa y La Caimana. Damiselas que atrapan al espectador para hacerlo partícipe de sus respectivos mundos y dejarlo manosear unas existencias cargadas de carencias, miserias, deseos, sueños, amores y desencuentros; todo un sinfín de múltiples frustraciones existenciales.
Es un agresivo acto teatral con cinco monólogos y sus coros, donde desenfadas actrices, acompañándose con música de despecho, encarnan a mesoneras o ficheras que revelan angustias y miserias, nacidas o fomentadas dentro de una sociedad machista y falócrata que exige o permite la prostitución para diversión de sus machos o iniciación de sus padrotes emergentes. ¿El fin justifica los medios?
Guerra estrenó su espectáculo híper realista A 2,50 la Cubalibre en la Sala Rajatabla, durante la temporada de 1981. Un montaje con cinco prostitutas convertidas en objetos de los deseos de espectadores-amantes tarifados, a quienes, a lo largo de unos 60 largos minutos, divierten o entretienen con las evocaciones de sus respectivas nostalgias, y algo más, mientras hacen singulares estreteases psicológicos en el bar El Acuario,
El dramaturgo Guerra revela que su “Cubalibre” tiene connotaciones de diferentes índoles, sobre todo políticas, pero originalmente su obra alude directamente a la indefensión y desamparo en el cual se encuentran las mujeres de su universo teatral. “Yo no pensé en eso cuando se lo puse a mi pieza. En mi época de estudiante de ingeniería en la UCV, durante la década de los sesenta, frecuentaba al Bar Yaracuy, en Los Chaguaramos, para jugar dominó y descargar con mis compañeros. Todos tomábamos cerveza y, a veces, una Cubalibre, un poco más cara, a 2,50 bolívares. Mi pieza es de botiquín y debe representarse en uno de ellos o en un espacio que lo parezca. Todo en ella debe ser propio de ese insólito lugar de esparcimiento etílico. A el acuden hombres y son atendidos por mujeres, quienes, aparte de limpiar mesas y servir los tragos, a veces escuchan de los parroquianos las historias sobre sus mujeres, pero, en otras ocasiones, ellas también hablan de sus hombres, y, sobre todo, de sus hijos. Mi obra encierra ese mundo patético de nuestra realidad latinoamericana, fundamentada en amores frustrados, soledades compartidas y mujeres abandonadas a la suerte de Dios, prisioneras en un mundo, supuestamente, libre”.
Reposición 2009
El montaje de A 2,50 la Cubalibre, en el 2009, fue logrado con la pulcra y cómplice dirección de Luis Fernández y la esmerada producción de Mimí Lazo. Han participado las reconocidas actrices Alba Roversi, Nohely Arteaga, Lourdes Valera, Sonia Villamizar, Rosalinda Serfaty, Mayra Alejandra, Sindy Lazo, Beatriz Valdés, Elaiza Gil, Mirela Mendoza, Erika Santiago y Mimí Lazo, entre otras. Ellas se entregan a encarnar sus hetairas, quienes no temen a la sobreactuación porque nunca alcanzan los límites patéticos de sus personajes. Ellas también son féminas sufren y tanto como sus sosias teatrales, porque son víctimas de la misma sociedad.
Guerra no hace sociología ni cosa parecida; utiliza al teatro para interpretar y revelar una realidad siempre superior a la ficción en ese hipotético bar El Acuario. Su trabajo ha sido poetizar una historia teatral, inspirado en situaciones reales y concretas tan sórdidas que pueden parecer inverosímiles. Román Chalbaud, Rodolfo Santana y hasta Gustavo Ott también abordaron la problemática de las mujeres convertidas en objetos y crearon piezas con éxito de audiencia, porque siempre la temática femenina será atractiva, ya que sin ellas la especie no tendría vida.¡Por supuesto que la condición social mujeril en el siglo XXI y en Venezuela ha evolucionado para su beneficio, pero todavía queda mucha prostitución… y no solo de ellas…lamentablemente la “Cuba libre” ya no se expende a ese precio!
Mas de 20 mil
El teatro sin financiamiento del Estado lo paga el público y es por eso que, como cuenta Luis Fernández, llevan 170 representaciones desde aquel 3 de septiembre, las cuales contabilizan 20 mil espectadores. “Mimí tuvo la genial idea de armar dos elencos muy distintos, pero de muy alto nivel; luego se añadió un tercero. No es una obra fácil para las actrices. El ejercicio escénico de la Cuba libre es muy duro, saca sin duda lo mejor de uno como artista pero también lo peor como ser humano y no es fácil ponerse en contacto con eso, no es algo que uno haga a diario, pero es la única manera de interpretar esta obra. En esta obra, y de allí la genialidad de la propuesta de Guerra, el sexto personaje es el público. Cada noche cambia, reacciona diferente, se emborracha, ríe o sufre a su modo y eso mantiene alerta a todo el elenco porque es algo que sucede cada noche y es irrepetible. La idea es provocar la catarsis colectiva y el público entra en el juego. No es un espectador pasivo, participa y propone y allí, en ese momento, ocurre la obra. Celebramos, el pasado 3 de septiembre, un año ininterrumpido de funciones, el mismo día que estrenamos la obra en Bogotá con elenco colombiano, y aquí en Caracas pretendemos seguir hasta que el público así lo decida”.
Brebaje romántico
Al coctel de ron Bacardí y Coca Cola, además de unas gotas de jugo de limón y del venezolano Amargo de Angostura, con unos cubitos de hielo, lo bautizaron “Cubalibre”, por abierta connotación política de sus creadores (españoles, estadounidenses y cubanos), durante el crispado final del siglo XIX e inicios del atómico XX. Tal refinamiento, para brindar por la paz, por la vida y por el amor, se hizo popular en Venezuela, país abierto a modas foráneas, como el béisbol y el whiskey, y es por ello y muchas cosas más que en bares, o botiquines, especialmente los caraqueños, tal brebaje se expendía a 2,50 bolívares (de los viejos, por supuesto), ante lo cual el dramaturgo Ibrahim Guerra (Caracas, 1944) bautizó como A 2,50 la Cubalibre, su desopilante pieza.

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