viernes, septiembre 30, 2005

Ahora Bogotá

Desde la temporada del 2004, la pieza Jav y Jos, de José Simón Escalona, en el audaz montaje que se inventó Daniel Uribe, ha seguido capturado espectadores venezolanos, alcanzando, al cabo de dos años, no menos de 50 mil espectadores en esta Tierra de Gracia. Ahora hace su primera incursión a un país vecino, precisamente a la sala Teatro Nacional, de Bogotá, donde desde este miércoles se está exhibiendo. Todavía la crítica colombiana no ha dado ni “sí” ni su “no”.
En ocasión de su reposición en el Ateneo de Caracas, pues se exhibió primero en el Celarg, donde estuvo desde febrero hasta noviembre de ese año, escribimos que al público criollo no lo asustan las locas ni las dragqueen en los teatros ni tampoco en las calles. Una parte de esa audiencia también disfruta o contempla el maratónico show que montan los travestis en las vías de Caracas o Maracaibo, sin contar los espectáculos en locales para todo tipo de espectadores. ¿Liberados o pura catarsis?
El siglo XXI puede ser como la centuria anterior: interminables desfiles de las facetas de la homosexualidad, masculina o femenina, nutrirán las carteleras teatrales ante las exigencias de la audiencia, con lo cual se materializa aquello de que “la mariquera es un buen negocio”, como lo dice el personaje Jos (Luis Fernández). Psicólogos, psiquiatras o sociólogos pueden arrojar unas cuantas luces sobre esas conductas voyeristas del público o ayudar a definir así los lineamientos de una estética del gusto homoerótico, la cual aparece o se desborda cuando la oportunidad es mostrada desde las tablas o en la penumbra de una avenida. Y una prueba de ello es el éxito de taquilla que hasta ahora ha obtenido esta pieza de José Simón Escalona, la cual, bajo la dirección de Daniel Uribe y con las actuaciones de Luis Fernández, Juan Carlos Alarcón y Miguel Gutiérrez, hizo temporada en la Sala Anna Julia Rojas.
Jav y Jos (1984), estrenada por Javier Vidal y el mismo Escalona dos años después, es otra joyita de la dramaturgia de temática homosexual o gay, la cual antes ha sido abordada de forma directa o tangencial por autores como Antonio Saavedra, Leopoldo Ayala Michelena, Rafael Guinand, Román Chalbaud, Isaac Chocrón, Johnny Gavkloski y hasta el bolivariano Rodolfo Santana. Para esta pieza, su autor retoma las enseñanzas de Chocrón y plasma la historia del dueto Jav y Jos, quienes han decidido terminar su relación de pareja o amistad íntima ante el hastío en que sobrenadan sus angustias existenciales y, fundamentalmente, porque han descubierto que la vejez, para no aludir a la muerte, es imparable y que lo mejor es romper para volver a empezar otra unión, creyendo que así el tiempo retrocede y continuarán viviendo en “el país de nunca jamás”, porque son, sin saberlo o comprenderlo, versiones carnales del fantástico Peter Pan.
Tennessee Williams enseña que lo importante de una pieza teatral no es la conducta sexual de los personajes, sino que en ella se digan cosas más universales y no tan particulares. Eso ocurre con Jav y Jos, que no es sólo una mascarada que se inventan unos homosexuales para exorcizar sus soledades o angustias existenciales. Es un recurso del autor para mostrar y proponer una reflexión sobre las peculiaridades de una vida en pareja cuando ésta no tiene hijos carnales o putativos, ni tareas que les consuman tiempo y reflexiones cotidianas. Es un show sobre la soledad en medio del boato de la farándula y la vida sin complicaciones, al tiempo que es un permanente viaje hacia el pasado perdido.
El espectáculo Jav y Jos del siglo XXI, tiene un exultante barroquismo, sin exagerar ni mostrar más allá de las nalgas de Valcárcel. El gran trabajo es de los actores, en especial de Fernández, no sólo por el riesgo físico -usan elevados tacones todo el tiempo- sino por la caracterización que dan a sus personajes, quienes oscilan entre el desenfrenado dragqueen hasta el respetable caballero fashion que no tiene ni entiende la razón misma de su existencia. Hay decenas de chistes para disfrutar, pero la atmósfera es trágica, aunque las luces de una discoteca inviten a olvidar.
¿Que pasará en Bogotá? No sabemos, pero es interesante esta confrontación, tanto por la pieza, como por los actores. Ya escribiremos sobre ello.

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