jueves, febrero 02, 2006

Auschwitz

No se pueden aceptar discriminaciones por razas, religiones o credos o ideologías políticas, sexos o conductas sexuales, condiciones sociales o todas aquellas que, en general, tengan como único objetivo anular o menoscabar los derechos y libertades de toda persona, así reza el artículo 21 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Lamentablemente eso no se cumple a cabalidad y hay constantes violaciones de esa norma, por lo que es un deber ciudadano denunciarlas porque sí hoy se persigue a un mujer por negra o afroamericana, nadie se extrañe de que mañana sea una vasca, o que se le caiga a piedras a un musulmán o un budista por el colorido de sus atuendos, o posiblemente se dispare contra el testigo de uno de esos vejámenes. Nadie, pues, está blindado o protegido ante las eventuales violaciones de sus derechos humanos, aunque esté plasmado en la Carta Magna, y para ello hay que estar alerta y gritarlo cuando se conozca para que nunca más vuelva a ocurrir... y si eso no sirve habrá que organizarse para la defensa misma de la vida.! ¿Algún día se podrá superar la segunda Edad Media en que vive esta civilización!?
Recordamos esto porque hemos visto el espectáculo Número 174517 Auschwitz, el pasado domingo en la Sinagoga de San Bernardino. Es un estrujante monólogo, creado y actuado por el primer actor Omar Gonzalo, a partir del libro Si esto es un hombre de Primo Levi, el cual, como su título lo expresa, alude a uno de los tantos horrores que desataron los nacionalsocialistas durante la pasada Segunda Guerra Mundial, pero en especial contra el pueblo judío por un odio irracional de sus líderes con Adolfo Hitler a la cabeza.
Esta puntual producción de Benjamín Cohen y la dirección de Cultura de la Unión Israelita de Caracas, Número 174517 Auschwitz, es una audaz creación de Omar Gonzalo como versionista del libro de Primo Levi, uno de los pocos judíos sobrevivientes de esos sórdidos campos de concentración que crearon los nazis para hacer posible “la solución final”, que no era otra cosa que el exterminio de todas las razas que no fuesen arias, de un inenarrable holocausto donde los hijos de David llevaron la peor parte. Pero por más juicios que se le hicieron a los carniceros alemanes, se perdieron algo así como seis millones de personas cuyo único delito era haber nacido en un hogar hebreo.Ver ese híbrido de conmovedora lectura dramatizada y alucinante actuación desgarrada que utiliza Omar Gonzalo para llegar al público y hacerle sentir el horror que vivió Primo Levi y otros miles de judíos en Auschwitz, es tener que aceptar que sí hubo seres humanos que superaron a las bestias con su barbarie, una gente que se olvidó no sólo de Dios sino también de la posibilidad de que el resto de la humanidad les pasara factura y los llevara al cadalso como en efecto ocurrió.
La pieza que ha logrado Omar Gonzalo captura los relatos esenciales del libro Si esto es un hombre, en especial los relativos a la no-vida en las ergástulas donde recluyeron a los esclavos judíos y hace énfasis en el carácter indomable de su protagonista, Primo Levi, para sobrevivir en aquel infierno y convertirse así, por paradojas del destino, en el más famoso superviviente de Auschwitz, porque no sólo pudo contarlo sino que luchó para hacerlo conocer y gritar una y otra vez: Nunca más.
Hay momentos de tal crudeza en Número 174517 Auschwitz que el más avezado espectador puede tener convulsiones en su estómago, porque lo que está escuchando o mostrando no es ficción, sino una serie de hechos reales que eran ignorados en América, o que aún son desconocidos o incluso pretenden negarlos ahora . No se trata de un teatro más. Es una crónica desde un infierno inventado por seres convertidos en bestias, desgraciados seres que después pagaron con sus vidas tales maldades, pero cuya semilla esta ahí, dispersa y esperando volver a germinar, porque los odios y los resentimientos aún anidan en la mayoría de las sociedades y pueden emerger en cualquier momento, bien por la manipulación de gobernantes inescrupulosos o por falsos intelectuales. De ahí la importancia de predicar el respeto a los derechos humanos e internalizarlos, porque si hoy no defiendes a tu vecino, mañana tendrás que hacerte matar por tu familia si desaparecen las barreras a las discriminaciones.

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