miércoles, mayo 31, 2006

Nueva York no es una quimera




No es Moisés Kaufman el único teatrero venezolano que vive y trabaja en Nueva York, donde es una figura destacadísima. Hay unos cuantos criollos más que luchan a diario para triunfar en sus respectivas especialidades.Tal es el caso de Aminta de Lara, Pablo García Gámez y Marcelo Rodriguez quienes, al cabo de varios años de resistencia o sobrevivencia, comienzan a destacarse o cotizarse en el exigente mercado de las artes escénicas.
Español e inglés
Tras estudiar y vivir en Nueva York a lo largo de diez años y unas cuantas incursiones en su natal Caracas, Aminta de Lara se reinstaló en Manhattan desde 2003. Admite que para cada etapa de su vida ha tenido una razón de ser. “En este instante estoy muy a gusto. Pero admito que es muy difícil aburrirse en nuestra patria herida, el tedio no tiene cabida en medio de tanta contradicción. Lo que prefiero en realidad es un lugar donde estar en paz, como Nueva York”. Hace teatro, bien como actriz o directora, en español y en inglés. Considera que mientras más personas vean el trabajo mayor será la capacidad de reflexión: “Al hacerlo exclusivamente en español se le está negando esa oportunidad a un número significativo de personas”.
Su mas reciente éxito artístico, como autora, actriz y directora le viene por La importancia de llamarse Blanca, comedia ambientada en medio del espanto de las transiciones entre los gobiernos de Lusinchi, Pérez II y Caldera II. “Me di cuenta que difícilmente encontraba a compatriota alguno sintiéndose responsable por las acciones de esos gobernantes por los que había votado, o por las consecuencias de esos resultados electorales, por no haber ido a votar. Creo que tenemos una especial contradicción en ese sentido. Nos parece que si no nos toca muy de cerca no nos está pasando y en consecuencia cuando, por destino, nos corresponde asumir posiciones de importancia carecemos de la valoración ética apropiada. Fue una producción de Latin American Theatre Ensemble, se estrenó en la sala Julia de Burgos, estuvimos cuatro semanas en cartelera y me acompañaron en esa hermosa oportunidad los venezolanos Fernando Then y Pedro de Llano, además de Diana Chery. Me encantaría mostrarla en Caracas”.
Informa que en estos momentos se ha mudado, provisionalmente, a Washington para actuar en Los pecados de Sor Juana Inés de La Cruz, de Karen Zacarías, una producción del Teatro Gala, puesta en escena por Abel López. En Nueva York su agrupación Sinteatro abrió ya su sede y ha recibido invitación de Ellen Stuart para estrenar Golondrina, su última obra, en La MaMa, “obviamente en inglés”.
Blanco Blanco
Pablo García Gaméz, con 41 años en su cédula de identidad, lleva 14 viviendo en Nueva York, y acepta que su vida artística ha ido madurando. “Con sus altos y bajos, he estado en un continuo proceso de aprendizaje, un aprendizaje formal e informal. Se aprende en una clase de HB Studio o de un salvadoreño en la calle que te cuenta que la música de los Guaraguao estaba prohibida por la derecha de su país cuando la guerra civil y te podían fusilar. Redescubres el bagaje que arrastras: ese bagaje, esa identidad o ese molde que te dio el país de origen y que es uno de los factores para sobrevivir o hundirse”.
Cuenta que su ubicación en el contexto artístico de Nueva York ha sido un proceso. “Ando con Iati, un grupo pequeño off-off Broadway, fundado en los años 80 por el venezolano Abdón Villamizar, pero él ya no está al frente de su dirección. Hemos trabajado para tener un espacio en la calle cuatro este de Manhattan, la cuadra donde está La MaMa y el New York Theater Workshop. Es una zona que puede convertirse en distrito teatral. Para ubicarme ha sido indispensable la terquedad: más de una vez las he pasado negras, pero había que respirar profundo y seguir adelante. He contado con amigos y conocidos que me han tirado la toalla: la primera vez que una de mis obras alcanzó un escenario aquí fue gracias al grupo Pregones. En los talleres de Ollantay he afinado herramientas dramatúrgicas y gracias a Pedro de Llano llegué a Iati como operador de sonido; después el grupo ha montado tres piezas de mi autoría. Creo que hay que ser terco, actualizarse y estar abierto a lo que pueda pasar. Colaboro con Teatro en Miami, una revista que circula por Internet haciendo comentarios sobre grupos hispanos de Nueva York. En dramaturgia, dirijo un programa de difusión de autores, coordino el laboratorio de Iati integrado por Diana Chery, Eva Cristina Vásquez, Berioska Ipinza, Alejandro Aragón y este servidor, lo que permite diversidad de criterios e intensas discusiones. Con el laboratorio hicimos un show case patrocinado por ART NY y conseguimos financiamiento para publicar esas obras; ahora, en julio o agosto, el autor boricua Roberto Ramos Perea vendrá a darnos un taller intensivo. Actualmente tengo en cartelera a Blanco Blanco, obra que tiene su historia: escrita en 1997 para un proyecto que iba a realizar Elio Palencia en Madrid, se quedó engavetada siete años hasta que la mandé al concurso Proyecto Asunción”.
Premio teatral
Marcelo Rodríguez (Caracas, 1964), uno de los hijos de Yolanda Laprea de Rodríguez, se graduó de periodista en audiovisuales en la Universidad Central de Venezuela, pero también estudió en la Escuela Nacional de Teatro y después en Nueva York se especializó en teatro musical en uno de los Actors Studios. “Me casé, tuve un hijo, me divorcié y ¡he vivido de hacer teatro! Lo digo con alegría porque vivir actuando en esta ciudad es un privilegio. Es un mercado con tanta competencia que siempre tienes que ayudarte con otra clase de empleo para sobrevivir. Bueno, tampoco es que yo sea la excepción, porque desde hace seis años he estado trabajando como animador en español para la WWE (World Wrestling Entertainment) y mi voz se escucha en 12 países de habla hispana todas las semanas”.
El pasado jueves 11 de mayo, Repertorio Español y la Fundación MetLife le entregaron el primer premio del Concurso Nacional de Obras Teatrales MetLife 2006, integrado por un premio de tres mil dólares, a su obra Bestalia. “Ahí exploro la vida de una mujer latinoamericana obligada por su padre a irse a Estados Unidos como castigo por un hijo ilegítimo, al que tuvo que abandonar. Me inspiré en la vida de una mujer a la que conocí cuando visité a Nueva York por primera vez. Ahora Repertorio Español estrenará el espectáculo en la temporada del 2007”.
El galardón -relata- lo ganó por haber sobresalido entre otras 77 piezas que llegaron al concurso desde todos los rincones de Estados Unidos. “Pero el verdadero premio -por lo menos es lo que más me interesa a mí- es recibir una producción con todos los hierros por parte de Repertorio Español, la compañía de teatro en nuestro idioma más importante de todo Estados Unidos. Además, la pieza se quedará dentro del repertorio estable y puede durar tanto como el público se interese por verla”.
Actualmente se encuentra en proceso de escribir dos nuevas piezas: “Una es sobre la vida de un hombre que ‘defiende su derecho a morir tanto como su deber de vivir’ -lo dice él, no yo- y una comedia musical que cuenta las intimidades de dos familias hispanas que llegan a Estados Unidos en busca del sueño americano -léase un (a) gringo (a) para su hija (o)- y terminan encontrando algo que pudieron haber hallado en sus propios paises...¡el amor verdadero y la felicidad!

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