martes, abril 17, 2007

Humor venezolano divierte a los españoles

El actor Héctor Moreno Guzmán (Caracas, 1 de noviembre de 1969) superó al miedo, saltó el charco y llegó hasta España para probar las duras tablas de sus escenarios. Atacó en Madrid y después pasó a Barcelona donde lleva dos largos años. Y según lo que cuenta tan mal no le ha ido y una prueba de ello es que ya tiene dos espectáculos para exhibirlos en sendos festivales durante los venideros mayo y julio, sin contar las anteriores temporadas que ha realizado.
Le preguntamos por qué ese cambio tan rotundo de vida y él dice que “todo ha sido un adiós forzado y casual. Forzado porque fui victima de un secuestro express, desde un sótano de Parque Central, y por eso mi situación cambió. Me volví un paranoico y la inseguridad terminó casi por encerrarme en mi casa. Y casual porque en medio de todo decidí visitar en unas navidades a mi amigo Aitor Gaviria en Madrid. Eso me permitió además entrar al canal Tele 5 y representar a Jacqueline Aguilera en el reality Gran Hermano VIP. Me invitaron a quedarme. Luego vino la contratación por parte de una compañía de teatro madrileña y lo tomé como una señal. Y aquí estoy. La adaptación fue muy rápida y buena. En Barcelona, donde ahora vivo, un poco más lenta, pero me siento bien.
-¿Nostalgia?
-Toda. Echo mucho de menos a mi familia, a mis amigos, al Ávila, a Rajatabla. A veces la paso fatal. Añoro nuestro clima nuestro. Es jodido estar lejos. Lloro más de lo que me gustaría cuando pienso en lo que dejé atrás, como mi historial artístico que inicie en 1986.
-¿Qué pasa con la gente?¿Qué ocurre con el medio artístico?
-Los catalanes son muy particulares, no son tan abiertos como nosotros. Les parecemos "zalameros", pero al abrirte su casa o su corazón, te lo abren para siempre. El medio artístico es complicado y competitivo. Se hacen muchas cosas y el 95% son en catalán. Es muy fuerte entrar, pero ahí voy luchando. Decidí introducir un proyecto teatral para las escuelas en la Generalitat. Naufragó. Pero un par de actrices (Diana Bello e Iria Mon) me motivaron a seguir y escogimos textos de Indira Páez y montamos un pequeño espectáculo: Muérete que sí. Nos presentamos en los centros cívicos de jóvenes y terminamos audicionando en el teatro Llantiol de Barcelona y ahora hacemos temporada en Manduca. Nos ha dio bien.
-¿Cómo es el espectáculo?¿Por qué Indira Páez?
-El espectáculo es una performance de 50 minutos donde la gente se ríe mucho. Queríamos que la gente se la pasara bien. Y creo que lo logramos. No teníamos mayores pretensiones sino divertirnos y divertir. Invertimos nuestro dinero en la producción: vestuario, utilería y volantes para la publicidad. Te puedo decir que ya lo recuperamos. Es sencillo, pero las pasas bien. Además el Manduca es un café -teatro que no permite ni obras largas ni dramas. La gente va allí a ver por lo general Stand Up Comedy mientras se toma una copa. Escogí a Indira porque me encanta su teatro sencillo, diáfano, alegre. Como ella. Como yo. Es un teatro inteligentísimo (aquí más como ella que como yo) y me divierte mucho. Además Indira es mi amiga desde hace más de 20 años. Comenzamos por allá en los 80 con Emilia Rojas y desde entonces nuestras historias se han encontrado y desencontrado. Como el amor. El afecto nos une. Y debo decir que me ha traído mucha suerte. Ya hemos sido invitados formalmente a un festival de teatro en Jaén, al cual iremos además con su pieza Crónicas desquiciadas, donde trabajamos con Martín Brassesco, José Luis Cartes, Natalie Cortez e Isabel Herrera, del 10 al 15 de julio. Y esa felicidad se la dedico a ella.
-¿Reacciones?
-Es muy difícil que un crítico se mueva ver un espectáculo en una sala underground como el Llantiol o el Manduca. Hay muchas salas así aquí, pero no tienen la magnitud ni presentan un espectáculo que lleve a los críticos. Pero no importa mucho. Aquí la creación sigue y sigue. La programación es riquísima. Inmensa. Yo me monto los jueves a las 23 horas y ya desde las 18 horas hay espectáculos. Las salas de este tipo presentan espectáculos diferentes cada día y se llenan. Ahora, la opinión del público es muy buena y los aplausos generosos. La gente ha reaccionado muy bien a nuestro trabajo. Por ello nos extendieron hasta abril, porque en principio íbamos sólo en diciembre.
-¿Con eso sobrevive?
-Jajaja... trabajo en un restaurante en las mañanas y mato tigres los fines de semana como relacionista de una disco. Eso me da para vivir. También hice una película y eso ayudó un poco; se trata de un medio metraje, dirigido por Theo D´arago, el cual muestra a un pintor que tiene dos mujeres y éstas le coinciden en su cumpleaños y se arma el drama. Es un tipo irónico, relajado, egoísta e insolente que le importa poco las relaciones con sus mujeres. En principio se llamaba Simpático hijo de P..., pero creo que ahora se llamará Culebrón.
-¿Sirvió de algo lo aprendido en Venezuela?
-¡Claro! No sólo actoralmente hablando sino las pilas que uno llega ser en una ciudad como Caracas. Aquí uno es cuaima y pica adelante. Aquí a los venezolanos nos va bien.
-¿Qué relación mantiene con el resto de venezolanos?
-En Cataluña hay muchos y frecuento algunos. No tanto como quisiera porque la vida de inmigrante es difícil y debes trabajar mucho y cada cual está en lo suyo. A los de Venezuela los extraño mucho y siempre estoy en contacto con ellos vía mail. Tengo buenos amigos allá y sé
que muchos son para siempre. No importa dónde estemos.

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