miércoles, junio 06, 2007

El nazismo agazapado en el teatro sureño

A los teatreros argentinos no hay que decirles lo que deben hacer para que nunca más las sombras del nazismo y el fascismo vuelvan a las calles de su país. Utilizan sus escenarios para montar una serie de obras que están presentándose y aún ensayándose en Buenos Aires, cuyas acciones se desarrollan en los tiempos de Adolfo Hitler o de Benito Mussolini, o, en su defecto, personajes ligados a estos regímenes son los que resultan protagonistas exclusivos de esos dramas.De esa manera alimentan el inconciente colectivo que debe estar presto a comparar la realidad teatral con la cotidiana y advertir que los personajes escénicos saltaron a la calle para iniciar su danzas de la muerte.
Así lo cuenta, en una precisa crónica el periodista Carlos Pacheco de La Nación bonaerense, quien puntualiza que tal peculiar saga de producciones comenzó con el estreno, en el Multiteatro, de Yo soy mi propia mujer, del norteamericano Doug Wrigth, interpretada por Julio Chávez, con dirección de Agustín Alezzo. La pieza,que se estrenò en Nueva Yotk bajo la direcciòn del venezolano Moisés Kaufmann, muestra aspectos de la vida de Lothar Bernfeide, un travestido al que se conoció con el nombre de Charlotte von Mahlsdorf y cuya vida se desarrolló en tiempo de los nazis. Extrañamente, ella nunca había sido molestada por su condición, pero, en verdad, el régimen la obligó a transformarse en su informante para poder tener así su existencia asegurada. Wrigth en su retrato de Charlotte no la juzga, ni la cuestiona, sencillamente la expone y con mucha sensibilidad. Al respecto, el actor Julio Chávez ha señalado: "Aquí hay unas circunstancias que pasaban por la mirada de la tribu y la tribu estaba feroz en ese momento. Aunque la inclinación sexual, la decisión o el gusto sexual de cada ser humano es mucho más personal de lo que nosotros suponemos, esta mujer se abalanza sobre una decisión que, además, escoge como manera de sobrevivir".
Un tiempo después, en el San Martín, se dio a conocer Camino del cielo (Himmelweg), del español Juan Mayorga, dirigida por Jorge Eines. En ella, un delegado de la Cruz Roja que visita el campo de Auschwitz y el gueto de Terezin, redacta un informe sobre la situación de los cautivos, que termina resultando útil a los intereses nazis. Para escribir este texto Mayorga se inspiró en los datos que escuchó en una conferencia y explicó: "Inmediatamente pensé que ese hombre tenía que ver con mucha gente que me rodea y probablemente conmigo mismo: alguien que quiere ayudar a las víctimas y acaba siendo cómplice del verdugo. Quise crear una ficción libre sobre la invisibilidad del horror".
A estas experiencias se sumó Un día muy particular, la obra de Ettore Scola que se ofrece en el Lorange, interpretada por Ana María Picchio y Daniel Fanego, con dirección de Manuel González Gil. Aquí la acción se desarrolla el día en que Benito Mussolini recibe la visita, en Roma, de Adolfo Hitler. Un ama de casa y un intelectual homosexual descubren sus vidas, en el interior de sus departamentos, bajo la espía de una portera fascista, mientras en las calles, el pueblo vitorea a los líderes. "Scola usa un motivo nacional -señaló Daniel Fanego- como ha sido el hecho de que Italia sea el país donde anidó el fascismo, para discurrir acerca de lo que ese régimen o ciertas sociedades autoritarias consideran seres castrados, como serían una mujer y un homosexual. Seres a los que el régimen repudiaba" .
El musical Cabaret de Joe Masteroff, John Kander y Fred Ebb, que concibió Harold Prince, continúa en este listado. Se presenta en el Astral con actuaciones de Alejandra Radano, Alejandro Paker, Marcelo Trepat y Diego Mariani, entre otros. La trama, si bien comienza a desarrollarse entre aires de libertad, poco a poco va a ir enrareciéndose, a medida que el miedo y el terror se apoderan de los personajes. Adolfo Hitler avanza sobre Alemania, las persecuciones a los judíos se hacen cada vez más intensas y algunos de los seres que aparecen en escena deben optar por integrarse al régimen.
A estas alturas puede resultar interesante detenerse a pensar por qué esos mundos asoman hoy en nuestra escena. Juan Mayorga, acostumbrado a traer al presente cuestiones de la historia dice: "En ninguna de mis piezas pretendo reconstruir un momento del pasado, sino construir una experiencia presente que quizá pueda ayudar a algún espectador a revisar un aspecto de su vida o el modo en que se organiza su sociedad. De lo que se trata es de representar formas de humillación del hombre para el hombre, lo que acaso pueda fortalecernos en la vigilancia y en la resistencia ante formas de dominación actuales".
Lo que vendrá
La autora argentina Patricia Suárez, quien en sus obras ( Valhala, El sueño de Cecilia y Rudolf) suele mostrar la conducta de personajes nazis que, escapados de Alemania, se instalaron en este país, cuando se le pide una reflexión acerca de la constante que nos ocupa comenta: "Me parece que estamos en un momento donde ciertos poderes son criminales. Tal vez enfocar el nazismo no sea más que un llamado de atención acerca de lo que está pasando. Bush, en el imperio norteamericano, dice: "Nos tiraron las Torres Gemelas, nos tiraron ántrax, tenemos que ir a otro país y atacar". De pronto ves a unos iraquíes celebrando una boda y, porque están reunidos, les tiran una bomba y matan civiles. Después se disculpan, como si la disculpa devolviera la vida. Este acto criminal es totalmente impune. Y hasta se crea un nuevo status: 'los palestinos son terroristas' y, esa generalización, es genocida".
Producciones de Patricia Suárez están incluidas en dos proyectos que se estrenarán durante julio. Uno se llama Trilogía del nazismo, dirigido por Alejandro Ullúa, y se estrenará en el Teatro del Artefacto, y el otro, Las mujeres de los nazis, subirá a escena en el Patio de Actores y será su director Héctor Levy Daniel. La Trilogía... está conformada por las obras Herr Klement, de Suárez y Leonel Giacometto; Edgardo practica, Cósima hace magia, de Patricia Suárez, y Todos los judíos fuera de Europa, de Leonel Giacometto.
Entre estas tres obras se reconstruye un mundo muy singular. En Herr Klement se muestran los tres días en que el genocida nazi Adolf Eichmann, quien se ocultó en la Argentina con el nombre de Ricardo Klement, permaneció en Buenos Aires cuando fue capturado por un grupo del Mossad israelí, en la década de 1960. Edgardo practica, definida como una comedia negra, muestra el hastío de un matrimonio alemán que oculta cuadros de Hitler en el desván de su casa. Todos los judíos... expone la relación de un profesor universitario alemán y su escribiente-esclavo judío polaco, ambos vigilados por un ama de llaves nazi en la ciudad ocupada de Dantzig.
Al referirse a sus personajes en estas producciones, Patricia Suárez, reconoce que le gusta abordarlos "como si fuera gente como nosotros; que no tengan ningún punto que los destaque respecto de los demás, excepto su pasión por el racismo. El racismo es como el lugar que te hace pertenecer. Así como vos, gracias al amor al trabajo, al amor al otro, pertenecés a una cultura, el odio también te hace pertenecer, de una manera más sencilla porque no tenés que trabajar para odiar. Basta con tachar o callar al otro. Cuando el odio te da un sentido de pertenencia vos podes ser un individuo normal pero, tenés ciertos arrebatos de odio filosóficos o actuados (cuando le das una trompada a alguien en la calle, por ejemplo) . Me gusta ese tipo de personajes, que son con los que te podés topar continuamente."
La dramaturga explica que en su familia ha sido común el odio por los nazis. Sus padres conforman un matrimonio mixto, uno es judío y el otro católico. Y ella misma siempre se ha preguntado "¿qué pasa cuando una persona que es querida tiene un pasado en el que has sido un asesino de masas o un criminal?"
En cuanto a Las mujeres de los nazis la producción estará integrada por tres obras escritas por Héctor Levy Daniel, Adriana Tursi y Patricia Suárez, en las que los autores se detienen sobre el perfil de una mujer ligada al régimen. Levy Daniel tomó a Magda Goebbels, esposa del ministro de Propaganda nazi, Joseph Goebbels; Tursi optó por Carin Goering, primera mujer del jefe de la Wehrmacht, Hermann Goering; y Suárez se ocupó de Irenna Mengele, mujer del médico nazi Joseph Mengele.
El proyecto es del autor y director Héctor Levy Daniel, un creador interesado en temas relacionados con el exterminio. Él explica que, tal vez, por su condición de judío desde niño intenta comprender por qué algunas personas deciden liquidar o aniquilar al otro. Interesado, esta vez, "en ver el nazismo desde el lado femenino" es que se relaciona con las autoras para construir este programa. Respecto de su obra destaca que investigar sobre la vida de Magda Goebbels le permitió descubrir que ella fue esposa, primero, de un magnate, luego tuvo de amante a un judío hasta que, finalmente, se casó con Goebbels. Lo que se verá en escena es un encuentro de ella con su amante judío, en el que irá filtrándose el nazismo.
"El nazismo es una bisagra fundamental en la historia -expresa el autor y director-. Mucha gente puede pensar qué sentido tiene hablar de él si es algo del pasado. Pero en realidad se retoma siempre porque expresa un modelo de comprensión de la sociedad y de la política. Sabemos hasta dónde se puede llegar. A partir del nazismo, la comprensión de la política deja de ser lo que fue."
Consultado por qué piensa que el tema aparece en este momento en varias producciones teatrales, explica: "La Argentina tuvo una dictadura terrible que dejó 30.000 desaparecidos. La nueva realidad que hemos vivido a partir de la democracia de Alfonsín está hecha de muertos. Y nosotros, los artistas, de alguna manera captamos lo que la sociedad sabe y trabajamos con eso. Es algo que no se puede soslayar. Es como cuando aparece un sueño continuamente y uno se pregunta por qué vuelve a aparecer. Vamos a seguir hablando de esto porque los desaparecidos son muertos que no han sido enterrados con el rito que les corresponde. Y se transforman en fantasmas que nos rondan continuamente. Hasta que nosotros no los integremos a nuestro sistema simbólico van a seguir apareciendo. El nazismo asoma como metáfora. A nadie le interesa observar lo que pasó en Alemania. El modelo del nazismo se convierte en un modelo de comprensión de cualquier otro fenómeno. Desgraciadamente, nos estamos remitiendo a las fuentes".
Por su parte, a varios kilómetros de la capital, en Rosario, Matías Martínez presenta Mein Karl, sobre las últimas horas de Hitler.

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