domingo, agosto 12, 2007

Ott el devorador

Este venezolano de 44 años se ha colocado en la lista de los dramaturgos más conocidos y más importantes del mundo. En su pagina web (http://www.gustavoott.com.arg/) oferta 24 de sus obras en español y 36 en diversos idiomas. Piezas que además se montan. Aquí en Caracas, controla y mantiene funcionando todo el tiempo, desde hace 15 años, al Complejo Cultural Teatro San Martín, el cual se ha convertido en un emporio cultural para la zona del suroeste por su programación comunitaria y por mantener puertas abiertas a las agrupaciones alternativas nacionales e internacionales.
Gustavo Ott ante tanto éxito no se ha enchinchorrado. Todo lo contrario: dicta talleres de dramaturguia dentro y fuera de Venezuela, además de dirigir sus espectáculos y acudir a cuanto festival lo invitan con su grupo Textoteatro. Difunde sus conocimientos porque sabe que así aprenderá mucho más, escribirá mejor y, por si fuera poco, sus obras se difundirán más de lo que ya lo son.
Admite que lo ha aprendido todo de los actores y en especial, del ejercicio intelectual que significa dirigirlos.“Después de todo, el método para la creación del personaje termina siendo el mismo tanto para el actor como para el autor. Nuestros ensayos en el Teatro San Martín son cátedras multidireccionales, donde todos tienen algo que decir, todos son consultados, a todos se les requiere como artistas, más que como actores. Desprecio el poder y en especial el poder del director, que muchas veces esconde características patológicas detrás del escudo del creador”.
Tiene su método, tanto para dirigir como para escribir. Asegura que se ha decantado por un ligero Brecht, especie de cuarta pared con pocas ventanas, más bien rendijas, y que el público forma parte de la realidad de la escena y los personajes, más que los actores, lo reconocen. Lo ven, está ahí, saben que les oyen. “Después de todo, estamos tan poco tiempo en la vida que antes de irnos lo menos que podemos hacer es un comentario. ¿no? Y ese comentario pienso debe ser lo más apasionado, bello, decente, integrador y contundente posible. Ese es mi método, tanto para escribir como para escenificarlo”.
Sobre sus maestros y otros aprendizajes, él apunta que “el tigre es conocido como tigre pero también como cordero devorado. Así, él, como autor, es un devorador de corderos. A eso le llamamos influencias, escuela y maestros y es lo que nos compone, en un todo, como en la definición de tigre. Tuvimos y seguimos teniendo buenos maestros, es decir, grandes creadores. Tenemos también técnica y estilos, es decir, una escuela. Pocas vigorosas o trascendentes y muchas indefinidas, es verdad, pero por lo menos las tenemos. Ahora, en el caso de las influencias hemos padecido las más inconvenientes, las peores, lo más dañino, que colocan nuestra literatura dramática con unos 30 años de atraso. Y la tendencia se mantiene. Hoy tenemos a nuestro alcance, por un lado, lo más desvanecido y museístico del texto actual europeo y por el otro el agotadísimo, predecible y a veces insoportablemente burgués, realismo psicológico norteamericano y británico. Y dentro de estos dos barcos hundidos, bucea nuestro público. Por asumir una influencia errada, aunque sea exitosa, han desaparecido muchos autores y con ellos su obra".
"Para mí lo más importante en el teatro actual y su reflexión está en las propuestas de la narrativa y la poesía. En el caso de la dramaturgia sigo con más cuidado e interés la idea del caribe, desde el viejo Walcott al nuevo y sorprendente José Pliya. Y con ellos, mis paisanos Rodolfo Santana, Isaac Chocrón, Román Chalbaud y Moisés Kauffman. Hay también otro grupo estupendo de nuevos escritores, a los que leo con pasión, como Vicente Lira, Víctor Vegas, José Antonio Barrios, Loida Pérez , Juan Ramón Pérez, Roberto Azuaje y Domingo Palma. Con ellos tengo lo que Goethe llamó, con esa capacidad que tiene el idioma alemán para comprimir en una sola frase varias ideas, llamó Wahlverwandtschaft, algo así como una afinidad espiritual afectiva conjunta".
Buenas noticias
-¿Le dice algo que cuatro obras criollas se exhiban en Estados Unidos, aceptando que 33 variations, de Kaufman, se considere como obra de autor venezolano?
-El teatro norteamericano es quizás el más conservador que existe y al mismo tiempo, el más dinámico. Logra amalgamar dos conceptos contrarios al mismo tiempo. En la medida en que es fiel a su conservadorismo, el realismo, pues más vanguardia se vuelve. En ese sentido, hay buenas noticias y casi todas vienen de la influencia del cine, del buen cine que se hace por estos días en el norte, desde el independiente hasta algunos–pocos, pero contundentes- en Hollywood. El teatro venezolano tiene varios años haciendo temporada en EE.UU., en la mayoría de los casos con el teatro hispano. Hay que decir que los hispanos son ahora la primera minoría en ese país. , pero aún no han logrado descifrar su acertijo cultural. Su superioridad numérica con los afro americanos no tiene una traducción cualitativa. El salto lo han dado los hispanos en inglés, desde Nilo Cruz a José Rivera, y nuestro Moisés Kaufman, todos en inglés y compitiendo con lo mejor de la cultura anglo.

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