domingo, diciembre 02, 2007

Marcos,maestro y teatrero a carta cabal

Duerme tranquilo. No hizo daño a nadie y en cambio hace todo el bien que puede, porque lo aprendió de sus padres y sus familiares. Su vida entera la ha dedicado al espectáculo como director de teatro y de televisión, más de 100 telenovelas, según su contabilidad, además de ser maestro de varias generaciones.
Así lo cuenta el teatrero Marcos Leopoldo Reyes Andrade, quien, a sus 78 años, no tiene necesidad de mentir, sino todo lo contrario: dice su verdad y cuenta lo que hizo. Y es por su periplo existencial -55 años de larga faena- que se le considera un ilustre trabajador intelectual de la cultura, pionero de la televisión criolla y fecundo teatrero, formado bajo las directrices del maestro Jesús Gómez Obregón, además de ser abogado y periodista graduado la Universidad Central de Venezuela.
Marcos, quien casó cuatro veces y procreó cinco hijos, explica que “lo de Leopoldo es por el médico de mamá, el insigne Leopoldo Aguerrevere”. Es descendiente del académico Antonio y Alicia Andrade de Reyes y nació el 22 de noviembre de 1929 en Caracas, de Bucare a Carmen, cuando aún los hijos daban su grito primario en la casa de sus padres. No oculta que su abuelo era el general Ignacio Andrade, otrora Presidente de la República, y bisnieto del general José Escolástico Andrade, héroe de la Independencia, cuyos restos no descansan aún en el Panteón Nacional, “como lo ordenó el general Marcos Pérez Jiménez, porque los zulianos se alzaron y no lo dejaron sacar”.
La instalación de la democracia del 23 de Enero no le favoreció. Chocó con la autocracia de Rómulo Betancourt y se asiló en España, pagándose su pasaje, acusado de “instigar a la rebelión” y “por hablar mal del gobierno”. Eso lo obligó a trabajar 12 años en Madrid, desde el 14 de marzo de 1960. Un paréntesis, en su larga lista de servicios al país, que le sirvió para capacitarse mucho más en la Televisión Española, estudiar semiología en la Universidad de Bologña y tener al propio Umberto Eco como tutor de su tesis. Y, por su fuera poco, ganarse un premio internacional al escenificar la pieza Tea Party de Harold Pinter, en 1966.
Regresó a Venezuela, en 1972, para ser profesor en la Universidad Católica Andrés Bello, de donde salió jubilado 22 años después, tras dejar una profunda huella artística. Se vinculó a la UCAB, porque en Madrid daba clases de producción y dirección de televisión y ya era un venezolano famoso cuando el sacerdote jesuita Alberto Ancízar lo invitó a laborar. En la Escuela de Comunicación Social se propuso hacer del teatro una carrera universitaria. Y lo logró, más alla de capacitar actores, capacitó un gran ejército de espectadores que aprendieron a degustar las artes escénicas. Por sus manos pasó gente muy importante como Javier Vidal, Antonio Olivieri, July Restifo, Marco Antonio Ettedgui, Cesar Miguel Rondón, Alba Roversi, Javier Vidal, Carlota Sosa, Carlos Omobono, Julie Restifo, Unai Amenabar, Corina Azopardo y “muchos otros que descubrieron la maravilla de hacer teatro en su vida de estudiantes”. Fundó el Teatro de la UCAB en 1975 y lo hizo debutar con El proceso a Jesús de Diego Fabri.
Marcos, que vivió la revolución de la UCAB, sigue trabajando en la Universidad Santa María y para el año próximo tiene como meta crear la Cátedra de Teatro y otra agrupación con los estudiantes, apoyado por su ex alumno Levy Benshimol, actual director de la Escuela de Comunicación Social.
Además de su labor como docente fundó su agrupación teatral y llevó a las tablas no menos de 40 piezas, “unas buenas, unas malas y otras regulares”, donde destaca su versión escénica de Sonata de otoño de Igmar Bergman.
No niega su satisfacción por todo lo hecho, desde aquel Donde nace el recuerdo, primer programa televisado que se hizo en Venezuela, escrito por Román Chalbaud e interpretado por Fernando Gómez y Giove Campuzano, el cual salió al aire el 22 de noviembre de 1952, el día de su cumpleaños 23. ¡Anhela continuar trabajando no sabe hasta cuando!
Comunicador
Este trabajador, como se lo confesó a Verónica Cortez, cree en la comunicación y en la posibilidad de la enseñanza, porque Bertolt Brecht decía que aquel que tiene conocimiento y no lo transmite es un criminal y el que lo transmite es un sabio. “La suerte que he tenido de poder acceder a cierto nivel de preparación la agradezco, transmitiendo todo eso mediante la docencia o a través del teatro, la televisión y la radio que son, al fin y al cabo, elementos de comunicación”.


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