viernes, abril 03, 2009

El deslave moral de una familia venezolana

En el hogar de un matrimonio venezolano clase media, donde casi todo es pura apariencia, Eduardo (Jorge Palacios) y Claudia (Emma Rabbe) conviven e intentan ser felices. A pesar de sus problemas cotidianos, de sus "pequeños vicios", sobreviven hasta el día en que un ex-paciente de Eduardo llega a la casa. Se trata de Jorge (José Manuel Ascensao), jardinero y ex-seminarista, sobreviviente del deslave de Vargas, testigo de toda una tragedia social... y de un secreto personal, que al descubrirse revelara el rostro más íntimo, más desconocido de quien el espectador menos espera.
Así explica, sin mayores detalles, “para no afectar al espectador”, el dramaturgo y director Johnny Gavlovski algunos aspectos de su espectáculo teatral La última sesión, el cual se podrá ver en la Sala Luisela Díaz del Caracas Theater Club a partir del 15 de abril de 2009.
Al psicólogo y dramaturgo Gavlovski la tragedia natural o el deslave del estado Vargas (15 de diciembre de 1999) lo impactó de tal manera que al año siguiente estaba escribiendo su pieza, la cual ahora dirige. “Nace a partir de mi labor en tareas de ayuda a los damnificados tras la tragedia del estado Vargas. Hubo una cantidad de situaciones del comportamiento humano que merecían una explicación y que para mí, en ese momento, como hombre, como psicólogo, no lograba tenerlas. Por ello acudí al teatro, a la escritura, buscando una explicación para lo inexplicable. Hoy en día, cuando veo para atrás, creo que La última sesión fue el inicio de mi retorno al psicoanálisis. Las enseñazas de Jacques Lacan fueron las que me dieron la clave de lo que sucedió con la gente…allá, en Vargas
-¿Qué aborda esta obra?
-Es la historia de una familia, venezolana, clase media, y lo que le ocurre en aquellos tiempos tras el deslave. Pero no solo con el deslave que pasó afuera, sino el de adentro, el deslave en la privacidad de una pareja cuando permiten que un imprevisto entre en sus vidas, alterándolas quizás... para siempre.
Comenta, que La última sesión aborda un problema ético sobre los derechos humanos. Propone una serie de consideraciones sobre lo que es capaz de hacer un hombre cuando los límites se pierden. Para su creación se guió por una frase de Arthur Schopenhauer que siempre lo ha hecho reflexionar: “El hombre es un animal salvaje y terrible, le conocemos tal como ha sido domesticado por aquello que llamamos civilización, pero una vez que desaparecen las cadenas de la ley, dando paso a la anarquía, se presenta como realmente es”.
Ese pensamiento del filósofo alemán, lo vio materializado durante el deslave del estado Vargas, en aquel siniestro diciembre de 1999, cuando sorprendieron a dos hombres violando en un asilo a unos niños con Síndrome de Down. “Eso nunca pude entenderlo. Es el horror en escena. Así nació La última sesión, como un intento de entender esa barbarie. Me inspiré en vivencias personales y en testimonios de supervivientes, para así confrontar al público con situaciones límites de honda reflexión ética. Es un teatro antibarbarie”.
-¿Qué le llevó a escribirla y después a montarla? ¿Por qué dirige sus propias obras?
-La escribí porque el acto de la creación es lo que me mueve y soy un escritor. Es mi vía para ser, para crear. Es la primera vez que la dirijo, nunca antes lo hice, pero ha pasado por las manos de otros directores, como Alirio Zavarce que la montó en Australia. No fue sino hasta que el año pasado, cuando ganó el Premio Actors of the World en Londres, que Moisés Guevara me entusiasmo en presentarla como una lectura dramatizada en el Teatro Trasnocho. Allí me acompañaron los primeros actores Ivonne attas y Jorge Palacios y el incansable artista José Manuel Ascensao. Precisamente, Ascensao quedo tan entusiasmado que movió la maquinaria de producción de la fundación Proscenio y ahora nos disponemos a estrenarla.
-¿Cómo han sido los ensayos? ¿Cómo ha sido el trabajo con los actores?
-Los ensayos han sido extraordinarios. Cuento con tres actores de primera línea: Emma Rabbe, Jorge Palacios y José Manuel Ascensao; ellos me han llevado a replantearme mi manera de enfrentar un texto y dirigirlo; ellos son visceralidad pura y ello ha llevado a que los ensayos sean juego, invención, improvisación, catarsis, organicidad ciento por ciento, para buscar la verdad en la escena.
-¿Qué significado puede tener o tiene esta pieza dentro del contexto del actual teatro venezolano?
-Creo que hay darle al público un espectáculo de texto y actuación pura, hay que llevar teatro y verdad a la escena. Hay que dar algo más allá del espectáculo fácil para la evasión. Y por otra parte, creo que esta obra aporta un grano de arena a la línea del llamado teatro psicológico escrito en y desde este, nuestro país. Creo que todo lo que he mostrado ha sido util. Son 20 piezas, 15 han sido escenificadas y seis fueron galardonadas. El vuelo, Puentes rotos, Concierto para tres silencios, Habitante del fin de los tiempos, Ruido de piedras y La última sesión, han sido premiadas.

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