jueves, junio 03, 2010

La contemplación desafía a la estupidez

El caraqueño Edgar Borges (44 años), tras escribir y lograr la publicación de su texto literario La contemplación, el cual a su vez conquistó el Primer Premio Internacional de Novela Albert Camus, se puso al frente de la indispensable promoción para llegar al mercado español, por ahora. Semejante tarea de ayudar en la “venta” o “distribución” de la obra de arte no es nada fácil y menos dentro de una comunidad culta y ducha en el placer de la lectura, pero he aquí lo que nos responde, desde Madrid.
-¿Cual es el balance de esa primera temporada de promoción con su novela?
-La primera temporada de La contemplación ha caminado según el ritmo que se le debe pedir a una novela que pretende ser obra literaria: de menos a más, en pequeño, lento pero seguro; incluso, si pienso en el tiempo de prisa absurda que estamos viviendo, cuando se le pide a un libro que dé resultados inmediatos (cuando lo norma es que una obra se mida en el tiempo), debo decir que La contemplación, al no ser una novela desechable, ha dado excelentes resultados. En las primeras presentaciones no vendió ni un sólo ejemplar, pero ya en la más reciente terminó vendiendo todos los libros que mandó la editorial. Ese balance te lo hago desde la lógica del mercado, pues a mí, como lector, que es el inicio y el final de mi pasión hacia las letras, me parecen sospechosos muchos de los libros que más se venden.
“No estamos en tiempos de gustos exigentes; atravesamos, en el mundo, una profunda crisis de pensamiento. No me canso de repetir que la próxima gran crisis que enfrentará la humanidad, ya como un auténtico apocalípsis, será el imperio de la estupidez. Creo que en el mediano plazo la estupidez ocupará todos los espacios de poder que aún le faltan por ocupar. Veremos a los estúpidos invadirlo todo, absolutamente todo; es hasta posible que quienes nos resistamos a ser estúpidos tengamos que escondernos en las bibliotecas, si es que aún existen para entonces. De lo contrario, el mejor escondite, o trinchera, podrían ser los subterráneos o fingirnos estúpidos. Desde el punto de vista literario, que es el que me importa, la novela ha tenido múltiples logros e interpretaciones. Es más, creo que marcha rápido para lo que yo esperaba. Igual, lo mejor será dejársela al tiempo para que se determine su espacio o su vacío. Las dos cosas, como paradoja, me sirven”.
- ¿Cómo están las ventas y las otras operaciones comerciales, como contratos y reediciones?
-Lo de las ventas bien, como dije antes, según la lógica del mercado va bien, de menos a más, es lo menos que se le puede pedir a una novela que no cuenta historias ni de vampiros, ni de catedrales, ni de zombies (aunque sí de vivos que lo parecen), ni de nada que esté de moda por estos días. Además, tomando en cuenta que no soy un autor nórdico, que ahora se publican a 30 por día, me va bien. Si algún día se ponen de moda los autores venezolanos, es posible que, para evitar la moda, me ponga a escribir en francés o en chino, nunca se sabe de lo que uno es capaz para escapar de las modas. Aunque pensándolo bien lo mejor será ponerme a escribir en una lengua originaria de las tantas que tenemos en América.
“Nunca he descartado la idea de irme a estudiar con los grupos que fundaron nuestro continente, seguro que ellos son quienes me pueden contar las historias que no están escritas en los libros oficiales, lo que sería la historia interrumpida. Eso me haría sentir muy bien con mi conciencia y con el futuro”.
-¿Qué hay de compromisos o contratos ?
-El mejor contrato que he firmado, respecto a La contemplación y mi carrera en general, lo acabo de firmar con la agencia literaria Bookbank. Con la agente Alicia González Sterling el camino se presenta interesante; ella viene a representar algo así como un centro de energía que requería mi idea literaria para seguir escribiendo cosas. La representación cubre tanto el espacio literario como de de las conferencias, que es algo que me interesa mucho. Y en este sentido se vienen ofreciendo conferencias que se distancian mucho del estilo clásico, pues hay que introducir cambios para no quedar atrapado en el charco global. Sobre las reediciones y sorpresas de La contemplación aún no puedo hablar, dale tiempo al libro y lo verás. Su tiempo ya no es el mío.
-¿Qué han dicho los críticos o los especialistas?
- La contemplación (salió el 31 de marzo de 2010), a dos meses de su lanzamiento (muy discreto por lo demás a nivel de distribución), ha originado más de 15 artículos con importantes análisis. Desde Enrique Vila-Matas que la define como una novela sobre las identidades olvidadas; pasando por Salvador Moreno Valencia quien la ve como una obra que invita al enfrentamiento de las identidades del yo; hasta la tuya que la asume como la metamorfosis de un transexual y la del antropólogo Ariel José James quien (además de recordarle a Pedro Páramo de Juan Rulfo, por los personajes que parecen estar muertos) la analiza desde muchos perspectivas que giran en torno al estudio del yo en tiempos de uniformidad de las masas. Tampoco puedo dejar por fuera la interpretación del amigo Luis Britto García que la toma como una novela que muestra la violencia que la globalización ejerce contra el individuo y la lectura del poeta Francisco Vélez Nieto que sintió la presencia de César Vallejo y de Robert Walser. Por otra parte, Antonio Gómez Rufo dice que La contemplación es el paseo por la existencia de una persona y Pedro Antonio Curto centra su estudio en los enigmas de un calle que devora personas, en este caso la calle 11, que es la calle emblemática de la novela. Pero también están los lectores que me escriben y me dicen sus lecturas. Cada una ha sido diferente, eso es lo que más me satisface de la novela, pues en el diseño de su estructura esa fue mi intención; generar, desde la influencia que ejerce en mí Julio Cortázar, un juego donde el lector pudiera participar con su inventiva. Algunos escritores y hasta lectores me manifestaron su asombro por la existencia y la vida del transexual venezolano Esdras Parra, que es uno de los personajes de mi novela, por así decirlo.
- ¿Cómo es que en España no sabían de la existencia del transexual Esdras Parra, precisamente un escritor venezolano con obra?
-Es un problema más común y paradójico de lo que a veces imaginamos; el gran mercado editorial, al igual que las grandes plataformas informativas, no nos comunican como se suele decir. Ya no es como antes, un libro, por muy importante que sea, no sale al mismo tiempo en un país y en otro. Incluso, esto ocurre hasta en países vecinos. Poco sabemos los venezolanos de la nueva literatura colombiana y viceversa; pero mucho de esto pasa en todas partes. Los únicos libros que hoy se editan, al mismo tiempo, en todo el planeta, son los libros de entretenimiento barato; hay excepciones, claro, no puedo generalizar, pero es una regla. Con Esdras Parra ocurre el gran drama de la literatura venezolana; como no tuvimos un bendito representante en el famoso boom, se piensa que la literatura venezolana no vende, por ello hay un prejuicio. Pero eso hay que derribarlo, pues Venezuela ha contado y cuenta con excelentes escritores, no voy a citar a ninguno porque me molestan las listas, pero Venezuela tiene muchos Esdras Parra y de cualquier sexo, pensamiento y color. Hay que pasarle por encima a todos los paradigmas.
- ¿Y ahora qué escribes y para cuándo lo anuncia?
- Estoy escribiendo una novela sobre la estupidez; no puedo decir más pero ese será el tema que centrará, creo, mis próximas novelas y relatos, pues, lo más probable es que el gran tema del arte de los próximos tiempos sea parodiar la estupidez. Claro, este será mi tema mientras yo no forme parte de la estupidez. Si eso pasa es posible que sean los lectores quienes se den cuenta cuando publique un libro titulado Cómo amar en tiempos de crisis. Yo para entonces estaré disfrutando en alguna isla viendo a los intelectuales de lejos, muy de lejos. Y me uniré a los foros virtuales que andan diciendo, como loros, que Umberto Eco es un dinosaurio y que los libros son un problema para la tranquilidad. Positivo y positivo, hermano, más nada. Bien lejos los pesimistas ilustrados que tanto daño le hacen al mundo. Pero tampoco te creas esto al pie de la letra, Tocayo, es posible que algún día, debajo del sol, me venga a la mente alguna mala palabra de Arthur Rimbaud, por ejemplo, y me devuelva a la ciudad cargado de ideas peligrosas.
- ¿Cuándo traen a Caracas su novela La contemplación?
- Cuando alguien quiera que así sea; yo lo quiero, por los lectores venezolanos que necesitan enfrentarse a la literatura de la gente que nace ahí, y por los escritores que también necesitamos lectores de nuestro suelo, no por exclusividad geográfica, que no creo en eso, sino por necesidad de interpretación existencial, que es un punto importante para saber dónde estamos parados, nacional, internacional y universalmente, porque, aunque ya pocos lo recuerden, el universo existe.

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