sábado, julio 03, 2010

Nadie se puede dormir

Hay que admitir una puñetera verdad: Carlos Giménez murió el 27 de marzo de 1993. Y Rajatabla, su diezmada agrupación, tras de deambular por el mundo, cual emula de Juana La Loca, exhibiendo los mejores espectáculos por él inventados, ya cambió de estrategia para sobrevivir, no sólo en lo físico sino también en lo artístico, unas cuantas décadas más.
La Rajatabla del siglo XXI, que conduce el gerente-capitán Francisco Alfaro, se cansó de pretender ser la mejor o la de más avanzada estética, en la modesta cornisa que ahora ocupan todas las artes escénicas venezolanas. Optó por dedicar esfuerzos y sueños a la producción y exhibición de dramaturgia criolla, para lo cual organizó dos concursos y seleccionó así los mejores textos. ¡Nadie más hace eso, por ahora!
En ese audaz experimento que la obliga a inventarse los métodos para financiarlos, la institución rompelanzas en buen momento por los autores nacionales, esos quienes casi siempre han sido ninguneados por otros grupos o por los empresarios crematísticos. De estar vivo “el capo”, seguramente habría armando rumbosos festivales en todo el país con producciones ambiciosas para hacer degustar a tales creadores de literatura dramática, al mismo tiempo que promocionaba las nuevas generaciones de comediantes. ¡Esos eran los horizontes que se había impuesto aquel huracanado argentino!
Pero la puñetera realidad es otra, y compleja además, porque el edificio donde Rajatabla ha permanecido desde los años 70 no le pertenece, no es dueña, ni inquilina, ni pisataria y ahora tendrá que compartirlo con Unearte, singular especie de condominio para fortalecer al teatro, como tal, gracias a la decisión de la actual directiva universitaria, pero eso todavía no es oficial.
Siete y un prólogo
Para los festejos de los que serán los 40 años de la fundación de Rajatabla, el próximo 27 de febrero, porque es la meta que se impuso Alfaro y su gente, seleccionaron la extraña y poética pieza de Rodolfo Santana (1940), Obra para dormir al público, que inauguró la larga temporada 2010-2011 y acordaron además producir los montajes de los textos Honor a mis padres de Elio Palencia, Mi reino por un sueño de José Antonio Barrios, Yo soy John Lennon de Paúl Salazar, Agridulce de Glener Morales, El robo de la arrobita (teatro infantil) de Carmen García Vilar, Nosotras de Marisabel Dávila Lobos y El más mejor de Roberto Azuaje.
Además, Rajatabla ofrece una muestra de lecturas dramatizadas de otros seis títulos que por su calidad merecen ser conocidos. Es una programación que además contará, obviamente con el pleno respaldo de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, como socio estratégico. En síntesis: un veterano abre puertas a un experimento que resulta hasta novedoso en estos tiempos revueltos, donde lo que otros buscan es lucrar…pero sin arriesgar.
Santana en escena
Obra para dormir al público
, de uno de los dramaturgos venezolanos de mayor trascendencia histórica y a quien se homenajea en esta II Muestra Rajatabla de Dramaturgia Nacional, fue estrenada el viernes 18 de junio, a las ocho de la noche en la Sala Rajatabla. Se le puede interpretar como síntesis de su abundante producción (no menos de 100 piezas) desplegada durante unas cinco décadas. Ahí, por intermedio de una audaz metáfora, el autor explora al ser humano como producto del inconformismo social, que incluso sacrifica su bienestar personal, y hasta el colectivo, por sueños lejanos y casi siempre sin esperanza.
La anécdota se centra en las vicisitudes de una mujer aferrada a un bol de vidrio o plástico que encierra a una extraña lechuga rusoholandesa, símbolo del amor y de otras cosas más de ese ser que evoluciona y quiere ser libre para hacer de su vida lo que se propone.
El autor aplica diálogos poéticos, recargados de barrocas imágenes para poetizar la realidad teatral de un hombre, su pareja y su hija (en tres edades), condenados o encadenados a un singular “invernadero” donde filosofan sobre la existencia, sobre el simple y maravilloso hecho de vivir, sobre nuestras costumbres y nuestro país venezolano, pero también sobre el deseo de salir, de huir, de encontrar en otras latitudes nuevas experiencias y conocimientos, para así darnos cuenta más tarde de la inutilidad de la vida y la continua añoranza por el retorno, por el reencuentro de nuestras raíces, el regreso a la tierra y la desaparición en la nada.!Existencialismo tropical!
La puesta en escena se materializa en desfiles ceremoniales de fantasmas bucólicos, vestidos con telas transparentes o tules, seres fantásticos que viven en una extraña ensoñación, mientras la pista musical pretende inducir al relax o al sueño a la audiencia. De, ahí, al parecer, su original titulo.
Según palabras de Santana, “esta pieza se plantea acceder a territorios poco conocidos en la percepción del espectador, en este caso los dominios y misterios del sueño, sostenido en tramas, sonidos, imágenes que inciten al mismo. Posee, igualmente, una fábula sencilla pero demoledora: los grandes cambios que vienen se dirigen al alma humana. Es pues, desde mi perspectiva como autor una obra para experimentar sensaciones y reflexiones”.
No creemos que germine polémica alguna con este espectáculo, el cual no duerme a nadie, porque su acción atrapa de principio a fin y permite incluso reflexionar sobre la evolución que vive Santana como escritor, aunque mañana puede aparecer con otra saga tan fantástica como Nuestro padre Drácula, la primera obra que le vimos en los años 70, en el ya desaparecido teatro caraqueño “Leoncio Martínez”.
Ficha técnica
En Obra para dormir al público participan Gerardo Luongo, Dora Farías, Miriam Pareja, Tatiana Mabo y Eliana Terán, acompañados por no menos de 40 alumnos del Taller Nacional de Teatro. La jefatura técnica es de Ángel Pájaro, El trabajo de voz y selección musical de Simona Chirinos. El trabajo corporal de Soraya Orta, la iluminación de David Blanco, la escenografía de Héctor Becerra, y la producción general de Francisco Alfaro. La dirección es de José Domínguez, mientras que el vestuario y la puesta en escena son logradas por Rufino Dorta.




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