sábado, octubre 02, 2010

Teatro virgen y encorsetado

Ni él ni su compañera se detienen. Duermen lo mínimo y trabajan en cuantos escenarios se le ofrecen: sala convencionales o múltiples o, si no hay otra cosa, un restaurante o una librería. Ellos, Vladimir Vera y Fedora Freites, emigraron para buscar mejores o más amplias oportunidades de crecimiento en otros escenarios y ante diversos auditorios, pero regresaron después de pasarse tres años estudiando y trabajando en España.
Su reaparición la hicieron con el espectáculo Crónicas Palahniuk en la Sala del TET y después lo mudaron a la Sala Cabrujas. Fue además el relanzamiento de la agrupación Teatro Forte, que fundaron hace cinco años, y con la cual ya habían mostrado otros cinco montajes y ocho lecturas dramatizadas, en Barcelona y en Caracas. Ahora anuncian las temporadas de Jacobo o la sumisión y La voz humana.
Vladimir Vera, director y dramaturgo, caraqueño de 32 años, reconoce que la temporada de Crónicas Palahniuk fue “una grata sorpresa” y por eso cree que aún es posible producir y presentar teatro de calidad en Venezuela. “El problema es que en la mayoría de los casos pareciera que no interesa, pero el público sí está abierto a las nuevas tendencias, solo falta que los autores o los que viven aquí también lo hagan”.
En España estudió con profesionales que jamás pensó conocer. “Directores como Peter Brook, Alejandro Jodorowsky y Peter Greenaway me abrieron la mente, a partir de las comunes clases abiertas que suelen dar en el Institut del Teatre de Barcelona. Fui alumno de la Sala Beckett de Barcelona y recibí clases de dirección con Neil Labute. Dirigí el monólogo Bob de Daniel MacIvor, que fué merecedor de dos premios Tespo, otorgados por la Asociación de actores de Cataluña. en los renglones de mejor actriz (Alba Yañez) y mejor vestuario (Fedora Freites, que es la misma vestuarista de Crónicas Palahniuk). Al finalizar mis estudios, también finiquitó la visa y regresé al país, a tratar de seguir con la búsqueda que tiene Teatro Forte”.
-¿Por qué hace teatro?
-Uno no escoge hacer teatro, me es imposible luchar en contra de mis pasiones. Soy un ser esencialmente hedonista y nada me da más placer que el quehacer teatral. A veces vale la pena sacrificarse por aquello que te hace sentir vivo. Comunicarme, eso es lo que trato de hacer con este oficio, pero siempre desde el placer.
-¿Cómo ha sido la receptividad del sector y de la comunidad al regresar a Caracas?
-Me forme aquí: estuve un año en el Taller Nacional de Teatro de Rajatabla y también acudí a los cursos-montajes con Orlando Arocha y Contrajuego. Pero mi primera experiencia de dirección fue gracias al Centro de Directores para el Nuevo Teatro durante la programación de la Semana por la Vida. O sea que no soy tan desconocido ni tan desconocedor de la realidad teatral de mi urbe. Ante nuestra reaparición caraqueña, admito que me han recibido bien y algunas organizaciones artísticas nos han abierto las puertas. La crítica fue muy receptiva con nuestro trabajo y tuvimos una maravillosa afluencia de público en las últimas semanas. Creo que hay una apuesta por nuevas estéticas y eso es importante.
-¿Cómo encuentra al teatro caraqueño y qué se puede hacer?
- Luce polvoriento y vestido como una virgen encorsetada. Hay intentos interesantes, sobretodo en creadores jóvenes, de romper los discursos impuestos por las vacas sagradas y creo que poco a poco se está gestando un grupo que quiere arriesgarse, a no irse por lo seguro y ensuciarse. La búsqueda, la experimentación, el vértigo es la respuesta a esta crisis creativa. Países como Argentina se nutrieron de la crisis para hacer un teatro de calidad. Creo que es la hora de tratar de dialogar con el público en un idioma moderno, fuerte, pero ante todo verdadero. Si el público escapa del teatro es por culpa de nosotros, los creadores. Tenemos que reconquistarlos con el riesgo, sin dejarlos respirar. Lo más importante: el teatro merece un estudio constante, no podemos solo mirar a nuestros ombligos. Cuando nos alimentemos de las últimas tendencias, nuestro teatro crecerá y volveremos al mapa mundial con creaciones de calidad.
“Caracas puede y va a volver a tener un pulmón teatral. Existen personas que quieren nuevos retos y público que espera por ellos. La renovación teatral se está gestando con nuevos creadores en espacios no convencionales y buscando la emancipación frente a las estéticas caducas; de tal manera que no me extrañaría que en los años venideros nos sentemos a hablar, y sea sobre un nuevo horizonte teatral sobre el que divaguemos”.
-¿El teatro copia a la vida o interpreta la vida?
-El teatro es vida. Lo que pasa en escena debe ser real, más que la vida misma. No creo en la actuación en escena. Trato de llevar a que los actores experimenten la otredad al máximo para que puedan dejarse invadir por esos mundos invisibles que detentan los personajes, dándole paso a que todo lo que veamos, sea verdad, que lo que siente el actor no sea impuesto, sino un tránsito emocional
Violencia y sexo
Crónicas Palahniuk es tan agresivo sobre asuntos tan vitales como el sexo y el amor, porque la violencia tiene mucho de sexual”, afirma Vladimir Vera. “Creo que somos amantes de esas dos pulsiones. Me conecto mucho con el discurso que implica una sexualidad explicita y una violencia latente. Debe ser porque soy un hijo de Caracas, donde respiramos una fuerte inseguridad y un clima de violencia constante. Y al ser hijo de la generación X, crecí mirando en la televisión escándalos sexuales, la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, varios golpes de Estado y el bombardeo a Irak. Si soy constante con mi tiempo histórico, la violencia es algo a lo cual no puedo escapar. Creo mucho en el trabajo del actor, en su verdad. Estos monólogos los estrené en Barcelona en la Mostra de Teatre del Laboratori Tisner y al llegar a Caracas quise recuperar el trabajo. Ensayé con cada actor por separado y solo una semana antes permití que conocieran el trabajo del otro. La adaptación del texto la realicé durante un mes, pensando en lo que quería de cada actor y tratando que la coherencia del discurso nunca se perdiera”.
Planes
Vladimir Vera tiene algunos proyectos en puerta, así como el ciclo de teatro café que realiza todos los miércoles en el restaurante La Guayaba Verde, “pero lo mío es crear, hacer teatro y cine. Hay una crisis creativa y veo que el público tiene un hambre de reencontrarse con un teatro que renuncie a los códigos de ayer y le hable desde el ahora”. En octubre estrena, con unos alumnos recién grados de la Escuela Juana Sujo, un taller montaje sobre la pieza Jacobo o la sumisión de Eugene Ionesco. También con su grupo Teatro Forte está ahora planeando varias sorpresas para finales de año, entre ellas, un montaje con la La voz humana de Jean Cocteau

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