domingo, noviembre 14, 2010

"Chat" rescatado por Wicho

Chatear o charlar por Internet es fácil si se tiene una computadora o una laptop con conexión a la Web, aunque algunos teléfonos celulares permiten hacerlo por vía inalámbrica. Pero ese mágico acto de charlar escribiendo y además ver la(s) persona(s) con quien(es) se dialoga –el videochat satura la comunicación a niveles inauditos- replantea aspectos preocupantes e incluso peligrosos o quizás excitantes para los usuarios, pero no por culpa de los instrumentos electrónicos utilizados sino porque algunas personas los aplican con aviesos fines.

Y no estamos haciendo predicas moralistas, sino recordando que la maldad anida en los humanos y aprovecha de cierto anonimato que otorga el chateo o el videochat. Aunque en algunos países ya existen leyes y reglamentaciones para controlar y hasta castigar tales abusos, el demonio del chat siempre hace de las suyas y termina por darle un tinte siniestro a las noticias que cunden como consecuencia de tales excesos.

Mágica ventana

Para glosar los peligros que asechan a los usuarios del chat o del videochat, el dramaturgo Gustavo Ott (Caracas, 1963) dio su voz de alerta sobre los excesos que se cometen y los daños irreversibles, dañinos o letales que puede ocasionar a las comunidades. Y escribió la pieza Chat, estrenada en el Teatro San Martín de Caracas por Luis Domingo González, durante la temporada 2009.

Ott con su Chat no es otro Savonarola ni propone un neotribunal de la Inquisición que persiga y castigue a los que se excedan con la Internet, especialmente los que usan el chat o el videochat para transmitirse contenidos que van desde conductas eróticas o quejas existenciales, así como simples informaciones vinculadas con gustos, disgustos o regustos sobre todos los temas posibles o imaginables y, más frecuentemente, fútiles asuntos íntimos o privados. ¡Es una mágica ventana que puede superar y negar por horas la soledad o la incomunicación a millones de ansiosos seres humanos!

Chat hace énfasis en ocho historias de internautas que pretendieron resolver sus cuitas existenciales y lo que hicieron fue complicarse la vida o perderla incluso, al caer en trampas malévolas generadas por la perversión. Es un thriller que va desde la saga de una mujer ansiosa por emigrar a Estados Unidos y se hunde en la trampa que le tienden perversos “coyotes” en la frontera mexicana. Enseña las veleidades del pervertido que atrae muchachos y muchachas para saciar sus bajos instintos y los otros de más arriba. Muestra la angustia del adolescente empeñado en vengarse de sus compañeros de estudios y por eso urde y ejecuta un asesinato múltiple en su colegio. Revela como enrolan a idiotas útiles para conspiraciones subversivas de extremistas religiosos. Y enseña los engaños en que caen los ansiosos de tener descendencia aunque sea postiza. No inventa nada, plasma una serie de situaciones que han ocupado páginas de periódicos y espacios de otros medios informativos, además de nutrir argumentos fílmicos. En síntesis, exhibe una escala de la cara obscura o el lado nefando de esa novedosa aplicación de la Internet, pero la culpa no es del instrumento sino de quienes lo utilizan.

Chat, sin lugar dudas, es una acerada pieza de ocasión, preciosa y oportuna, como el mejor teatro periodístico al estilo del brasileño Augusto Boal, que debe ser convertida en guión de cine, porque su temática y argumentación novedosas rompen las reglas milenarias del teatro. En formato audiovisual puede lograr efectos y catarsis que jamás se obtendrán en un escenario, donde la imaginación del espectador siempre estará en deuda con la propuesta del autor.

De Madrid a Caracas

Hay que recordar que la primera puesta en escena de Chat, adelantada por Luis Domingo González estuvo muy por detrás de la fuerza y la veracidad del texto, a pesar que los actores hicieron lo imposible para crear complejas situaciones, llevar el ritmo y construir personajes episódicos y además atrapados por esa telaraña del ciberespacio. Un trabajo más prolijo con precisos y definidos elementos de utilería habría ayudado más al disfrute del espectáculo, que fue una lectura dramatizada con apoyos, más nada.

Quedó Chat a la espera de un montaje con "todos los hierros" y las computadoras y demás elementos de la parafernalia de la Web para materializar una realidad escénica que siempre será mínima ante la verdad de ese problema que se agiganta día a día, y cual solo el cine o la televisión están en posibilidad de macerar para espectadores, consumados y hasta desprevenidos chateadores.

Y nuestro anhelo se hizo realidad. El ex rajatabla Luis “Wicho” Garván, instalado desde los años 90 en Europa, y líder de la Compañía El Globo Teatro, utilizando la Internet se apoderó del texto de Ott y lo mostró durante el pasado febrero en Madrid, con rotundo éxito de público y asombro de la crítica.

Ahora lo trajo a Venezuela para una gira por varias capitales regionales y finalmente se mostró en el Teatro San Martín, dentro de la programación del evento Escena Internacional, organizado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Ahí. Garván con actores como Germán Varone, Luciana Conti, Lisandro Caligaris y Cecilio Murillo demostró que todavía el teatro es un medio adecuado para transmitir lo que propone Chat. Lo hicieron apoyándose en oscuros barriles de petróleo, transformados en computadoras o diversos elementos escenográficos, usando además video proyecciones con los rostros de los personajes chateadores. Con, las imágenes reales y las fisionadas se apoderan de la escena y con ritmo alucinante lograron crear ese fantástico mundo de la Web donde todo es posible, incluso hasta la muerte, materializada en desopilantes imágenes.

Un espectáculo digno de la propuesta teatral del autor, donde los actores son fundamentales, quienes gracias a la mínima tecnología aplicada redondean la propuesta del director “Wicho”, que ha demostrado como avanzó y ahora no se puede detener porque vive en Europa de su trabajo artístico. Felicitaciones a todos los comediantes involucrados, en especial al polifacético Germán Varone.

Aprendices de brujos

Para festejar la ciencia aplicada a la exaltación de las cosas buenas de la existencia humana, porque la vida, a pesar de sus malos ratos, debe ser siempre una fiesta para la inteligencia y los cuerpos donde anida, Ott escribió Chat, basado o inspirado en la Web, que precisamente cumple 21 años de haber sido puesta en marcha, gracias a esa fantástica idea del científico Tim Berners-Lee (Londres, 1955), para crear ese mágico espacio donde se pueden intercambiar informaciones a partir de los lenguajes HTML (HyperText Markup Language) o lenguaje de etiquetas de hipertexto; el protocolo HTTP (HyperText Transfer Protocol); y el sistema de localización de objetos en la Web URL (Uniform Resource Locator). Pero Chat no es una cartilla sobre la Internet y sus lenguajes, es una reflexión escénica sobre las aplicaciones de ese hecho que ha colocado en las manos de los internautas todo un mundo de conocimientos. Una aplicación de la ciencia al servicio del hombre, aunque en ocasiones esos inventos ayudan a que se incinere, porque los humanos siempre seremos aprendices de brujo, unos desesperados empeñados en competir con Dios o, incluso, hasta en destruirlo.


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