sábado, noviembre 19, 2011

El amor no es bueno ni malo

Retornó a la sala Humboldt, en San Bernardino, el espectáculo Un informe sobre la banalidad del amor, de Mario Diament, considerado como uno de los mejores de la temporada 2011, el cual precisamente le permitió al protagonista ganarse el Premio Municipal de Teatro 2010-2011 como Mejor Actor.
Ahí, pues, de nuevo están sus intérpretes Mariaca Semprún y Luigi Sciamanna, quien además es el director del montaje, para enseñar las vicisitudes de una excitante y tormentosa relación amorosa entre el afamado filosofo Martín Heidegger y su alumna Hanna Arendt, en la Universidad de Marburgo, Alemania (1925), la cual culmina 50 años más tarde, con sus muertes.
El encuentro entre el profesor (35 años)-casado y con hijos- y la alumna (18 años) originó una de las historias de amor más renombradas y cuestionadas del siglo XX, ya que la joven era judía y el que sería denominado “el padre de la filosofía moderna”, militaría en el partido nacional socialista de la Alemania nazi.
HISTORIA FICCIONADA
En ese romance se inspiró el periodista y dramaturgo Mario Diament (Buenos Aires, 1942), para escribir la obra Un informe sobre la banalidad del amor, cuya primera temporada en Caracas duró diez semanas y ahora estará únicamente un mes.
La pieza es esencialmente una ficción y no un trabajo biográfico. Muchos de los episodios y referencias están basados en hechos reales, pero otros son inventados o imaginados. Para escribirla, el autor realizó una amplia investigación histórica. También usó frases y expresiones tomadas de la correspondencia entre ambas personalidades.
Un informe sobre la banalidad del amor es, pues, una turbulenta historia romántica entre el filósofo y la alumna, pero con desgraciado final. Es una bien entretejida trama, desarrollada por un periodista que terminó siendo un excelente comunicador creativo. Se desarrolla en cinco actos y va desde los años 20 hasta los 50 del siglo XX, en Alemania. La saga plasma al atormentado buscador de sexo para drenar pulsiones y la mujer que sublima el valor de la inteligencia representada en un donjuán que dice cosas como “la vida, en si misma, carece de todo propósito...solo el amor es capaz de infundirle razón a la existencia”.
Heidegger frivolizó al mal, jugó a ser nazi para salvar el pellejo y banalizó al amor usándolo como válvula para controlar presiones. Ella casi enloquece porque nunca puede ser su esposa, como era su anhelo, porque era una diversión más para el caballero…hasta que al final lo salva de la catástrofe por su nazismo.
COMPLETAMENTE AMORAL
En la obra, Heidegger le dice a Arendt que se ha vuelto "completamente amoral" y ella responde que el amor es "permisivo". En este caso de la obra hay un primer vínculo que es la inteligencia, el conocimiento; de allí surge el amor. Esto hace que el amor entre Heidegger y Arendt sea platónico. En efecto, la primera conversación que los reúne es un trabajo sobre Platón. A veces lo único que necesitamos para que todo sea mejor es estar enamorados. Sólo eso.
De sus vicisitudes existenciales y reflexiones se deduce que el amor es amoral en la medida en que no es bueno ni es malo, es amor. Trasciende la calificación. Está más allá del bien y del mal. Sólo cuando se le juzga puede adquirir la categoría de inmoral en la medida que alguien diga que contraviene una norma moral. Pero el amor como tal está por encima de todo.
ESPECTACULO
Un informe sobre la banalidad del amor
esta dirigido, con precisión creativa por Luigi Sciamanna, quien además actúa al lado de Mariaca Semprún, y exhiben a sus personajes en memorables performances.
El trabajo de Sciamanna como Heidegger esta bien logrado, especialmente en el último acto, mientras que a lo largo de todo el espectáculo acentúa su férula sobre Mariaca Semprún, verdadera revelación, dama joven y bella que debe estar más tiempo en la escena para disfrute del público. La enamorada Arendt es la gran protagonista de esta hermosa obra de Mario Diament, otro enamorado de las mujeres, como lo dice a viva voz y como lo demuestra, además, con su escritura. ¡Su Hannah Arendt es otra gran heroína del amor y así lo muestra Mariaca Semprún!
PASION INSÓLITA
La relación amorosa entre Heidegger y Arendt comenzó en 1925 y su fase más intensa terminó en 1926.Ella se mudó a Heidelberg para completar un doctorado con Karl Jaspers y él se fue a vivir a Friburgo, donde ocupó la cátedra de Filosofía dejada vacante por su amigo y mentor, Edmund Husserl. La segunda fase de la relación, de 1926 a 1933, eran encuentros furtivos. Heidegger tuvo otras amantes y Arendt se casó en septiembre de 1929 con Günther Stern.
El 30 de enero de 1933, Hitler se convirtió en canciller de Alemania y el 21 de abril, Heidegger asumió como rector de la Universidad de Friburgo. Diez días más tarde, se incorpora al Partido Nacionalsocialista, membresía que mantendría hasta el fin de la guerra. Ese mismo año, Arendt se exilió en París, de donde partiría más tarde a Estados Unidos de América. Durante 17 años, no supieron nada el uno del otro. Heidegger, asediado por conflictos políticos y administrativos había renunciado a su posición de rector en 1934, vivió los años de la guerra en una relativa oscuridad. Arendt, por su parte, trabajó intensamente en el movimiento sionista.
Heidegger emergió de la derrota alemana convertido en un paria. Arendt regresó a Alemania en febrero de 1950, como miembro de la Comisión Europea para la Reconstrucción Cultural Judía. Para entonces, estaba casada con el dirigente marxista Heinrich Blücher y su nombre ya comenzaba a resonar en los círculos intelectuales de todo el mundo. Cuando llegó a Friburgo, le envió un mensaje a Heidegger para encontraran. La reunión, que comenzó ásperamente, terminó en una reconciliación. A partir de entonces, Arendt no sólo fue amiga y confidente de Heidegger, sino que se convirtió en una pieza fundamental en su rehabilitación pública.
En los 26 años que siguieron hasta su muerte, Heidegger fue celebrado por su influencia fundamental en el pensamiento contemporáneo, en particular, en la obra de los filósofos franceses de la posguerra. Nunca se disculpó por su pasado ni emitió jamás juicio alguno sobre las atrocidades del nazismo.
Arendt murió el 4 de diciembre de 1975 y Heidegger el 26 de mayo de 1976, dejando en manos de algunos escritores y dramaturgos, imaginar las claves de esa pasión insólita. Aunque el affaire entre ambos era sospechado por muchos, sólo salió a la luz pública en 1995, cuando Elzbieta Ettinger logró acceso a la correspondencia entre ambos, compuesta de 119 cartas, en su mayoría pertenecientes a Heidegger, ya que él, probablemente, se deshizo de las que Arendt le escribió.

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