sábado, febrero 25, 2012

Vincent Van Gogh en Caracas

Para calentar el gusto de los espectadores ante la panoplia de ofertas que trae el 17 Festival Internacional de Teatro de Caracas, llega el espectáculo Girasoles de silencio, una versión de la vida del pintor Vincent Van Gogh, del 1 al 4 de marzo.
Esta producción de la agrupación venezolana La Máquina Teatro, será escenificada en la Sala 1 del Celarg y es una obra donde la poesía, la tragedia y la creación se funden con la vida de Van Gogh. Fue escrita por Elizabeth Yrausquin de Postalián, la dirección y la protagonización son de José Tomás Angola y cuenta con un elenco donde participan: Luis Carreño, Laura Guevara, Diana Almeida, José Antonio De Córdova y Lilo Schmid como "la Madame", y la actuación especial de José Manuel Vieira como "Gauguin”. El montaje tiene otros valores escénicos: música original de José Antonio De Córdova, interpretada en vivo por el mismo compositor al piano y Edgar Vivas, renombrado cellista.
Como este espectáculo marca el regreso a la actuación de José Tomás Angola, dramaturgo, poeta, narrador y director de teatro, luego de casi siete años de ausencia, le preguntamos:
-¿Por qué un texto de una autora desconocida?
-Soy escritor que logró establecerse y alcanzar algún prestigio porque alguien confió en mí la primera vez. Ese espaldarazo ocurrió de la mano de Gerardo Blanco, Carlos Sánchez Romero y Valentina Sánchez, la gente talentosa que hacía vida en Bagazos. Eso lo agradeceré siempre. De ahí que me sienta de cierta manera obligado con los nuevos talentos, a darles ese primer espaldarazo para que expongan sus creaciones. Lo hice con Gabriel Veiga, brillante e imaginativo director salido de las filas del teatro estudiantil. Lo hicimos con Juan Carlos Souki, apenas emergiendo del Colegio La Salle, cuando lo invitamos a que dirigiera un espectáculo en el ciclo “Un mes de poesía para Caracas”, que hacíamos en el Ateneo de Caracas. Levy Leonardo Lossada, el hijo de Diana Belgrave, o Yurubí Castro debutaron en el teatro profesional con La Máquina Teatro. Carolina Torres, hoy en día una estupenda actriz, dirigió profesionalmente por primera vez con nuestro grupo un espectáculo basado en un poemario de Patricia Guzmán. Era lógico que tarde o temprano nos enfrentáramos a un texto de una debutante y le diéramos la oportunidad de estrenarse.
-Eso ocurrió cuando Carlos Silva, nuestro productor habitual, nos presentó Girasoles de silencio de Elizabeth Yrausquín de Postalián, una obra sobre Vincent Van Gogh. Me sorprendió la poética, la investigación y la propuesta escénica de una autora novel. Elizabeth es médico de profesión, pero ha hecho estudios de Arte en la UCV y se ha tomado muy en serio su rol de dramaturga. Para esta pieza incluso visitó el museo Van Gogh en Amsterdam. Creo que los espectadores reconocerán el talento de esta nueva escritora.
-¿Qué propone este texto sobre ese gran atormentado?
-La creación como territorio de encuentro de las pasiones, de los placeres y los dolores, de la angustia y la felicidad, es un tema que siempre nos ha llamado la atención. Personajes cargados de conflictos, luchando contra sus propios demonios, han sido centro de nuestros montajes. Pero Van Gogh es la quintaesencia de esa condición. La percepción que tiene el mundo de que su estado mental lo llevó a cruzar la frontera de la sindéresis, se pone en tela de juicio en esta obra. Para la autora, el romanticismo espiritual del pintor nace de la incomprensión de quienes le rodearon. La sensibilidad exaltada hasta el dolor es algo diferente a la visión moderna de la neurosis o la bipolaridad. Hay una búsqueda interior de Dios en Van Gogh, y esa búsqueda se manifiesta en su arte. Todo lo que nos preocupa hoy en día, la trascendencia, la idea de la mortalidad, la necesidad de comunicar, fue lo mismo que le preocupó a Vincent. Así que la obra no sólo hace un retrato biográfico del artista, sino que hurga, desde los textos de las cartas que se enviaron Van Gogh y su hermano, en los tormentos y las tensiones que lo movían y que son comunes a nosotros también.
-Un logro interesante es la poética que se emplea en los diálogos de la obra. Elizabeth tomó la correspondencia de Vincent y la articuló como parlamentos de los personajes. Hay ahí un reto doble. Primero darle sentido dramático a textos que no responden a ningún discurso conversacional pues son epístolas hechas en el transcurso de años, y segundo, para el actor es un compromiso incorporar esos textos pensados para ser leídos y no dichos y proponérselo al público con la lógica del hablante. Ha sido un proceso complejo, duro, en donde todo el elenco ha tenido que romper criterios preestablecidos e inventar de cero.
-¿Cómo han sido los ensayos, qué dificultades han superado y qué pasará con el espectáculo?
-Iniciamos el trabajo de mesa a finales de octubre del año pasado. Por fortuna tengo un elenco cohesionado, ávido de nuevas ideas, dispuesto al ejercicio emocional fuerte, cosa no muy común hoy en día. Son pocos los que van más allá y exploran el inseguro y riesgoso territorio de la emotividad profunda.
-Quizá la tensión sea el elemento más difícil de controlar en esta pieza. Es muy fácil desbocarse, y si algo estamos buscando es sostener los personajes sobre la inminencia de la explosión emocional.
-Asumir el papel de Vincent Van Gogh y dirigir el montaje también ha sido una experiencia fuerte. La preparación actoral ha sido no sólo sicológica sino física, rebajando casi 11 kilos, y modificando mi apariencia para asemejarme al pintor. El problema de trabajar con un personaje histórico es que todos tienen una imagen de cómo fue. Si el actor y el espectador no comulgan en puntos comunes de esa visión, la posibilidad de que la convención teatral se produzca se hace cuesta arriba. Alternar entre el personaje y el rol de director es tremendamente desgastante. Y dada la presencia casi constante de Van Gogh en escena, el proceso de ensayos requiere de momentos para sumergirme en el drama y otros para elevarme sobre él. Nada fácil cuando hay tantos sentimientos en juego.
- Para mí es una suerte de preestreno de manera de atemperar la puesta y contrastarla con los espectadores, buscando las bisagras falsas o los caminos errados que hayamos podido tomar. Me gusta hacer esto. Es una pretemporada que abre el espectáculo a todos y la ayude a pulir. Esperamos que en los meses siguientes concretemos una temporada de varias semanas pues la producción, para los tiempos que corren, ha sido muy ambiciosa en cuanto a vestuario, música original interpretada en vivo, propuesta escenográfica, multimedia y de iluminación. Ya por lo pronto tenemos una invitación para estrenarla en Coro, ciudad de donde es nativa la autora.
-¿Qué pasó con su dramaturgia y con su trabajo para la televisión?
-En el teatro, y la literatura en general, nunca he parado. Aunque estrené mi última obra original en 2007 (Soliloquios de mujeres intemporales,producida por Water People en formato de lectura dramatizada con Julie Restifo, Rebeca Alemán y Abril Schreiber), tengo dos textos nuevos en espera de ver la luz: Diálogos perversos de auto, cama y toilet, una pieza muy cruda y provocadora sobre la sexualidad matrimonial venezolana en los tiempos presentes que está preproduciendo Oscar Gil con Producciones Extremo, y Sociedad Anónima, escrita hace tres años y que se enfoca en las manipulaciones en el mundo financiero.
-La televisión se terminó para mí cuando RCTV salió del aire. Fueron cinco años muy intensos y en donde aprendí mucho, cosa que agradezco. Lo hice porque había gente que respetaba y con la que quería trabajar: José Simón Escalona, Pilar Romero, Iraida Tapias, Gennys Pérez, José Manuel Peláez, Yoyiana Ahumada, José Luis Contreras, César Sierra, Indira Páez… pero la telenovela no es algo que me interese ahora. Dada la condición actual de esa industria, no hay espacio para mí. Así que simplemente la apagué sin extrañarla mucho, si soy sincero.
-¿Qué otros proyectos está cocinando?
-Espero que este año Miguel Bandres Producciones haga el estreno mundial de Bombarderos sobre Londres, la pieza con la que gané la mención del Premio de Teatro Breve Arrabal Teatro-Fundación Ciudad de Requena, de Valencia, España, en 2004. La obra está editada en España pero no ha recibido su estreno formal. Es una pieza compleja de producir y requiere un elenco muy comprometido. Ojalá cuaje el proyecto. También adelanto para este año, ya con mi grupo, el remontaje de la ópera El Quijote cuerdo pues merece una reposición y más espectadores, además del estreno de un espectáculo basado en los cuentos de Heberto Gamero incluidos en su libro Cuentos de pareja. Una visión poética y cercana del amor en el siglo XXI.
-Tenemos muchas ideas sobre la mesa, pero siempre una seduce más que las otras. Lo que es impensable es dejar de trabajar, no importa el grado de crisis o dificultad que exista. Crear en condiciones ideales es de burócratas. Desde que tengo memoria, vivimos en crisis, así que no me es inusual el momento. Además entiendo que sólo tengo un espectador, un lector, un crítico a quien me preocupa complacer… a mí mismo.
Maquina de 17 años
José Tomás Angola explica que La Máquina Teatro está trabajando desde hace 17 años. “En el 2011 incursionamos en un género complejo y costoso, pero nos interesaba mucho el teatro lírico. Estrenamos, de Eduardo Casanova (letra) y César Augusto Guillén (música), una ópera sobre Francisco de Miranda: El Quijote cuerdo. Una proeza de producción dado lo oneroso y exigente que es ese género, pero me interesaba sentar dramaturgia venezolana en el mundo lírico. Lo logramos con un éxito corroborado por las 1.200 personas que asistieron a las 3 funciones en el auditorio del Emil Friedman. También el año pasado tuvimos el honor y el placer de hacer el estreno mundial de Azotea de Xavier Puchades, dramaturgo español. Lo hicimos contra todo pronóstico en los jardines del Ateneo de El Hatillo y en una época que lucía poco atractiva: Semana Santa. Sin embargo durante las cuatro funciones obtuvimos llenos totales y una respuesta entusiasta de la prensa. Ya en el 2010 logramos un hito en nuestra carrera, estrenar una pieza mía en Casa América Catalunya (Barcelona, España): con El pasajero de la fragata hicimos en una lectura dramatizada a sala llena con actores de aquí (Leo Felipe Campos y Luis Carreño), venezolanos viviendo en España (Isabela Méndez, Martín Brassesco e Isabel Herrera entre otros), catalanes (Francecs Monserrat) y colombianos viviendo allá (Cristina Osorno). Fue un medio montaje, con escenografía, música, vestuario, multimedia y una semana de ensayos. No somos dependientes del circuito comercial teatral, no nos montamos en un escenario para buscar dinero, cosa que en nada critico pues el teatro es una disciplina que legítimamente puede aspirar al éxito económico. El norte de La Máquina Teatro ha sido el desarrollo de retos actorales y dramatúrgicos, la aproximación a temáticas que como colectivo nos seduzcan y que tienen que ver con el hecho de comprender lo que somos como venezolanos, lo que podemos indagar del hombre y su espiritualidad. Esas son las razones que nos llevan a seguir trabajando y elevando nuestra voz para proclamar la idea que tenemos sobre el teatro.
Independencia financiera
José Tomás Angola explica que desde que fundaron a La Maquina Teatro tuvieron claro el valor de la independencia financiera como columna vertebral. “Quizás no hagamos tantas obras al año como otros colectivos por la sencilla razón de que en cada proyecto debemos comenzar de cero. Una ventaja es que no tenemos costos fijos. Abordamos cada producción con la idea de levantar todo recurso de la nada. Por eso nuestros procesos son tan largos y resultan en temporadas a veces cortas. Igual la demanda artística que nos imponemos es tan exigente que generar muchas funciones atentaría contra la calidad o la entrega que hacemos. Lo cierto es que en estos 17 años hemos abarcado un horizonte variado y ambicioso de proyectos, unos naturalmente más afortunados que otros. Para todos hemos contado con el apoyo de la empresa privada y un público fiel y consecuente. Nunca quisimos acercarnos al gobierno, ni antes ni ahora. No hay soberbia en esa postura y respetamos a quienes lo hacen, sólo que nos parecía que conservábamos una pureza ideológica si no nos supeditábamos al subsidio gubernamental. Un artista no puede entregar los resortes que lo impulsan a crear. Mantenernos alejados de la burocracia mediocre nos hizo fuertes. El dinero es importante, por supuesto, pero jamás nos ha quitado el sueño o nos ha detenido en lo que deseamos hacer.







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