sábado, abril 07, 2012

Cabrujas y la cultura


Ha finalizado el 17 Festival Internacional de Teatro de Caracas, realizado del 29 de marzo al 8 de abril y el  cual fue dedicado a exaltar al dramaturgo José Ignacio Cabrujas Lofiego (Caracas, 1937 /Porlamar, 1995) por intermedio del montaje de dos de sus 24 obras (El día que me quieras y Acto cultural), ambas producciones de Carolina Rincón para el Grupo Actoral 80, además de una serie de lecturas dramatizadas, foros y conferencias.
El teatro de Cabrujas está preñado de metáforas sociológicas y  filosóficas, porque primero fue un pensador comprometido, formado con un tanto de marxismo y otro poco de existencialismo, y después devino en dramaturgo. Pero su característica importante es que exuda venezolanidad por todos sus lados. Él dirigió casi todas sus piezas y las glosó en complicidad con sus actores, porque escribía para esos talentos, lo cual hizo que sus montajes fuesen antológicos, pero eso no es obstáculo para representaciones con otros intérpretes
Hay que dejar constancia y reseñar como los caraqueños pudieron disfrutar de esa tierna y critica pieza que es Acto cultural, dirigida por Héctor Manrique, quien también actuó al lado de una brillante generación de jóvenes comediantes, como son Samantha Castillo, Melissa Wolf, Angélica Arteaga, Juan Vicente Pérez y Daniel Rodríguez.
Con su teatro, Cabrujas se caracterizó por intentar una interpretación profunda y personal de la realidad venezolana, enfocándose en entender esta tierra, quiénes la habitan y su trayectoria en el tiempo. El humor, su mayor arma, nos permite encontrar personajes que nos retratan como un espejo  vívido del pasado y el presente.
Eso ocurre, especialmente, con Acto cultural, un agridulce acto cultural que montan tres hombres y tres mujeres de diversas edades, quienes viven en el pueblo de San Rafael de Ejido, para festejar los 50 años de su sociedad dedicada a fomentar las artes, las ciencias y las industrias. Han ensayado y exhiben el drama histórico Colón Cristóbal, el genovés alucinado, pero durante la representación se desdoblan y afloran todas sus contradicciones, frustraciones y las perennes derrotas en que han vivido. El cuento sobre el descubridor de un mundo es un pretexto para intentar trascender como artistas antes esa comunidad que los contempla, pero la realidad es que están solos, que siempre estuvieron íngrimos en sus luchas.
¿Alude a la soledad del artista en medio de una sociedad que lo ignora? ¿Cuestiona al país que vive únicamente para efemérides y no afronta los problemas que lastran su desarrollo? “El buen teatro se explica solo y desde la escena” o “Nadie debe temer a lo obvio o lo simple”, podrían haber sido algunos de sus lemas, pero Cabrujas escribió teatro como quiso y ahora espera que la audiencia saque sus propias conclusiones.
Estamos seguros que Venezuela rescatará en esta centuria al dramaturgo que comprendió y amó a su país de tal manera que lo poetizo como nunca antes nadie lo había logrado. Su teatro merece ser el pan de cada día, un sueño que no es irrealizable.



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