sábado, octubre 06, 2012

Elio Palencia cuenta todo y algo más


La Revista OLLANTAY Theater Maganize, en su edición no. 38, para festejar su 19 años de lucha por  el arte teatral latinoamericano, incluye esta entrevista con el dramaturgo Elio Palencia (Maracay,1963), la cual “no tiene desperdicio” y por eso hemos decidido republicarla.
-¿Cómo fue su acercamiento al teatro?
-Al ser un muchacho de provincias, fue a través de la televisión: en los años 70’s, los medios comerciales en Venezuela aún disponían de algunos espacios comprometidos con la evolución socio-cultural de sus usuarios y, entre ellos, había teleteatros con títulos del repertorio universal. Tenía nueve años cuando vi La Casa de Bernarda Alba y me impactó, pues a pesar de incluir a intérpretes de las telenovelas, las actuaciones eran distintas, así como las propuestas formales y de contenido. Años después, supe que la había dirigido Carlos Giménez, el fundador de la prestigiosa Rajatabla. Como hacedor, fue en la escuela primaria. Allí, juntaba a mis compañeros para montar dramatizaciones de cuentos, poemas o textos cortos escritos por mí. La primera representación propiamente teatral que presencié fue La Valija de Julio Mauricio, por una compañía caraqueña que vino a la ciudad. Una experiencia muy reveladora: “¡la gente grande también hace teatro!”.
-¿Cuál ha sido su trayectoria como dramaturgo? ¿Cómo ha evolucionado su teatro?
-Comencé como actor y pasé del teatro universitario al profesional. Luego empecé a sentir que deseaba ver y escuchar cosas en el escenario, además de ampliar mis posibilidades expresivas. De modo que incursioné en la dirección y en la escritura, a través de talleres de formación. Con mi primera pieza, tuve la fortuna de ganar un premio prestigioso en Venezuela. El texto fue llevado a escena y fui solicitado para dialogar en la TV. Desde entonces, he alternado ambos medios, con algún acercamiento al cine. Me he mantenido cerca de grupos, centros de producción y público, intento escribir desde esa visión con algunos ejes temáticos más o menos recurrentes, como una sostenida indagación en la venezolaneidad y el tratamiento de “el otro”, “el diferente”, deseando más compartir preguntas que dar respuestas. Formalmente, he tenido escarceos con distintos estilos y géneros, no obstante es el drama en el que me expreso con mayor frecuencia, indagando mucho en “el personaje” en tanto premisa que potencia la  cualidad presencial del teatro, ese aquí y ahora, sea en el rito y/o la fiesta, para entrar en comunión con el espectador.
-¿Cuáles han sido sus logros como dramaturgo/teatrista?
-Poder escribir teatro con voluntad artística en una sociedad en la que constituye una actividad casi al margen o fronteriza -que no atiende a los valores mercantilistas de la época y, encima, en un país de la llamada “periferia”, donde no supone ni seguridad social ni un prestigio garante de algo- el propio ejercicio sostenido es ya un logro. Para mí, el principal. Desde hace mucho he entendido que escribir teatro, sin la premisa de lo comercial, es un lujo. Al llevar más de dos décadas dándome ese lujo, puedo considerarme privilegiado. Más aún, cuando directores, actores y demás estetas, tanto veteranos  como  coetáneos y jóvenes, sintiendo empatía por mis propuestas, proceden a ponerlas en escena, en ámbitos tanto profesionales como aficionados. Algunos premios han sido sin duda afirmaciones e incentivos, a la par que responsabilidad añadida a un quehacer que  intento resguardar como  espacio de libertad expresiva, rigor técnico, riesgo y diálogo con mi entorno, cualidades que considero necesarias –no siempre alcanzadas-  para tener algún hallazgo artístico. Para mí, además, escribir teatro es una fuente de autoconocimiento. De modo que mientras pueda hacerlo bajo estas premisas, lo tendré como un gran éxito.
-¿Cómo ha evolucionado el teatro de su país, desde el momento en que usted comenzó a participar en él hasta hoy?
-Tuve la fortuna de comenzar en el teatro en los primeros 80’s, tiempo en el cual la escena artística en Iberoamérica, involucrada con las ideas de progreso y justicia social, de evolución a través de la cultura y sus propuestas estéticas, vio la consolidación de los discursos  de grandes creadores y compañías. Había cierto compromiso del Estado de auspiciar la creación artística en el teatro como parte de una inversión social. En Venezuela, había un potente festival internacional que nos permitía ver lo mejor del mundo y nutrir la creación local. Por diversas razones, en los años 90’s todo esto decayó y el mercantilismo fue ganando espacios. Como en otros países –incluso europeos- muchos discursos escénicos importantes, patrimonio de cualquier sociedad que aprecie el hecho artístico,  fueron sofocados. Aunque tímidamente, en los últimos años en mi país se está intentando retomar, desde las instituciones públicas, el apoyo a un teatro de arte como patrimonio que merecen los ciudadanos. Afortunadamente, no todos los que vivieron el arrase del mercantilismo, optaron por un teatro banal  ni a la tiranía de la  taquilla; aún hay unos cuantos –a mi juicio, no pocos en relación a la proporción total- que, insisten en un teatro de riesgo y comprometido con la libertad creadora. Este es el teatro en el que me formé y en el que he intentado inscribirme. No obstante,  reconozco y respeto los otros muchos teatros (de entretenimiento, pedagógico,  terapéutico, comercial, etc) que también tienen sus funciones y continúan dando vigencia a este oficio milenario, generando afición, cuando no amor o pasión revitalizadora. De modo que no soy pesimista.
-¿Cómo evalúa la relación del público y el teatro que se le ofrece?
En el caso de Venezuela, un país de joven tradición teatral, actualmente –en la modestia de nuestras proporciones- hay un cierto entusiasmo por asistir a las salas. Por un lado, el auge de productores de teatro comercial   con figuras de cartel televisivo, ha ido creando un hábito en una clase media –con poder adquisitivo, aunque no precisamente con el mejor criterio de apreciación artística-  que demanda, más que arte, entretenimiento,  y a la que no pocas veces, algunos productores éticos, intentan forzar la barra para elevar el  nivel. Por otro lado, los esfuerzos de aquellos que profesan la fe en un teatro artístico, de riesgo, continúan -con las uñas-  en su empecinamiento por  trabajar y presentar propuestas. Algunos de ellos, últimamente,  han encontrado en ciertas  iniciativas oficiales el acceso a teatros públicos,  donde, a bajo precio, muestran sus trabajos a una población  que de otra manera jamás accedería a un producto de tal calidad artística. De modo que, poco a poco, se va constituyendo un público más sensibilizado.  No obstante, una política más clara desde el Estado, el apoyo de la empresa privada y los medios de comunicación respecto a este teatro artístico, así como la protección social a creaciones y creadores del teatro, siguen siendo asignaturas pendientes.
-¿Qué opina del teatro universal que se produce en la actualidad? (Reflexión sobre los cambios, tendencias, autores y cualquier otro análisis que haya observado sobre el comportamiento y rumbo del teatro en nuestros días.)
-Con el auge de medios como el cine, la televisión e internet, el teatro de arte, desde sus diversas disciplinas ha ido acotando y defendiendo su vigencia. Básicamente, a partir  de su carácter de conector casi místico con el pensamiento y la historia de la humanidad.  Se ha hecho a un espacios más o menos modesto,  funcionando como un lujo de los tiempos, prodigando alternativas al avasallamiento y a la cosificación. Desde lo formal y lo ético,  sigue, en pequeñas catacumbas o trincheras, formulando, para quienes puedan y deseen disfrutarlo, discursos que potencian  un arte efímero y ancestral, portador de la hondura revulsiva de la poesía,  del rito y de la fiesta,  de la presencia contundente del ser humano en la figura del actor y el encuentro con “el otro”, resguardando las más sutiles esencias del devenir,  del juego y de la libertad como ejercicios inherentes a la condición humana. Por fortuna, hay seres - teatristas y espectadores- que ante la afirmación de que el teatro ha muerto, se alzan proactiva y apasionadamente a gritar: “¡Entonces… que, viva el teatro!”.
Relación de textos escritos:
Que veinte años son nada (2011).Promoción honor a mis padres (2010).Tierra Santa (2008).Penitentes (2007). La quinta Dayana (2006). Caribean Freud (teatro breve) (2006).Como dios manda (teatro breve) (2005).El Tesoro del gallego (teatro breve) (2005).El que te cogió y se fue (teatro breve) (2004). Remota, amiga remota,inspirada en Sobre la misma tierra de R. Gallegos,  (2004). El mundo en tu mano (2003). Mi niña, una yegua de otra tierra (para niñ@s) (2004). Pasajeros (2001).Doña Bárbara, la perfecta ama de casa. Inspirada en novela de R. Gallegos, (1999). ¿Niña o hembra? (para niñ@s) (1999). Anorexia, rapsodia náutica (1997).La reina del soufflé (1996).Mi hermano José Rosario (1996).Del alma querida (1996).Fronteras (1995).Campeones,sobre la novela de Guillermo Meneses (1994). Escindida (1993). Arráncame la vida (1993). Sintonía o…¡hay un extraño en casa! (para niñ@s) (1991).Habitación Independiente para hombre solo (1990).Oasis Pub (Teatro breve) Co-escrita con Pablo García-Gámez, (1989). Camino a Kabaskén (1989).Secuestro Rosa (1989).Detrás de la avenida (1988).



 




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