"¡Juro delante de
usted; juro por el Dios
de mis padres; juro por ellos; juro por mi
honor,
y juro por mi Patria, que
no daré
descanso a mi brazo, ni
reposo a mi alma,
hasta que haya roto las
cadenas que nos oprimen
por voluntad del poder
español!"
(Juramento en Monte Sacro, de Roma, 15.08.1805)
A un año del
mutis del dramaturgo Isaac Chocrón Serfaty su familia elegida lo recuerda y
lamenta su ausencia, especialmente, porque desde Buenos Aires vino un avión con
un singular montaje de su amada pieza Simón
(1983), la cual hizo una breve temporada en la sala 1 del Celarg, pero con la
promesa de regresar próximamente, como lo expresaron los integrantes del
Colectivo S&V de Hotel Bauen Cooperativa de Trabajo, afiliados a la Federación Argentina de Cooperativas de
Trabajadores Autogestionados (Facta).
Fabián Pierucci,
productor del espectáculo, dijo que
el mensaje de Simón es de comunión y de libertad compartida. “Nosotros creemos
profundamente en la libertad vinculada al destino del pueblo que necesita de
una decisión en colectivo para poder llevar una vida a plenitud. Cualquier ser
humano puede sentirse identificado con las decisiones de los personajes de
“Simón” y con sus visiones que
influyeron muchísimo en nuestros destinos como países latinoamericanos”.
Los deseos para
representar la obra nacieron cuando el colectivo sureño se dio a la tarea de
"buscar una obra que tuviera que ver con el imaginario latinoamericano”.
Leyeron Simón y quedaron maravillados “al descubrir a una persona, el
joven Bolívar, que empieza a enfocarse en lo político y cómo eso le da una
perspectiva distinta a su propia vida", reitera Pierucci.
MONTAJE SUREÑO
Sin miedo alguno, todo lo contrario, el
colectivo argentino asumió la puesta en escena del texto chocroniano y lograron
sacarlo adelante con criterios muy profesionales y muy bien definidos,
especialmente los actorales, y buscando, todo el tiempo, a lo largo de los
cuatro miniactos, la dulzura de dos amigos, de edades diferentes, y subrayando
el espíritu libertario que los animaba.
El trabajo visto
aquí en Caracas —desde 1983 hemos contemplado varias puestas en escena-fue
conmovedor, porque nos hizo recordar toda la historia de esa obra y visualizar
a los actores que la hicieron, algunos ya muertos, inolvidables seres
desenfadados-como Fausto Verdial y Héctor Moreno Guzmán-quienes disfrutaron
hasta más no poder ese momento tan trascendental para la historia del
continente americano, mostrándolo con alegría contagiosa.
Ahora el montaje
de los comediantes argentinos, aplaudido hasta la saciedad por los caraqueños que acudieron al Celarg, no
desmerece en nada ante los que aquí se
había exhibido antes. Incluso, podíamos decir, que el espectáculo visitante tenía
mucha más alegría fresca y desenfadada, y lucía desbordado de ese humor
inteligente tan característico de los intérpretes argentinos.
De verdad, que
Fernando Martín, en su rol del maestro Simón Rodríguez, se apodera con su
puntillosa actuación de los tres primeros miniactos, mientras que el
joven Carlos González, como el lánguido
e irresoluto Bolívar, se deje notar,
pero al final, cuando decide lo que hará con su vida, se arrodilla para su
legendario juramento en el Monte Sacro y crece de tal manera que se apodera de
la escena para así resaltar y recordar
la grandeza de su gesta que recién comenzaba, sin sospechar todas las amargas
vicisitudes que viviría después, porque era un simple hombre y no un Dios para
advertirlo. ¡La gloria y la ignominia lo esperaban!
Ver, pues, a dos
sólidos artista foráneos metidos en la piel de esos venezolanos históricos, fue
una gran satisfacción y una grata mirada al pasado para reveer a los ausentes.
ENTRE PARÍS Y
ROMA
Sin el ayer no existe el hoy y mucho menos el
mañana. Recordamos esto porque Isaac Chocrón Serfaty, a instancias de José
Ignacio Cabrujas y en ocasión del Bicentenario del Natalicio de Simón Bolívar,
escribió Simón. El Nuevo Grupo la estrenó en Caracas, el 3 de marzo de
1983, en la Sala Juana Sujo (ahora desaparecida). Fausto Verdial interpretó a Simón Rodríguez y Flavio Caballero encarnó a Bolívar, dirigidos por Cabrujas.
Se realizaron 75 funciones y la vieron 3446
espectadores. Ahí el
dramaturgo revela, de manera didáctica los precisos mecanismos dramáticos que usa un hombre, con una vida cómoda y
resuelta, para internarse en los sinuosos laberintos de la lucha política y
entregar toda su vida hasta liberar a varios pueblos de América Latina. Sigue
con exactitud la historia bolivariana del período que va de abril 1804, en
París, al 15 de agosto de 1805, día en que realiza el
juramento en el Monte Sacro de Roma. Se trata de un laborioso y prolijo
recorrido que transcurre siguiendo los movimientos de la Sinfonía Eroica, de Beethoven, los cuales, con
sus acordes poderosos, subrayan, a más de 200 años de distancia, como pudo haber sido la encarnizada lucha de
un hombre con su destino. El joven Simón Bolívar se encuentra en la Ciudad Luz (1804)
con su maestro Simón Rodríguez, convertido en Samuel Robinson, y entablan conversaciones
en diferentes oportunidades sobre ellos y sobres sus ideas de libertad,
conversaciones que terminan en la Ciudad Eterna (1805) con el juramento en el
Monte Sacro. Este encuentro histórico es ficcionado con mucho humor y además
permite que el dramaturgo deje aflorar las pasiones de los personajes, fieles a
sí mismos, a sus principios y a sus sueños más tarde hechos
realidad. Chocrón Serfaty es todo un escritor bolivariano y amante de su
patria, como lo demuestra también en Asia
y el Lejano Oriente, gran texto de denuncia sobre las corruptelas políticas
capaces de hacer naufragar a un país.
FICHA
Esta producción argentina de Simón contó con
las actuaciones de Carlos González (Simón
Bolívar) y Fernando Martín (Simón Rodríguez).
Música: “Eroica” o Heroica de Ludwing W. Beethoven. Piano: Sergio
Milman. Arreglos musicales: Sergio Milman y Juan Manuel Costa.
Dirección Musical:Luis Sticco.
Coordinación de Producción: Fernando Martín y Fabián Pierucci. Iluminación: Miguel Solowej. Vestuario: Nené Murúa. Escenografía: Carlos Di
Pasquo. Dirección: Marcelo
Mangone.