sábado, diciembre 15, 2012

El teatro no es frívolo ni servil


Culminó temporada 2012 con no menos de 125 espectáculos y aún no hemos publicado las reseñas de algunos de ellos, y, como hay almas descreídas, les recordamos que el teatro venezolano ha sido, es y será revolucionario. Artistas, dramaturgos y su oceánico público así lo han demostrado a lo largo de 412 años, aunque en ocasiones surgen detractores y enemigos encubiertos que tratan de asfixiarlo, de quitarle espacios, de desviarle recursos del Tesoro Nacional que le pertenecen por ser una manifestación cultural y hasta han pretendido matar por hambre a sus hacedores.
Hasta ahora nadie ha podido hacerlo claudicar ni desaparecer de los escenarios y el boom del mal llamado teatro comercial es muestra de como sus creadores si pueden sobrevivir gracias a su imaginación pero sin claudicar en su filosofía de denuncia contra  injusticias, contra desatinos gubernamentales y  exclusiones. La comedia aparentemente sosa o banal tiene su veneno dirigido contra el poder, porque el teatro es arma revolucionaria y por eso le temen o pretenden ignorarlos los poderosos. El teatro siempre ha estado en la acera del frente pero sin poner en tela de juicio su amor patrio.
Nuestro teatro  no es complaciente, ni frívolo, ni tampoco tarifado, ni servil; prefiere comerse las migajas del banquete antes que deshonrarse.
El teatro no feneció ni siquiera ante el plomo de las pistolas adecas y copeyanas. Hay que recordar como el régimen de Rómulo Betancourt liquidó a tres teatreros- el actor, además de periodista  y educador, César Burguillos; Oswaldo Orsini, estudiante de arquitectura de la UCV; y el estudiante Reinaldo García, hijo de la actriz María García- quienes participaron en revoltosos alzamientos contra su régimen.
En medio de ese sórdido panorama de incertidumbres y contradicciones para la sobrevivencia del arte escénico, a finales del año 2011, en Fundarte se planificó y materializó una muestra del teatro contemporáneo, ese que estaba en  cartelera o en despensas de los teatreros, y fue así que se puso en marcha, del 11 al 25 de noviembre, el Festival de Teatro Caracas 2011 (FTC 2011) con la intervención de 80 agrupaciones y sus 600 actores para realizar más de 160 funciones en 13 salas, ocho espacios públicos recuperados y 30 espacios comunitarios. Esas salas no cerraron durante la temporada 2012 y sirvieron para que nuevas generaciones y algunas veteranas se exhibieran, gratis o con módica entrada. Ha sido pan de los ciudadanos y alegría para sus artistas, al tiempo que el teatro comercial roba fuego al cielo para incendiar sus escenarios y convencer a sus clientes, quienes tienen que pagar sin chistar lo que consumen.
 Durante el 2012 se intensificó la acción de la generación del relevo, capacitada en Unearte y los talleres de Rajatabla, entre otros, con lo cual las artes escénicas siguen vigorosas. Y para cerrar esta visión a vuelo de pájaro de lo ocurrido, no podemos ignorar la reaparición del Festival Internacional de Teatro de Caracas.
 Llega el 2013 y el teatro por supuesto no desaparecerá.

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