sábado, enero 19, 2013

Hamlet, nuestro contemporáneo


La prehistoria del teatro comercial arranca a finales de los años 60 en la terraza del Centro Comercial Chacaíto. Horacio Peterson, Jorge Palacios, Guillermo González y Jorge Bulgaris fueron los instigadores de un espacio privado o particular que resultó útil para la cultura, ya que aupó, a lo largo del siglo XX, la creación en Caracas de un movimiento de teatro financiado por las taquillas y capitales de los productores, el cual le disputaba, y aún continúa en la brega, los espectadores al teatro de arte, subvencionado por el Estado. A instancias del “modelo chacaítesco” -así se le apodó despectivamente- surgieron salas como Las Palmas, Los Cedros y Santa Sofía, para citar a las que sobrevivieron hasta los años 90. De esa  primera etapa solo queda en funciones el Teatro Chacaíto.
 El teatro comercial del siglo XXI  también vive de la taquilla y revela con la temporada 2012 que sí puede mostrar espectáculos de calidad, sin usar rutilantes estrellas de la televisión ni caer en banalidades. Y como prueba están las producciones de Hamlet y High, para citar a dos de los 30 montajes variopintos que destacamos entre más de un centenar de reseñados. 
Hamlet realizó 42 funciones y contabilizó 3.100 espectadores en el teatro Trasnocho. No dio pérdidas. Fue un impactante espectáculo atemporal, logrado por el director  Armando Álvarez (el mismo que montó ¡Ay Carmela!, La pareja dispareja y La Ola, en otras temporadas) con desopilantes y poderosas imágenes y un ritmo escénico que trasmutó sus 90 minutos en exhalación de asombro ante toda la maldad humana presente en esa versión amable de Ugo Ulive sobre el sacrosanto texto shakespereano.
Ulive, al llegar a sus primeros 80 años de útil vida, perdió el miedo ante William Shakespeare y redujo el monumental Hamlet a solo ocho personajes suficientes para echar el cuento, en un solo acto largo, de aquellos  malditos cuernos que le desgracian la vida al romántico joven príncipe y desencadenan  una tragedia intima y gran catástrofe general en un reino europeo, por supuesto, donde la invasión extranjera impone la paz. La versión preserva los  originales diálogos memorables y el existencial monólogo del ser o no ser, y plasma toda la maldad posible en un colectivo humano. Gracias, pues, a Basilio Álvarez (Hamlet),  Fedora Freites (Gertrudis/Ofelia), Armando Cabrera (Claudio), Sócrates Serrano (Laertes), Juan Carlos Ogando (Polonio/y el sepulturero) y Vicente Peña (Horacio), los espectadores salieron bien aleccionados y hasta deseosos de ver películas o montajes grandilocuentes sobre tan lamentable tragedia.
Hay que destacar la dirección general de los actores, donde destaca un preciso aporte del coreógrafo Jacques Broquet. “Fue un trabajo arduo y rico, yo siempre quise hacer un Hamlet dinámico, nada bucólico, nada refexivo, y con la adaptación de Ugo Ulive la exigencia va para el lado de las transiciones rápidas, fuertes y al mismo tiempo mantener el cuento, contar la historia”, ha reconocido el mismo  Basilio, quien es el gran protagonista. De las otras actuaciones  impactaron las performances de Fedora en su doble rol y “el lucimiento sufrido” de Sócrates, encarnando a Laertes, hermano vengador de Ofelia utilizado por los regicidas. En resumen, el desempeño actoral es el espectáculo como tal, porque las acciones físicas y las piruetas son aditivos precisos. Todo logrado gracias al criterio y el tino del director, creador de tan original puesta en escena.
Hamlet fue musicalizado de principio a fin, gracias al talento de Luis Alberto Vila, Gabriel Figueira y Rubén Gutiérrez. Es la salsa que ayuda a digerir la rocambolesca historia que Ulive hace contemporánea en este sorprendente siglo XXI.
Y mención aparte para la agrupación Skena, puñado de maestros y alumnos entregados al trabajo supremo de la producción artística, de algo tan importante como Hamlet.
Este Hamlet a la venezolana podría volver a escena si el grupo Skena convence a la gente de Unearte para exhibirlo en la sala Anna Julia Rojas.Hay ya conversaciones adelantadas y unos cuantos puentes tendidos.
Mientras tanto, Skena ya prepara otra versión de Ugo Ulive, en este caso es El enemigo del pueblo, de Henrik Ibsen, para una sala de Corpbanca, al tiempo que hará unas  presentaciones de Popeye en el Teatro de Chacao, durante el mes de febrero. Mostrará su desgarrador montaje  ¡Ay Carmela! en el teatro Nacional dentro del Festival de Caracas, en marzo.

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