miércoles, enero 23, 2013

Stop Kiss contra la homofobia


Dos mujeres, que no han llegado a la tercera década de vida y además disfrutaron de las bondades sexuales y los amores que compartieron con sus respectivas parejas masculinas, eligen amarse y cuando están saboreando el primer gran beso de esa relación lésbica, son agredidas salvájemente en un parque de Nueva York por un desconocido, después de una noche de copas. Sara termina en la terapia intensiva de un hospital, mientras que la otra, Callie, también golpeada, inicia una campaña para que se haga justicia y además tratar de salvar a su Sara… porque ahora se aman más.
Así se puede resumir el argumento de la pieza teatral de denuncia antihomofóbica Stop Kiss, hermoso y valiente texto de la estadounidense Diana Son (Dover, Delaware, 1965), versionado y puesto en escena por Consuelo Trum, con las actuaciones destacadas de Sheila Monterola y Karina Velásquez, acompañadas por las precisas participaciones de Agustín Segnini, Jesús Miguel Das Merces y la participación especial de Antonio Delli y Carolina Leandro. La escenografía de Edwin Erminy y la producción, responsabilidad de Reynaldo Cervini Villegas, complementan este valioso aporte cultural.
CRIMENES DE ODIO
La etapa inaugural y la primera temporada  de Stop Kiss, que arrancó en el Espacio Alterno del Trasnocho, fue  bien recibida por la comunidad sensibilizada ante todo lo que sea crímenes de homofobia; todo lo que sea rechazo, aversión, odio, prejuicio o discriminación hacia hombres o mujeres homosexuales o gais, lo cual además involucra a bisexuales, transexuales y travestis, en toda la Tierra.
Los espectadores sensibles y amantes del teatro, saben muy bien, algunos hasta en carne propia, que  la homofobia mata  a quienes se atreven a practicar tales conductas sexuales no tradicionales y por supuesto la lista de las víctimas no es invento periodístico ni tampoco  una vagabundería más  de los teatreros. Es una letal realidad, incluso prohibida  y hasta castigada por la Carta Magna de Venezuela.
 Y como una prueba más de como la mortífera discriminación homofóbica existe, recordamos que el diario Últimas Noticias (19.11.11) en su página 24 reseñó como las autoridades levantaron el cuerpo de un transexual asesinado de una pedrada en la cabeza, tenia manos y pies atados con tirro, y vestía pantalón negro, blusa de mujer y zapatillas. La víctima, que apareció en la calle Santa Ana de Prado de María, no portaba documentos de identidad.
El teatro, el cine y la televisión de Venezuela han sido utilizados para denunciar y combatir a la homofobia, y es por eso que durante la temporada 21011 se mostraron en Caracas seis espectáculos teatrales, mientras que el cine  cerró exitosamente el año 2012 con el filme Azul y no tan rosa, de Miguel Ferrari, otro crimen de odio homofóbico que desgracia la vida de varios personajes cuyo pecado fue amar, más nada.
MONTAJE
Stop Kiss fue estrenada en el circuito Off Broadway de Nueva York, en el Public Theater  durante la temporada decembrina de 1998 y  ha sido traducida por primera vez al castellano, exclusivamente para este montaje en Venezuela, por la actriz Carolina Leandro.
Hemos seguido la carrera profesional de Consuelo Trum, una de las pocas mujeres que incursiona con éxito en la dirección de espectáculos teatrales, y damos fe de su crecimiento artístico y de su especial trabajo con las actrices y los actores en los espectáculos atrevidos y nada banales que ha mostrado, como ocurrió en el 2011 con la pieza Monstruos en el armario, ogros bajo la cama, una epopeya fantástica y macabra sobre el atentado del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, escrita por Gustavo Ott.  Ahí pudimos calibrar su talento para convertir en exultante espectáculo tridimensional un nada fácil texto teatral.
Para materializar Stop Kiss, la directora Trum contó con la especial entrega profesional de dos actrices, como Sheila y  Karina, para materializar a esas norteamericanas que le pierden el miedo a lo desconocido y optan por amarse, así de sencillo. Sus personajes van desde la elemental facilidad orgánica hasta la entrega total que exige un beso bucal mutuo, pasando por la hermosa escena de la vestidura de la convaleciente Sara que hace la amorosa Callie. Dos momentos críticos y básicos, muy bien logrados, de ese estremecedor montaje.
También hay que subrayar la habilidad de Consuelo para manejar un texto teatral no convencional, cuya estructura no es aristotélica, sino más bien ese  fastidioso arroz con mango que utilizan algunos autores contemporáneos  envenenados por la televisión y el cine y empeñados con los saltos temporales y espaciales para algunas de sus escenas, olvidándose de las dificultades que emanan de un escenario como lo diseño el legendario Sabattini, por allá en el Renacimiento. Jugó, para su delicado trabajo, con las luces y dos áreas escénicas: la cama del hospital donde reposa Sara y el apartamento de Callie, además de una proyección con las escenas contemporáneas de la investigación policial que siguió al asalto homofóbico.
En síntesis, una puesta en escena difícil, que en la noche del estreno tuvo baches técnicos, además del lógico problema del ritmo actoral de un estreno.
Pero más allá de esos detalles anotados, los cuales fueron superados en las funciones posteriores, hay que destacar el conjunto de la producción y muy especialmente, lo reiteramos, las performances de Sheila y  Karina para crear a esas dos hembras que desafiaron a la sociedad homófoba y dieron rienda suelta a sus pasiones. ¡Bravo por los  aguerridos personajes y por el profesionalismo de nuestras actrices!

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