domingo, marzo 10, 2013

Rodolfo Santana no descansa


El fantasma del dramaturgo y guionista de cine Rodolfo Santana recorre escenarios y también oficinas públicas y privadas de productores y empresarios teatrales. No descansará  todavía, a pesar de haber muerto el pasado mes de octubre, porque se marchó sin culminar uno de sus más ambiciosos proyectos: la institucionalización del Festival Nacional de Teatro Venezolano. Sí, institucionalizarlo, o sea dotado de un presupuesto proveniente del Estado y adecuado para  lo que ese ambicioso proyecto cultural exige  y, por si fuera poco, libre de rémoras y alcabalas que suelen casi siempre ahogar proyectos semejantes.
Santana luchaba para que, cada dos años, las salas teatrales de Caracas y otras ciudades albergaran los montajes de los dramaturgos nacionales y  de esa manera hacer conocer al público la existencia del pensamiento, el sentimiento, la historia y los mitos de los hijos e hijas de esta Tierra de Gracia, poetizados y convertidos en espectáculos.
Logró la promesa de recursos económicos y físicos, además de logísticos, para ese gran evento teatral, y solo falta que fijaran la fecha y las respectivas convocatorias destinadas a los teatreros y la organización de sus agendas de trabajo. Inicialmente el Estado avaló el proyecto y algunas  progresistas instituciones se iban a sumar a tan magna empresa impresionadas ante esa “hemorragia teatral” que se avecinaba y de la cual la televisión y el cine sacarían obvios beneficios.
Por eso ahora su fantasma esta por ahí merodeando y maquinando para que no lo echen al olvido, lo encarpeten o lo pospongan para la próxima semana. En Venezuela es larga la historia de instituciones culturales que se hundieron tras la desaparición de sus gestores, dañando así a nuevas generaciones y echando cenizas sobre esas memorias positivas para la identidad nacional.
FESTIVALES CARAQUEÑOS
Mientras tanto, porque lo de Santana tenía tiempo gestándose, la Alcaldía de Caracas y su brazo cultural, Fundarte,  se entregaron  a la tarea de tantear “el terreno” de lo que sería  esa gran muestra teatral  y optaron por evaluar “la musculatura” disponible.
Para eso ejecutaron durante los dos últimos meses de 2011 el Festival de Teatro de Caracas, el cual sirvió además para reinaugurar una serie de teatros del casco central capitalino, magno proyecto para salvar el patrimonio nacional afectado o abandonado.
Y como los resultados de la asistencia de los espectadores fueron tan positivos, optaron por planificar y ejecutar el segundo Festival de Teatro de Caracas, entre el 23 de febrero y el 10 de marzo de 2013- a pesar del fallecimiento de Santana -un evento que arroja unos cómputos cercanos a los 70 mil espectadores, quienes disfrutaron 300 funciones de unos 150 elencos, todos criollos por supuesto, además de una serie de talleres y conversatorios. Un festival caraqueño con abundante representación de agrupaciones regionales, donde el espectador solamente pagó 10 bolívares por boleto para cada representación.
La muerte sin aviso de Santana Salas afectó a la gente de Fundarte  y es ahora, al culminar esta segunda muestra, cuando se conocerán los planes concretos para hacer el primer Festival Nacional de Teatro del siglo XXI, contando además con el apoyo del Centro Nacional de Teatro, ente del Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
Hay obras suficientes, de nuevos y consagrados autores, hay diversos espacios teatrales, y los necesarios recursos financieros están disponibles. Nunca antes hubo tanto interés para echar a caminar esa sana ambición que tenía Santana: tun evento teatral dedicado a mostrar a esta Venezuela desde la escena, algo nunca  jamás visto.
Creemos, pues, que el Festival de Teatro Venezolano deberá llevar el epónimo de Rodolfo Santana, como reconocimiento a la calidad y la cantidad de sus obras comprometidas profundamente con esta nación que lo pario y le permitió mostrar los mejores frutos de su talento.
DRAMATURGUIA
Rodolfo Santana (Caracas, 24 de octubre de 1944/Guarenas, 21 de octubre de 2012) aclaraba que el teatro fue, es y será intrincado, tanto que su acceso se vuelve misterioso por lo que abarca. Él, que pergeñó no menos de 100 textos, además de 13 guiones cinematográficos, afirmaba que “ante las complicaciones que ofrece el arte teatral, lo más habitual es ubicar sus aportes a nivel de maricones exhibicionistas u orgias post estreno. Me perdonaran los poetas y narradores venezolanos, pero Cabrujas Chocrón, Chalbaud, Rengifo, Ott, Viloria, Agüero y otros más, constituyen una parte sustancial de la cultura venezolana”. Lo que pasa, insistía, “también es que el dramaturgo latinoamericano posee una minusvalía extraordinaria. Por lo general se le considera un extraviado entre la literatura y el mal decir. Una excrecencia al pie de una columna dórica. He visto dramaturgos extraordinarios como Tito Cossa -estrenado en todo el mundo-confesando atributos de galeote y peón de arte. Y no es raro. Los dramaturgos latinoamericanos, con buenas obras, debemos enfrentarnos a la estulticia de los directores, a los planos del  lenguaje convencional de las instituciones, al terrible hermetismo de las editoriales. El crítico Rubén Monasterios, a los autores de los años 70 nos denominó “dramaturgos de gaveta”, un término que, personalmente, he utilizado para saltar sobre la humillación de crear sin ningún sustento”.
HOMENAJE
 Fundarte rindió homenaje a Rodolfo Santana durante el Festival de Teatro 2013 con la producción y exhibición de cinco funciones de Una tarde un poco fastidiosa, en el Teatro Nacional, puesta en escena por Dairo Piñeres y con la participación actoral de los veteranos Fedra López y Luis Carlos Boffill, acompañados de los jóvenes Moisés Berr, Juan Pablo. Gleison Medina. Fue una de sus últimas piezas. Una obra que resume innumerables crímenes y masacres en diferentes ciudades del continente americano y el mundo, una dramaturgia vanguardista de profundo impacto en la construcción psicológica de sus personajes y trama en cuestión, a los que Santana nos mantuvo acostumbrados. La trágica historia de  Miguel, Javier y Rudi, tres jóvenes que deciden arremeter contra la sociedad, incluyendo a sus parientes, conscientes además del final que les aguarda.

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