sábado, julio 27, 2013

Los 300 Victorinos de Rajatabla

La novelística de Miguel Otero Silva fascinó al director Carlos Giménez, quien se sacrificó para teatralizarla con su grupo Rajatabla. Durante las temporadas de 1973, 1987 y 1992 mostró Fiebre,  prosiguió  con  Casas Muertas y Oficina Número 1 cerró su saga artística nada menos. Él huracanado artista argentino decía que nadie logró captar las claves de la Venezuela moderna y la esencia de su irredento pueblo, como lo hizo MOS, crucial intelectual de izquierda.
 Tenía entre sus proyectos a Cuando quiero llorar no lloro pero se la dejó a Pepe Domínguez, quien desde la temporada del 2009 ha insistido con dos versiones escénicas y ayer en el Celarg se sintió halagado al exhibir la función 100, con elenco renovado y todo un brioso espectáculo. Él sueña con otro centenar de presentaciones. Por supuesto que también avanza una tercera generación de Rajatabla,institución que se niega a morir por ahora.
El primer montaje de Cuando quiero llorar no lloro no cuajó por dificultades con el guión, sumado al diseño de una puesta nada dinámica y un contexto extrateatral que conspiró. Pero Domínguez, con valiosa y plausible tozudez  hispana, superó de principio a fin las fallas anotadas: ahora hay más y mejores acciones dramáticas, menos narrativa y la violencia verbal y la física, aunadas a la música y el  baile, se toman la escena para magnificar el discurso escénico y hacer llorar ante la tragedia de esos tres muchachos, quienes son consumidos porque una sociedad que no se apiadó de ellos y los sacrificó.
Cuando quiero llorar no lloro transcurre en Caracas, entre el 8 de noviembre de 1948 y el mismo día en 1969. Nacimientos y muertes de los protagonistas: Victorino Pérez, Victorino Perdomo y Victorino Peralta. Uno es pobre, condenado por las condiciones sociales a ser delincuente. El otro es clase media, estudiante de sociología que se incorpora a la guerrilla. El tercero es un chico de la jaialai, convertido en patotero y practicante de la violencia gratuita.
Los Victorinos constituyen un solo personaje-emblema de una juventud condenada a la muerte prematura por la violencia, el alcohol y las drogas,  Este drama, explica el título rubendariano,  “cuando quiero llorar no lloro”, a la par que refleja la reacción emotiva y racional del autor ante tan menguados destinos.
La virulenta fábula de  tres venezolanos-Victorino malandro, Victorino guerrillero y Victorino burgués- es la metáfora de un país en construcción donde la continuidad de los procesos sociales siempre se cortan de súbito; la violencia es el arma de los individuos que continuamente tratan de buscar su pasado heroico, el de la independencia, y una constelación de mártires anónimos siempre traicionados por las generaciones siguientes.

Participan en este montaje más de 60 personas entre actores, bailarines, músicos y cantantes encabezados por Ángel Pájaro, Luis Alfredo Ramírez y Jean Carlos Rodríguez- tripleta de lujo- como los Victorinos; Indira Jiménez, Adriana Bustamante y Tatiana Mabo son las madres; Fran Maneiro, José Antonio Simons y José Luis Bolívar encarnan a los padres, acompañados por alumnos y egresados del Taller Nacional de Teatro de la Fundación Rajatabla. La producción general es de William López (José Rosario López), presidente de la institución.

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