sábado, noviembre 16, 2013

Los 100 de César Rengifo

¿Quién está organizando el centenario de César Rengifo?
No sé si ya organizan los festejos del primer centenario del caraqueño  César Rengifo, el 14 de mayo de 2015. Es de suponer que ese grupo de pensantes y sensibles personas, esté muy interesado en que se le rindan todos los honores al Padre del Teatro Moderno Venezolano, entre los cuales estarían varios importantes eventos, tales como concursos de dramaturgia y ensayística, además de la exhibición de selectos montajes de algunas de sus piezas más importantes, como ya ocurre con el espectáculo Bajo tierra. ¡Hacer popular y cotidiano al teatro de ese gran caraqueño deberia ser la meta!
Conocí de trato y palabra a César Rengifo y de él aprendí que no somos un país independiente económicamente. Junto con el alud del capital foráneo, llegó también una civilización estandarizada. Y junto a los ranchos, habitados por gente depauperada y sin ninguna cultura, brotó la llamada “cultura del petróleo”.¿Cuántos venezolanos han luchado contra eso?
Lo recuerdo ahora al rever y disfrutar el excelente Bajo tierra, que presenta Rio Teatro Caribe, en su sede de San Bernardino,  bajo la dirección de Francisco Denis Boulton  y con el desenfadado apoyo actoral de Verónica Arellano, Gladys Prince, Zair Mora, Luis Domingo González, Jesús Carreño, Antony Castillo y Valentina Garrido, dentro del dispositivo creado por Rafael Sequera.
Bajo tierra es un comprometido y amoroso ensamblaje, logrado por Karin Valecillos (la dramaturga de moda) con cuatro piezas de César sobre la explotación petrolera: Las mariposas de la oscuridad (1951-1956), El vendaval  amarillo (1952),  El raudal de los muertos cansados (1969) y Las torres y el viento (1969).  Ahí resumió los inenarrables avatares de los trabajadores del petróleo y de los campesinos desplazados por tan cruel industria. Escribió para advertir sobre las frustraciones de un amplio sector de la sociedad venezolana por el sinuoso destino de la renta petrolera, además de la muerte lenta de la agricultura y el éxodo de los campesinos a las grandes ciudades para buscar un destino incierto o esquivo, al tiempo que señaló la incesante sustitución de la cultura nacional por una foránea. ¡Qué nadie olvide la novela Casas muertas de Miguel Otero Silva y la versión teatral que hizo Carlos Giménez con su grupo Rajatabla!
Denis Boulton quería montar cada uno de esos textos pero no consiguió los recursos económicos y optó por el “comprimido” que le hizo Vallecilos: la  parodia de un programa de televisión que es visto por una abuela y  su hija, mientras al nieto lo devora la Internet, en cualquier hogar venezolano. Trabajó con tal fusión y los mínimos actores, reelaborando lenguaje y puntualizando acciones escénicas.
El montaje está centrado  en el relato de la desgracia humana como consecuencia de la miserable explotación del recurso natural y el engaño a que se sometió al campesino principalmente. El humor es el otro personaje presente y es bálsamo para digerir todas las desgracias de esos seres arruinados sin saber porque.
El espectáculo se llama Bajo tierra porque el petróleo se extrae del suelo  y para hacer referencia a los hombres que trabajan bajo tierra, a una cultura que queda bajo tierra y un país que quizá, todavía, está bajo tierra en el sentido que depende de este “oro negro”, y esto no solo interviene en lo económico sino en todos los ámbitos sociales y culturales.

¿Invitarán a Bajo tierra a participar en el centenario de César Rengifo?

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