sábado, diciembre 27, 2014

Fotomatón 2014

El béisbol no está ausente de los escenarios venezolanos  desde que Gustavo Ott, apuntalado en el actor Fernando Then, metaforizó las descarnadas facetas de algunos de sus protagonistas y los contextos donde estos se desarrollan, o sea los peloteros, sus familias y una sociedad con todas sus aristas, y así los mostró durante la temporada 1999.
Así estrenó el unipersonal Fotomatón para exhibir lo que puede ocurrirle a un beisbolista cuando, tras violentar las conservadoras normas sexuales y degustar lo  prohibido, pierde la vida, precisamente en el epílogo de un juego de su equipo, Los Cardenales de Lara.
Fotomatón fue remontado para la temporada 2004 por su autor y el joven comediante José Gregorio Martínez, quien inició  así intensa y meteórica carrera actoral que le ha permitido ganarse los premios Avencrit 2013 y el Marco Antonio Ettedgui. Y ahora, para festejar los 22 años del Teatro San Martín de Caracas (en Artigas) ha realizado unas exhibiciones, antes de irse hacia otras salas durante el venidero 2015.
Este Fotomatón, que es una autopsia venezolana en nueve innings, donde se emula un juego de béisbol, plasma la historia de un pelotero a partir de su cadáver  que reposa en la morgue a donde lo llevaron después que una transexual lo mató porque no le respondía a sus llamadas telefónicas, tras pasar una tórrida noche de locas copas.
Tan  novedosa pieza muestra su rocambolesca historia, con un delirante ritmo escénico, a través de los distintos personajes que componen esa familia (padre, madre, hermano, tío, prima, forense y el pelotero mismo) y logran transformarlo en lúdico alegato contra la insensibilidad y la ausencia de solidaridad en las sociedades latinoamericanas en general  y particularmente la venezolana, porque sus personajes son criollos hasta la médula.
Se pueden decir muchas cosas de Fotomatón, como que es una de las  mejores piezas de Gustavo Ott (Caracas, 1963), donde además destaca su novedosa  fórmula para contar una saga teatral, auténtica y vitriólica catarata escénica contra los prejuicios y el desprecio, desde una óptica graciosa, a veces hilarante, con un humor fino capaz de seducir a cualquier audiencia.
Ott, un periodista  que devino en dramaturgo, ha dicho que es una obra fundamentalmente sobre la familia y el odio. De la familia de Fotomatón es fácil aprender la forma más sencilla de condenarnos al infierno. Quizás porque es allí, en el seno de la familia, donde aprendemos los elementos más perversos sobre el poder.

Por supuesto que sin actor no hay teatro capaz de atrapar a la audiencia y eso lo demuestra, muy bien, José Gregorio Martínez al componer sus siete personajes y darle a cada uno su característica, atrapando la audiencia y haciendo de esos 100 minutos del espectáculo un delicioso pasatiempo sobre lo que somos los venezolanos, sin caer en extremismos.

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