jueves, agosto 06, 2015

Reforma de la ley del cine criollo llega a la AN

"Pelo malo" fue un mágico premio para el cine venezolano de la última década.

 El miércoles 12 de agosto será entregada a la Asamblea Nacional el proyecto de la segunda reforma de la Ley de Cinematografía Nacional. Mientras se conoce el borrador final del mencionado documento, el cual ha suscitado opiniones a favor y en contra, como debe ser un tema tan delicado e importante, publicamos el artículo de especialista Oscar Reyes Matute sobre ese tópico,  el cual se titula “Una respuesta a las falacias de Sergio Monsalve” .
Dice Óscar Reyes-Matute que  Sergio Monsalve ha publicado en El Nacional (edición digital) un artículo que invoca el título de Michel Foucault “Vigilar y Castigar” para acusar al borrador de la propuesta de 2ª Reforma de la Ley de Cinematografía Nacional de poseer un pecado original: “su naturaleza coercitiva de vigilancia y castigo” (sic).
“Tres razones me obligan a responderle al señor Monsalve;
a.- Como parte del equipo que redactó ese borrador de articulado junto con Juan Carlos Lossada, Bernardo Rotundo, Rafael Godoy y algunos otros expertos, no recuerdo haber partido de esa premisa punitiva que señala Monsalve al ofrecer mis modestos aportes como filósofo, como ex-asesor de la Constituyente y la AN –y menos como hombre de cine- a la hora de leer la Ley reformada vigente, y de analizar el statu quo, el estado de la cuestión, con la finalidad de proponer cambios positivos de cara al progreso de la actividad que tanto amamos y a la cual hemos consagrado nuestro destino de vida: el cine.
Ese borrador (perdónennos, pero ALGUIEN tenía que comenzar a redactarlo) está siendo amplia y arduamente discutido por diversos gremios en el Foro del Cine Nacional que convoca el CNAC, antes de ser introducido a la AN junto con otras propuestas (todas ellas legítimas) de otros gremios y entes públicos y privados del cine nacional, y que serán discutidas por los diputados integrantes de la Comisión de Cultura y la plenaria de la Cámara, como debe ser.
b.- Monsalve escribe en El Nacional, un diario muy influyente en los sectores intelectuales liberales del país. Es un diario de muy grata recordación para mí, pues durante mis años como profesor de filosofía política en la UCAB y coordinador del Proyecto Democracia del CIFH, El Nacional me abrió sus puertas de papel para publicar muchos artículos, reseñar eventos organizados por nosotros en el campus de Montalbán, y en un par de ocasiones se tomó la molestia de entrevistarme para considerar las opiniones de un filósofo impertinente como yo en torno al devenir político y social de la nación. Así que es un asunto de nostalgia para con un diario que crecí leyendo y que era materia obligatoria durante mi permanencia en la academia.
c.- Dada la crispada polarización venezolana, el contenido del artículo del señor Monsalve puede ser utilizado para fines políticos que no tienen nada que ver con el cine. A saber, para tratar de encasillar una reforma sectorial meliorística en los viejos esquemas de la Guerra Fría, izquierda-derecha, neoliberalismo vs. comunismo, que el mismo autor dice temer. A mi juicio, es evidente que el señor Monsalve quiere enlodar el debate de la reforma al intentar montarlo sobre el esquema gobierno vs. oposición. Pero aunque se trate de un debate inevitable debido a las condiciones históricas de Venezuela desde hace 15 años, debemos repetir que ese nunca ha sido el espíritu ni el foco de atención del equipo del cual formé parte.
Paso a analizar el artículo del señor Monsalve.
1.- EL PUNTO DE PARTIDA O PORQUÉ DE LA REFORMA 
Monsalve sugiere –aparte del autoritarismo y la vigilancia implícitos en su título- que partimos de buenas intenciones que se han convertido en un camino expedito al infierno. Lo dice en la siguiente comparación: “Cargados de buenas intenciones, como los Minions, agravan la enfermedad, en lugar de proporcionarle una cura.”
No, señor Monsalve: ni Lossada, ni Rotundo, ni Godoy ni Reyes-Matute partimos de buenas intenciones. No, señor Monsalve: ni Lossada, ni Rotundo, ni Godoy ni Reyes-Matute queremos curar enfermedad alguna del cine nacional.
Usted trasvasa de manera simplista su percepción apocalíptica de la política y la economía nacional con el estado del cine venezolano, que es el objeto de la reforma. Eso en Lógica I se llama una falacia y usted debería saberlo bien (espero) porque cita filósofos de manera compulsiva en su texto: Foucault, Hobbes, la Escuela de Franckfurt…
Respecto a su percepción de los males y crisis que menciona, y que yo supongo tienen que ver con la economía y la política, por supuesto que eso forma parte de su libérrimo derecho democrático a creer, percibir y diagnosticar lo que mejor le parezca. Por mi parte, le diría que hay que ser un idiota (en el sentido griego del término “centrado en sí mismo”) para no darse cuenta de las colas, de la escasez de productor regulados y de los centenares de muertes violentas que ocurren en nuestro país. PERO ESE NO ES EL TEMA DE LA REFORMA DE LEY, como usted maliciosamente sugiere (y que además pretende inducir) en su título y en la comparación que de nosotros hace con los Minions, así como en todo el contenido de su artículo.
Señor Monsalve: Lossada, Rotundo, Godoy, Reyes-Matute y los demás colaboradores de ese borrador parten –a la hora de redactarlo- no de una crisis, de una calamidad que se quiera subsanar. Partimos de una realidad totalmente diferente: el cine venezolano es de un éxito avasallante durante los últimos diez años, transcurridos desde que se hizo la primera reforma de la Ley, en el 2005.
Sólo para darle una perla: la película de Lorenzo Vigas “Desde allá” (con el financiamiento del CNAC, con el financiamiento del público que paga un boleto del cual se descuenta una alícuota de 5% para FONPROCINE gracias a la reforma del artículo 18 de la ley original del 2003), ha sido admitida en la competencia oficial de La Mostra Di Venezia. Es la primera vez en más de 70 años que un filme venezolano es admitido en tan prestigioso festival grado A, siendo además una ópera prima. ¿Usted llamaría a eso un fracaso? La película  Azul ni tan rosa  ganó el Goya. ¿Usted llamaría a eso un fracaso? La película  Pelo Malo  fue premiada en San Sebastián, otro festival grado A. ¿Usted llamaría a eso un fracaso?  Libertador  estuvo preseleccionada para dos premios Oscar: ¿Usted llamaría a eso un fracaso?  Papita Maní Tostón  convocó 2 millones de espectadores, siendo de largo la película más taquillera del 2014. ¿Usted considera que eso es un fracaso?
Y no se trata de logros descontextualizado, frutos del esfuerzo solitario de los autores: el talento de los autores ha sido apoyado por una exitosa estructura legal, administrativa, cultural, comunicacional y financiera, que es modelo de estudio en toda América Latina (ver el caso de la Ley de Cine de República Dominicana).
Señor Monsalve: 
Hace diez años, por unanimidad (sin dejarse manipular por maniqueísmos), los diputados de la oposición y del gobierno aprobaron la primera reforma de la Ley. Eso ocurrió porque los gremios vinculados al cine también se alinearon en torno a la reforma, sin dejarse manipular por quienes quería meter el debate en el ruedo gobierno vs. oposición como usted trata de hacer en su artículo contra la 2ª reforma.
10 años después de la primera reforma, el panorama del cine venezolano es excepcional. Discúlpenos el éxito señor Monsalve, pero es que los números son abrumadores.
1.- El 16% de las películas que se exhiben en Venezuela son nacionales, una proporción considerablemente mayor en relación con Brasil, donde 10% del cine que se ve es brasilero. Argentina, la nación de la región más cercana a Venezuela en ese sentido, mantiene en sus carteleras un 14% de obras nacionales; mientras que en México es 8%; 1,5% en Chile y en Ecuador, y 3,4% en Colombia.
2.- Se estrenaron 25 largometrajes en el año 2014, y además el cine venezolano alcanzó un récord histórico de audiencia el año pasado. Nunca antes en los 117 años de trayectoria del séptimo arte en Venezuela se pensó en llegar a unos 4,5 millones de boletos vendidos en un año para ver obras nacionales, más del doble que el año 2013, cuando 2,4 millones de personas asistieron a los cines a ver un total de 21 películas hechas en la tierra de Bolívar. Con tan sólo cuatro películas más, el público creció 87,5% respecto al año pasado. Y este año se va a romper nuevamente el récord de películas estrenadas: discúlpeme si no le doy esa cifra en este momento, la voy a pedir en el CNAC.
3.- En 2014, filmes venezolanos fueron aceptados en unos 250 festivales internacionales de todos los continentes, otra cifra récord que supera en casi 39% los 180 certámenes y muestras que les dieron pantalla a filmes criollos durante 2013. En estos 250 festivales realizadoras, realizadores, actrices, actores y técnicos venezolanos recibieron 79 galardones, 9 más que el año anterior.
3.- En el año 2014 la producción cinematográfica generó entre 8 y 10 mil puestos de trabajo directos e indirectos, y produjo ingresos cercanos a los 58 millones de bolívares a los diferentes sectores involucrados en la realización cinematográfica. Son miles las familias que han podido llevar el pan a sus casas a partir de la producción cinematográfica de cortometrajes, mediometrajes y largometrajes, incluida la mía.
4.- Y es muy importante señalar que se trata de una actividad económica, cultural y social autosostenible. De los ingresos de FONPROCINE, apenas el 4% proviene de erogaciones del Estado, mientras que el 96% restante proviene de ingresos propios, fundamentalmente a partir de la alícuota que se destina de la taquilla para el cine nacional y los impuestos a las cableras. Una cosa sostiene la otra: la cantidad y calidad de los filmes, el apoyo del público, y la ausostenibilidad de una industria emergente, junto a una misión social de impecable ejecución.
Dígame señor Monsalve, con el corazón en la mano (David Suárez dixit): ¿A usted le parece que eso es un fracaso?
Cuando una ley no sirve, cuando sus resultados son desastrosos, los legisladores y los asesores que interpretan el espíritu de la Ley suelen cambiar TODA la ley. Pero si los resultados de dicha legislación son regulares o buenos, no se cambia toda la Ley, sino que SE REFORMA DE MANERA PARCIAL.
Una reforma parcial, en el caso de la legislación venezolana, implica que no se debería modificar más del 20% del articulado de la Ley, unos 23 ó 24 artículos en este caso. Y créame, señor Monsalve, que hemos sido muy cuidadosos de no exceder esa limitante de las reformas parciales.
Si fuera como usted dice, que partimos de un fracaso, de una crisis que queremos solventar, habríamos pedido los cineastas, gremios y ciudadanos organizados promotores de esta iniciativa popular legislativa, una nueva ley, no una reforma parcial.
Y ni siquiera partimos de resultados regulares que queramos emparejar, como sería el segundo caso: partimos del tercer caso, de los resultados absolutamente exitosos de una experiencia legislativa, cultural y económica (por eso se trata de una reforma sectorial meliorística, como se estila decir en ciencia política), partimos de resultados excelentes que usted niega de manera obcecada cuando dice que queremos componer el desastre que hemos causado, con la resultante de que lo vamos a hacer todo aún peor.
Una pregunta obvia: ¿Por qué si la Ley es tan buena se la quiere reformar nuevamente? Pues para hacerla aún mejor, para que no sea buena sino EXCELENTE, modelo de estudio en materia de legislación cultural y cinematográfica a nivel internacional (que ya lo es), y además para actualizarla porque el cine evoluciona muy rápidamente junto con las nuevas tecnologías. Imagínese que en la reforma del 2005 se hablaba de copias de 35 mm y este año se dejan de exhibir definitivamente filmes en celuloide, todo se ha digitalizado.
En este artículo, he analizado solamente el punto de partida, las principales razones meliorísticas (que no son las únicas) para proponer y apoyar una Segunda Reforma de la Ley de Cinematografía Nacional: una década de éxitos que quiere ser prolongada y profundizada.
(Quod Est Demonstratum).
No he tocado aún el tema de los intereses afectados del sector privado (distribuidores y exhibidores), pero lo haré en las siguientes entregas.
Antes de eso, en la segunda parte de esta respuesta, refutaré (como me enseñaron en la Academia: con el articulado en la mano y no a punta de adjetivos) las falaces acusaciones de vigilancia, castigo y punición que tanto aterran la buena conciencia del señor Monsalve”.
*Sergio Monsalve, “VIGILAR Y CASTIGAR”, El Nacional, 17 de Julio de 2015.

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