La mejor pieza del teatro criollo la escribió y la montó Elio Palencia |
Vimos más de 100 espectáculos a
lo largo y ancho de esta temporada teatral 2015, cuyas reseñas fueron
publicadas en nuestro blog (http://elespectadorvenezolano.blogspot.com). Aquí recordamos los 12 mejores por sus nobles contenidos, montajes y
actuaciones, y además resaltamos el talento dramatúrgico venezolano que se
impuso en cantidad y calidad, algo poco frecuente en temporadas anteriores.¿Qué estará pasando?
1 Aura Rivas, Citlalli Godoy y Rafael Gil, bajo la dirección de su autor,
el venezolano Elio Palencia, en el teatro Bolívar, crearon convincentemente el
aleccionador espectáculo Aru, amador de las mujeres, inspirado en un hecho acaecido en
una modesta población del sur de La India. Su metáfora artística, como se erige
una casera empresa para fabricar toallas sanitarias, se transforma en didáctica
y tierna saga de amor, preñada de humor, ternura y poesía.
2 Gratísima sorpresa deparó Las noches celestiales de la señorita Rasch, en el espacio La Caja de Fósforos. Ácido monólogo existencialista sobre la soledad y la vejez combinadas, resuelto brillantemente por Diana Volpe, gracias a la creativa dirección de Orlando Arocha, quien trabajó e intervino el texto del alemán Franz Xavier Kroetz.
3 La
embajada de España auspició la producción de La punta del iceberg , del canario Antonio Tabares, dirigida por
Javier Vidal y con creíbles caracterizaciones logradas por Julie Restifo,
Juan Carlos Gardié, Gerardo Soto, Gonzalo Velutini y los jóvenes Jan y Josette
Vidal-Restifo, para brindarle una entretenida y didáctica reflexión sobre la
complejidad de las relaciones laborales en una empresa y lo que puede
ocurrir cuando entran en crisis las relaciones interpersonales de trabajadores
y trabajadoras. Una producción de lujo en el Espacio Plural del Trasnocho
Cultural.
4 La venezolana Lupe
Gehrenbeck escribió Ni que nos vayamos nos podemos ir, escenificada acertadamente por
Oswaldo Maccio y felizmente actuada gracias a Caridad Canelón, Simona Chirinos,
Nattalie Cortez y Gladys Seco.
Ellas materializan la “diáspora” creciente que afecta a varios sectores de la
familia venezolana –especialmente la clase sándwich- de manera inédita. Fue una
sorpresa de la Torre del Teatro (Centro Cultural BOD).
5 Aleccionadora pieza La cocina del cubanoestadounidense Eduardo
Machado, melodrama que transcurre en la mansión habanera de la familia Santana,
entre la llegada de Fidel Castro y el “período especial”. Espectáculo
conmovedor, gracias a las performances de Layla Vargas (Gladys, empleada doméstica),
Rubén León y Josmary González en comprometidos roles, Ernesto Campos (el ambiguo
Julio, perseguido y castigado por su desviada conducta) y Valeria Castillo
(Adria y su hija Lourdes), correctamente dirigidos por Rossana Hernández. Una
producción de lujo en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural, tras de haberla
estrenado en la Caja de Fósforos.
6 Un grupo de jóvenes artistas montó Yo, Federico, del criollo Jan Thomas Mora Rujano, bien escenificado por Dairo
Piñeres y los coreógrafos Angélica Escalona y Carlos Dimas, apuntalados en las
destrezas físicas del actor Theylor Plaza. Espectáculo impactante y novedoso
para el público que lo aplaudió en la Sala Anna Julia Rojas de Unearte.
7 El venezolano Francisco Denis rompe reglas del espectáculo y lo demuestra con
su montaje Ubú, donde utiliza coordinados movimientos del solido telón de boca y
así parcela y muestra aquellas imágenes que se lograrían con tomas de cámaras
de filmación, como la aproximación, encuadre y alejamiento. Esto acentúa el
efecto visual de las vulgaridades cotidianas del todopoderoso Ubú, una
libérrima versión del francés Alfred Jarry. La Sala Rajatabla fue el espacio
apropiado para mostrarlo.
8 En esta Tierra de Gracia los malandros siempre han estado de moda y la
prueba más reciente la dio, nada menos que la venezolana Sonia Chocrón, con
su comedia Ni un pelo de tontas, donde un “extraño delincuente” es el gran
protagonista. Y se le
dio vida en escena por la complicidad de los histriones -Marycarmen Sobrino,
Michelle Taurel y Robert Chacón- y la paciencia y sapiencia del director
Javier Vidal y la productora Alep Nali. Una joyita de producción para el teatro Urban
Cuplé.
9 Impacta Fotomatón, autopsia
nacional en nueve innings, melodrama del venezolano Gustavo Ott, gracias
al actor José Gregorio Martínez, quien le da total vigencia con sus impactantes
caracterizaciones y algunos maquillajes al texto original. Su
autor emula un juego de béisbol y plasma en nueve
entradas la historia del pelotero Fernando, a través de los distintos
personajes que componen su familia. Es una reposición de lujo para la Sala
Rajatabla.
10 El
criollo Leonardo Van Schermbeek ganó el Festival de Jóvenes
Directores del Teatro Trasnocho con su espectáculo La lección, a partir del texto del
rumanofrancés Eugene Ionesco. El elenco
actual lo integraron, muy solventemente: Héctor Castro, Rebeca Perich y Varinia
Arráiz, quien cubre la ausencia de Dayhana Carmona. Muestra de producción
perfecta en el Espacio Alterno del Trasnocho Cultural.
11 Desde el 2014, la venezolana Virginia
Aponte ha escrito, dirigido, producido y
exhibido con justo equilibrio estético su drama Memoria del silencio. Muy bien actuado por Soraya Siverio y Lucrecia Baldasarre con Carlos Domínguez o
Wilfredo García y Unai Amenábar o Agustín García. Resulta vital e importante porque replantea un análisis desde la
razón, la sinrazón y los sentimientos de las existencias de quienes
viven o vivieron el proceso revolucionario de Cuba, iniciado el 1 de enero de
1959.Lo vimos en la UCAB y en la sala Cabrujas de Chacao.
12 El criollo Fermín Reyna hizo breve temporada con su obra
dramática Buenos días Noruega, apuntalado en el trabajo de Dimas González, quien funge como
director y actor principal, y con el valiente soporte de María Gabriela
Cedeño. Se aplaudió en la sala Maria Teresa Castillo del Ateneo de Caracas.
Gracias...
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