sábado, octubre 01, 2016

Crece producción teatral venezolana

Aníbal Grunn, Elio Palencia y Luis Parada durante la entrega de los Premios Isaac Chocrón.
Sigue vivo mientras su familia lo evoque, adjudique galardones y represente algunas de sus obras. Así ocurrió el pasado domingo 25  de septiembre, cuando en el Trasnocho Cultural se hizo entrega del Cuarto Premio de Dramaturgia Isaac Chocrón.
Así, pues, la Fundación Isaac Chocrón, sus obras y su espíritu se mantienen latentes entre nosotros y es por eso que Elio Palencia recibió el Premio de Dramaturgia  por Donde caerme viva; Elvis  Chaveinte el de Mejor Autoría Escénica  por Crema y nata. María Alejandra Tellis como Mejor Actriz por El largo camino al edén de José Gabriel Núñez. Aníbal Grunn Mejor Actor por El animador de Rodolfo Santana y La mejor Producción fue para Héctor Becerra, por Yo, Federico.
 El acto fue inaugurado por Javier Vidal quien recordó que “hace 86 años nació Isaac Chocrón en Maracay y hace cinco que vivimos sin su presencia física pero sigue permaneciendo inmortal a través de su obra escrita, de su obra viva sobre las tablas, de su legado a través del trabajo de sus hijos elegidos y de este Premio que hoy hacemos entrega en su cuarta edición”.
 Recordó Vidal que durante el lapso septiembre 2015-agosto 2016 se estrenaron en Caracas 25 piezas teatrales de dramaturgos nacionales y se hicieron 11 reposiciones, sin contar las obras infantiles, todo lo cual sumaron no menos de 36 montajes de autores venezolanos. “Es decir una media de tres montajes por mes. Dadas las circunstancias vividas y vivientes de un pais que se hunde en la desgracia, tener la virtud y coraje de seguir escribiendo teatro, seguir dirigiendo y seguir actuando y produciendo teatro venezolano es toda una insolente testarudez propia de los desquiciados artistas que aquí habitamos a tiendas y a ciegas”.
PALABRAS DE ELIO PALENCIA
 Le correspondió a Elio Palencia, como ganador del Premio de Dramaturgia, leer unas sentidas palabras. Expresó su “agradecimiento muy especial  y que jamás he hecho público…  por primera vez, se da la feliz coincidencia de ser reconocido al mismo tiempo que quien fuera mi primer maestro formal dentro de las artes escénicas. Un hombre de teatro que –como suelo decir- me vio crecer los pelos del pecho… y esa literalidad se vuelve metáfora, porque con ese crecimiento, él –como gran docente- supo identificarse con toda esa fuerza vocacional que, en mí, ansiaba ser guiada. Allí estuvo, como partero socrático, regalándome con paternal rigor y ternura. Gracias a él, ese terreno virgen y fértil que yo era, halló simientes de los muchos modos de ver los oficios del teatro y de la capacidad de elección libre que uno tiene. Con él comencé a ejercitar la disciplina, el respeto y las posibilidades de autoconocimiento que da el arte dramático…y, por mencionar sólo pocas cosas, de su mano entré por primera vez a un plató de televisión, estuve en una locación de cine, viví mis primeros proceso creativos como profesional de martes a domingo y recibí mi primera remuneración por hacer eso que me enamoraba.  Y para enlazar, entonces, diré que gracias a Aníbal Grunn también conocí a la primera gente abiertamente sexodiversa, leí La revolución, El acompañante y La máxima felicidad… o sea, él, entre mucha otra gente y obras, me presentó a Isaac Chocrón. Y Sexodiversidad y Chocrón tienen mucho que ver con este premio”.
Donde caerme viva
Subrayó Elio Palencia que cuando empezó en la profesión, “los dos grandes centros de producción y referencias teatrales en Caracas eran Rajatabla y El Nuevo Grupo. Estaban por supuesto otros hacedores maravillosos, pero indudablemente la mayoría gravitaba cerca de estos dos grandes pilares, a saber: uno bajo la égida de  Carlos Giménez con la fuerza de un colectivo apertrechado con el discurso del arte de la puesta en escena y, el otro, conducido por Chocrón,  Román Chalbaud y José Ignacio Cabrujas con la persistencia en la dramaturgia como eje para el desarrollo de un sólido teatro nacional y una dialéctica entre el actor y la búsqueda del personaje venezolano, sus conflictos, sus paisajes y sus discursos. Cuando comencé a interesarme por la escritura y la dirección, me di cuenta de que podía, sin pudores y con legitimidad, sentirme y llamarme hijo de estas dos casas. De ambas tradiciones vengo y hermano o primo me siento de aquéllos que en sus alrededores gravitaban. Es un privilegio ostentar esas referencias. Debo decir que Isaac, muy dado al tema de la familia –ya sabemos: la heredada y la elegida- nunca me vio como a un hijo. Creo que llegó a verme a mí más bien como un sobrino. Sí, es posible… y por eso, de los  recuerdos que tengo de los encuentros con Isaac, que no son tantos pero sí significativos y que van desde mi entrada como actor joven en la Compañía Nacional hasta el día que me llamó a casa de Chalbaud para felicitarme por la estructura de una pieza mía que había leído, quiero traer hoy el que más me gusta” .Gracias a Isaac, el montaje de mi primer texto  Detrás de la avenida  fue al Festival Latino de Miami y me invitaron a una mesa redonda que moderaría él.  La pieza que se presentaba allí, había sido el último premio del Nuevo Grupo, pero quien la produjo fue la Fundación Rajatabla.  Donde caerme viva tiene entre sus referencias aquellas Amargas lágrimas de Petra Von Kant que se atreviera a mostrar la homosexualidad femenina en la Caracas de los años 70 y se produjera a instancias de Isaac y el Nuevo Grupo, también en aquel primer beso que vi entre dos hombres en La muerte de García Lorca   y fue atrevimiento comprometido de Carlos y Rajatabla. Ellos destapaban, abrían paso, hacían por un teatro prometeico, revelador… y yo no puedo evitar cazar ratón y también opto. Procuro ir más allá e incluso, si se tercia, plantear beligerancia: somos el país más atrasado de la región en cuanto a inclusión ciudadana de la sexodiversidad. Ser mujer y lesbiana en una sociedad como la nuestra es doblemente complicado. Se está a merced del abuso y del desamparo. Destapar eso con el rigor y la belleza que nos es posible, ha salido espontáneamente, como grito de impotencia ante la impunidad y la injusticia. Ejercitando la creencia en que el teatro es para la gente y sobre la gente. Escribir Donde caerme viva no lo considero un mérito: hace mucho que salvaguardo la escritura teatral como mi espacio para la expresión libre de necesidades e imaginarios, para el diálogo con ‘los otros’ y, más que para dar respuestas, para compartir preguntas. Poder seguir haciéndolo es para mí un lujo, uno de mis mayores privilegios…  No quiero darlo por hecho… y doy las gracias”.



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