sábado, octubre 01, 2016

Los justos Edgar y Anabel

Jovenes  actores en busca de su profesionalización.
Las agrupaciones Hebu Teatro y 4x4 Producciones son responsables de que la dramaturga británica Sam Holcroft, al promediar sus primeros 33 años, haya sido descubierta por algunos teatromaníacos venezolanos, gracias al pulcro trabajo de dirección que hizo Diana Volpe con los intérpretes Maga Díaz, Anthony Castillo, Carolina Leandro, Sahara Álvarez, Aitor Aguirre, Edward Parú y Cristina Tovar, a quienes han presentado, sin la adecuada promoción publicitaria, en el Espacio Plural del Trasnocho cultural con la pieza Edgar y Anabel.
  Y subrayamos lo poca promoción de Edgar y Anabel porque dicho trabajo artístico merece que sea conocido especialmente por los jóvenes, quienes difícilmente vieron el montaje de Los justos, desoladora obra de Albert Camus sobre todas las complejidades para hacer marchar una conspiración dentro de una sociedad opresiva y totalitaria. Exalto el debut de esa joven autora porque nos recordó al ácido teatro sobre agrupaciones revolucionarias de la época zarista y sus luchas para derribar al régimen.
Edgar y Anabel es un texto centrado en la denuncia de la cosificación a que pueden ser sometidos los jóvenes que se afilian a una agrupación que conspira contra un orden establecido, como es en este caso. Edgar y Anabel son aparentemente una pareja de felices esposos involucrados en un golpe terrorista y deben fingir todo lo que hacen dentro de su apartamento porque las autoridades los tienen vigilados. Eso los obliga a ceñirse a libretos para que sus espías no les descubran sus verdaderas intenciones, conspirativas.  
Edgar y Anabel nos evoca la novelística de George Orwell, especialmente 1984, por su denuncia sobre el control social que aplican algunas agrupaciones políticas cuando ascienden el poder, disfrazadas de progresistas.
Es un espectáculo que se agradece por su simplicidad y la dureza de sus contenidos, que no dejan duda sobre el peligro de que los humanos seamos robotizados para tareas placenteras de unos gobernantes. En estos tiempos es el teatro es algo más que una catedra didáctica.


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