jueves, mayo 04, 2017

Camilo Torres y Ezequiel Zamora en escena caraqueña

Desde Bogotá trajeron al cura Camilo Torres.
El colombiano, sacerdote y guerrillero, Camilo Torres y el venezolano, comerciante y general, Ezequiel Zamora coincidieron, en sendos escenarios, del VI Festival de Teatro de Caracas 2017, para recontar sagas y sacrificios, una vez más, por la liberación de sus irredentos pueblos y ser así, de nuevo, ejemplos de lucha para los que aún estamos vivos y soñando.
Lamentablemente, los cuerpos de estos paradigmáticos luchadores no pueden ser ahora honrados por sus compatriotas ya que sus rivales o enemigos los desaparecieron o crearon la sospecha para que no fuesen venerados jamás e impedir que se transformasen en símbolos de un culto civil. ¡Nunca sospecharon que el teatro los podía revivir y suscitar las polémicas!
Camilo y Zamora pasó por aquí fueron, pues,  los ejemplares y decantados espectaculos exhibidos, respectivamente, en los caraqueños teatros Nacional y Alameda gracias a los trabajos artísticos de los grupos La Candelaria (Bogotá) y Compañía Nacional de Teatro (Caracas), dirigidos por Patricia Ariza y Carlos Arroyo, con la participación de no menos de 20 actores, actrices y técnicos. Hicieron cuatro funciones para unos miles de venezolanos que enriquecieron sus sentimientos y sus memorias por lo que ahí se les mostro o materializó.
CURA GUERILLERO
Célebre profesor universitario, sacerdote, político, rebelde y, por último, insurgente o guerrillero era Camilo Torres. Abordando la figura de ese hombre representativo de la intelectualidad colombiana, La Candelaria hizo una pulcra creación colectiva para celebrar el medio siglo de su agrupación y conmemorar los 50 de la muerte física  y la desaparición  de su cuerpo, al cual reviven gracias al trabajo de 13 artistas quienes lo plasman escénicamente por intermedio de impactantes secuencias de imágenes teatrales preñadas de  misticismo, rebeldía, amor y sacrificio, para contar así como era, y sigue siendo, el conflicto social de los colombianos; ese  que llevó al sacerdote  a un apostolado y su sacrificio final  al rebelarse contra el Estado y vincularse a la insurgencia guerrillera y morir  así, durante su primero y último combate, aquel 15 de febrero de 1966, cuando había cumplido 37 años.
Gracias, pues, a los comediantes Fernando Mendoza, Hernando Forero, César Badillo, Rafael Giraldo, Nohora González, Alexandra Escobar, Carmiña Martínez, Adelaida Otálora, Edith Laverde, Erika Guzmán, César Amezquita, Diego Vargas y Camilo Amórtegui, además de Patricia Ariza, se mostró en Caracas al histórico y valioso personaje por intermedio de un fantástico desfile de imágenes teatrales donde predominaron la música, el baile y la actuación esperpéntica.
Todo dentro de una densa atmósfera de ritual religioso católico, cual si fuese la representación de un auto sacramental sobre la Vida, Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret. Impactó su ritmo escénico y el desenfado actoral, matizado de ese peculiar y respetuoso humor colombiano, todo dentro de un buen gusto, nada fuera de lugar. Ese ejemplar trabajo teatral, que puede calificarse como una puesta en escena del mejor barroco latinoamericano, pletórico de imágenes poéticas, que logra mostrar las facetas más trascendentales de tan mágico personaje y deja palpar sus pensamientos.
Patricia Ariza insiste en que este Camilo revive a un personaje muy representativo de la historia de Colombia, importantísimo, como Bolívar. No es un banquillo para juzgarlo y condenarlo, porque “ese no es el trabajo del arte”. Encarna los años 60 que es la época de la utopía y también de la aparición de las insurgencias de América Latina. Y es importante entender eso porque permite comprender lo que está sucediendo ahora gracias a las ciencias, a las reflexiones de los historiadores y los avances del arte, como ha dicho Ariza, dentro del proceso de pacificación iniciado por las FARC y el actual gobierno colombiano.
GENERAL DEL PUEBLO SOBERANO
El espectáculo Zamora pasó por aquí, nacido de la exhaustiva investigación de Aníbal Grunn y la creativa puesta en escena lograda gracias al creativo Carlos Arroyo, se centra en la muerte o el desenlace vital del militar y revolucionario, que nace en Cúa y hace mutis en San Carlos, tras la victoriosa y trascendental batalla de Santa Inés.
Así, también, como a Camilo Torres, a Ezequiel Zamora le correspondió abandonar este dimensión terrestre a los 43 años como consecuencia de una bala traicionera y ahora resucita o sube a la escena para conmemorar el bicentenario de su natalicio, gracias al sobrio y estremecedor espectáculo donde el personaje protagonista monologa y recibe el apoyo de dos mujeres, tremendas actrices que encarnan su madre y su esposa y otras damas necesarias para el relato escénico.
Naty La Cruz, Livia Méndez, Kala Fuenmayor y Keudy López, en los arreglos musicales, integraron el elenco de Zamora pasó por aquí, un texto que obligó a que Grunn leyera, investigara, se asesorara y tratara de ser lo más objetivo posible. No fue fácil lograr ese texto, pero el público escuchó y juzgó el relato teatral sobre la vida de tan extraordinario hombre, haciendo énfasis en el momento de su muerte, contada en varios momentos y desde que se fragua la traición.
Grunn recuerda que Zamora, como otros personajes de la historia latinoamericana, es tratado bien o mal, dependiendo del gobierno de turno. Y como tantos héroes que lucharon por una Independencia, una Libertad y unas reivindicaciones sociales, humanas y políticas, perece violentamente y desaparece para la historia, dejando una huella imborrable en el pueblo a quien defendió y que vio como se transformó en un verdadero héroe nacional.
Porque, si bien aquel Valiente Ciudadano había comenzado desde muy joven, una lucha por las reivindicaciones sociales en Cúa, su tierra natal, es recién en febrero de 1859, cuando regresa del exilio en Curazao, que se pone al frente de la Guerra Federal. Y 11 meses después, el 10 enero de 1860, muere traicionado por una bala que, aunque la historia lo niegue, tiene nombre y apellido, y viene signada por las ansias del poder.  
El director Arroyo maneja finamente a sus actores y los desgarra hasta conmover con ese ritual mortuorio, donde resalta  Nitay como el inmolado Zamora,  mientras las voces de las mujeres que lo amaron y lo siguieron hacen un alucinante contrapunto durante sus últimos momentos, concisos y aplastantes segundos finales del héroe venezolano, cuya labor por la liberación popular no ha sido suficientemente destacada porque sus enemigos se apoderaron de su victoria y lo trataron de minimizar; pero es gracias a Zamora que los venezolanos terminaron de despertar y todavía están luchando por su libertad y sus sueños, como lo reitera este espectáculo teatral, digno de ser exhibido en más auditorios.
Fue Zamora traicionado y enterrado en el mismo sitio donde muere. Muchos años después, sus restos son trasladados al Panteón Nacional, pero dice la leyenda que esos no son los verdaderos y que su cuerpo reposa en el estado Miranda. ¿Será verdad? ¡Queda la duda!
En el bicentenario del general Ezequiel Zamora no podía faltar un espectáculo teatral de jerarquía y es por eso estrenaron a Zamora pasó por aquí, como una producción de la Compañía Nacional de Teatro, que comanda Alfredo Caldera

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