La resurreccion de los muertos es por ahora en el teatro |
Nos comprometimos bajar a Guarenas para conocer su
apartamento y festejar además sus primeros 68 (número que consideraba
cabalístico) con unos cuantos rones y un orgiástico arroz a la marinera, según
la receta familiar de Aura Salas, que cocinaría para ese natalicio del 25 de octubre
de 2012. Fue imposible aquella fiesta porque hizo mutis cuatro días antes. Sí
nos reencontramos. Nos despedimos desde el escenario del teatro Nacional de Caracas,
en medio de un tsunami de flores y reposando en lujosa urna que sus fieles amigos
Juan Carlos Losada y Freddy Ñáñez le consiguieron.
La muerte física de Rodolfo Santana Salas privó al teatro
venezolano de uno de sus más importante autores de las últimas décadas, gracias
a sus originales personajes, argumentos y situaciones que lo convirtieron en
dramaturgo universal, de no menos de 100 obras, la mayoría de ellas reescritas
porque las sometía al proceso del obricidio, que era la reescritura parcial o
definitiva para comprobar que funcionaran bien ante los siempre exigentes y
cambiantes espectadores. ¡Él se daba así
una y otra oportunidad de mejorar sus productos!
AVENTURA DEL TEATRO
En sus obras plasmó siempre el cuadro aterrador de lo que han
significado las matanzas, las guerras sin sentido, los presos de conciencia,
los desaparecidos, las falsedades de los yuppies, lo hecho por el FMI. También
en sus parlamentos se dan cita los oligopolios, los banqueros y los políticos
al servicio de estos. Todos junto a los que se oponen a los cambios políticos y
conforman un cuadro de decadencia, el más oscuro rostro de estos días. ¡Pero
eso tendrá que desaparecer más temprano que tarde!
Ahí, pues, está su legado literario a la espera de
productores y directores ambiciosos, una vasta obra centrada en el drama de la
sociedad venezolana que camina poco a poco hacia el materialismo, producto de
los drásticos cambios políticos que se dieron en el mundo en los últimos
tiempos. Dejó un teatro centrado en meditaciones sobre la muerte pero no sobre
el fin del ser humano ni sobre la eutanasia, sino una exhaustiva y profunda
meditación sobre otras formas de vivir, donde reiteraba el fin de un sistema
político erigido en el autoritarismo y además el agotamiento de un modo de
encarar la vida colectiva, señalando el cuadro horripilante de todo lo hecho
contra el mundo, contra la estabilidad, contra las personas, sociedades y
naciones. No era conformista sino todo lo contrario. Un rebelde con muchas causas.
Es por todo eso que Rodolfo Santana Salas es el autor más
vital e importante de las ultimas décadas del siglo XX, en la medida que sus
argumentos, personajes y situaciones siendo auténticamente venezolanos se
hicieron universales, como se pudo representar y comprobar al ser mostrados y
aplaudidos en los escenarios foráneos,.
También Santana Salas peleó por la publicación de sus obras,
porque de esa forma lograba salvarlas de las mortales gavetas de la espera, hacerlas
llegar hasta los productores y directores interesados, dentro y fuera de Venezuela,
y alcanzar así al público para quienes escribió y por disfrutó de aceptables
derechos de autor.
En un breve ensayo
biográfico que le hicimos hacia 1995- Rodolfo como es Santana- dijo que escribía
teatro porque no pudo ser Hilary escalando el Jomolunga o el monte Everest,
mucho menos Marco Polo o Charles Limberg. Vinculó la escritura a la aventura y
creía que los seres humanos debíamos asumir la vida como un viaje, con
naufragios irremediables. Reiteraba que la historia estaba repleta de héroes viajeros,
con descubrimientos y combates.
EMPRESA
LOCA
Perdimos la cuenta de sus obras que vimos representadas,
dentro y fuera de Venezuela, pero es La empresa perdona un momento de locura
(1974) -llevada al cine por Mauricio Walerstein en 1978- la que más nos impactó
y la que lo hizo internacional y afamado. Nos contó que todo fue consecuencia
de un largo proceso de aprendizaje que
lo llevó primero a dictar un taller de expresión
y lectura en una comunidad terapéutica durante cuatro años,
donde se aplicaron las más novedosas técnicas del campo psiquiátrico, donde hubo
un episodio real: un obrero que se accidentó y arremetió contra las máquinas de
la empresa donde trabajaba; luego el mismo obrero ingresó a tratarse en dicha
comunidad y esto le proporcionó una idea global de la cual nació La empresa
perdona un momento de locura.
Para gestar esa obra realizó dos procesos simultáneos y convergentes:
uno documental y otro testimonial. En el primero se sumergió en el estudio de
la psicología industrial como ciencia que intenta ejercer una función de
dominación sobre el obrero en concreto. Luego investigó el caso real, verdaderamente
ocurrido, así como otros similares de otros obreros y sus experiencias con la aplicación
de la psicología industrial. Fue de lo general a lo individual, de la psicología
industrial aplicada -no solo en Venezuela sino aún en sociedades altamente
desarrolladas como el Japón- al caso humano vivo, para volver a lo general.
Puntualizó que sobre el psicoanálisis y la psiquiatría que
aparecen en La empresa perdona un momento de locura se debe subrayar que
son ciencias utilizadas como instrumentos de
dominación, y que la ciencia aplicada, como la publicidad por ejemplo, están en
función de un proceso de dominación y de transculturización, pero no es necesariamente y que en nuestra manos la ciencia puede y debe ser
un instrumento de liberación en un nuevo orden del mundo, porque luego del
descubrimiento de América el mayor descubrimiento de las ciencias humanas fue
el inconsciente.
RESURRECION
DE LOS MUERTOS
Santana Salas, que
vivió al día en cuanto a temáticas culturales y tecnologías de la comunicación,
escribió hacia el año 1984 la comedia Rock para una vuela virgen, que
estrenó en Caracas durante la temporada de 1987 y fue llevada además al cine
por Olegario Barrera en 1998. Llegó a los venezolanos con un planteamiento
tomado de la vida cotidiana: que pasaría si pudiéramos echar para atrás el reloj
o el almanaque de los años vividos y revivir así, de otra manera una etapa de nuestra
existencia. Se inventó pues el cuento de una abuela octogenaria que muere y
Dios le permite, después de muchos años, regresar a la tierra venezolana para
interactuar con una sobrina muy contemporánea y vivir lo que no pudo antes.
La pieza, que ahora se mostró en la Sala Rajatabla, originalmente
se desarrolla a partir de una noche en que un trompetista, entre los estragos de una
feroz borrachera, intenta desahogar sus penas tocando su instrumento y logra,
por accidente, emitir la nota exacta reservada solo a los querubines, quienes con
las trompetas celestiales deberán resucitar a los muertos el Día del Juicio
Final. Y por eso se logra resucitar a la abuela Antonieta y esta reaparece en el
apartamento de su nieta Mónica, quien se está mudando, y en su no programado
reencuentro logran desatar junto al personaje de Francisco, el marinovio de
Mónica, una disparatada historia de amor, con la participación de un ángel que
va y viene porque quiere corregir el error cometido por ese músico.
Una historia fantástica pero
repleta de sano humor que obliga a que
el espectador contemporáneo se replantee y como
no puede desandar lo andado pues tratara
de ahora de ahora en adelante mejorar lo
presente. Es una comedia para matar sanamente el tiempo, un espectáculo bien resuelto
en la dirección por Jennifer Morales y actoralmente convincente por Adriana
Bustamante, Emilshen Acevedo, Elmer Pinto y Luis Ernesto Domínguez. Es un elenco que tiene condiciones para
resolver los roles que les propongan.
Una vez más las aventuras del teatro venezolano
continúan, mucho más cuando se trata de los textos de Rodolfo Santana, un autor
muy comprometido, quien exigía luchar para materializar los anhelos de su
pueblo. ¡Un guerrero que sigue vivo mientras se le muestre en la escena!