jueves, junio 01, 2017

Agricultor extraterrestre

Un moviniento social y cultural importante para desarrollar al teatro venezolano.
Cuando se escriba la historia del teatro venezolano de los últimos 200 años tendrán los investigadores que conocer cómo fueron los esfuerzos y los sacrificios de los teatreros por organizar y regularizar las temporadas de espectáculos, especialmente adecuados para los infantes y los jóvenes, del mal llamado “teatro infantil”. Tendrán que zambullirse en los últimos 50 años del siglo XX y rescatar la saga de los chilenos Gabriel Martínez y Lily Álvarez Sierra, así como conocer de las angustias y los éxitos de Armando Carias (en la UCV) y Rafael Rodriguez Rars (Ateneo de Caracas y Rajatabla), para citar a cuatro importantes autores de numerosos montajes en el siglo pasado, quienes además capacitaron espectadores y formaron varias generación de artistas que llegaron a la centuria XXI para proseguir con ese apostolado, porque eso es el teatro venezolano en general. Nosotros pudimos conocerlos y verlos en sus mejores momentos.
OTRA HISTORIA
El siglo XXI ha sido más próspero o más organizado para el “teatro infantil y juveníl”, especialmente desde el 15 de septiembre de 2013, cuando, contando con el apoyo total de la Presidencia de la República Bolivariana, se puso en marcha el Movimiento Nacional de Teatro para Niños, Niñas y Jóvenes César Rengifo, coordinado por Pedro Lander y Carolina Cestari, con el montaje de Como un cachito de Luna, versión de La luna del Jabillo, de Jaime Barres, donde el mágico personaje de Amanda, acompañada de un gurrufío, un espejo y un trozo de madera, conquista la aventura de sus sueños, asida de poderosos valores, como la hermandad, la valentía, la solidaridad y la importancia del trabajo en equipo y con honestidad permanente en sus compañeros. Un tema para formar personalidad entre sus jóvenes espectadores pero que a su vez acentúa la de los mayores. Siempre, en vísperas de la muerte, se está aprendiendo y hasta disfrutando de la vida, aún en los momentos más dramáticos.
La historia de los últimos cuatro años de ese Movimiento social, cultural y artístico, que  liderizan   Lander y Cestari,  se puede resumir (estadísticamente) en tres mil niños, niñas y jóvenes que por ahora integran el Movimiento  Nacional de Teatro César Rengifo, institución que cuenta con 24 núcleos operativos en los estados Aragua, Carabobo, Lara, Trujillo, Miranda, Nueva Esparta, Yaracuy, Vargas, Zulia y el Distrito Capital donde ofrecen una formación que fomenta valores de paz y solidaridad a los niños y jóvenes. Y el cual antes de culminar el año 2017, según sus proyecciones, estará en 8.183 escuelas distritales y nacionales, cuando se calcula que unos 300 mil niños, niñas y jóvenes habrán ingresado al Movimiento   para recibir así formación práctica y teórica en cuatro artes escénicas: danza, canto, música y teatro.
Teatralmente hablando el Movimiento ha presentado 14 espectaculos a lo largo de cuatro años, siendo Un agricultor de otro mundo el más reciente, que se mostró durante los días 26,27 y 29 de mayo en la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, a casa llena, para decirlo sin mezquindades.
EXTRATERRESTRES
Si Un cachito de Luna  inició la esperanzadora marcha  del Movimiento, ahora llega Un agricultor de otro mundo, una fantástica historia escrita  inicialmente por Freddy Ñáñez  para teatro de muñecos, pero que Lander y su equipo de  productores de campo (con Rainer Suárez y Thais Briceño a la cabeza) transformaron el ambicioso montaje musicoteatral en una saga escénica repleta de magia que, además, propone una crítica constructiva  y hasta una reflexión de como los seres humanos nos hemos hecho codependientes de la tecnología y hemos  olvidado las legendarias tradiciones de la agricultura; aquí en Venezuela “la cultura del petróleo” nos arruinó los campos y ahora tenemos “agricultura de puertos”, otro tema no solo para el teatro. El buen teatro infantil atrapa al adulto, sin descontar a los más jóvenes, lo aprendimos y lo corroboramos hace muchos años y eso nos ocurrió ahora, de nuevo, porque la magia teatral no conoce de falsas fronteras. Las deficiencias naturales de un niño actor o de un cómico adolescente suman al trabajo colectivo y no les resta fuerza, porque ellos se dan cuenta de lo que les está fallando y lo enmiendan casi de inmediato, eso nos lo explicó convincentemente Lily Álvarez Sierra, años ha.
Un agricultor de otro mundo plasma una saga escrita por el actual presidente de la Fundación para la Cultura y las Artes (Fundarte), Freddy Ñáñez, quien relata cómo “una comisión de extraterrestres que, tras ser arropados por el progreso tecnológico en su mundo, vienen al planeta Tierra para aprender el valor ancestral de sembrar la tierra.
Ñáñez debuta como dramaturgo con esta pieza, inicialmente propuesta para el teatro de muñecos, donde un total de 103 jóvenes actúan, bailan y cantan para narrar la historia de los jocosos visitantes, quienes deciden buscar en la Tierra los conocimientos para volver a la siembra.
Tanto el director Lander y el autor Ñáñez trabajaron hasta lograr un texto y una simple y básica acción escénica, que llega placenteramente hasta los 60 minutos, capaz de atrapar la atención y la emoción del público infantil, juvenil y también convence al adulto por la magia escénica que lograron mostrar, ayudados por juegos escenográficos, luminotécnicos, el manejo habilidoso de la tramoya y la excelente magia del “teatro negro” que vino de Praga.
 Todo aquello permite disfrutar de un montaje asombroso que acentúa el valor de la memoria ancestral, de los saberes antiguos, especialmente por la prédica sobre las semillas de las plantas, la cual a su vez es una metáfora sobre la esperanza cotidiana que nos mantiene vivos, aún en los momentos más difíciles de nuestra cotidianidad. Además, el espectáculo tiene una musicalización en vivo, gracias a una banda creada en el seno del movimiento artístico, donde Uziel Acive y Acsa Dugarte llevan el control.
El montaje de esta pieza comenzó en febrero, con la dirección de Lander, quien ha estado acompañado de un equipo multidisciplinario para las coreografías, los coros, la actuación y otros aspectos de la puesta en escena. “El trabajo colectivo es algo a lo que apostamos”, ha dicho.
Un agricultor de otro mundo tendrá una temporada en el Teatro Bolívar, de Caracas, y posteriormente lo llevarán a otras salas de los estados Aragua, Anzoátegui, Yaracuy, Lara y Zulia. El Movimiento “por ser un programa de formación gratuito, para el pueblo, no puede cobrar las funciones y puede acudir todo el mundo a ver la obra. Es completamente gratis”, celebró el director.

        

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