jueves, julio 27, 2017

TEATRO PARA VER Kafka está de regreso para recordar el absurdo existencial

El teatro venezolano avanza a pesar de los contratiempos.
El abogado y escritor Franz Kafka -sionista preocupado por el antisemitismo, pesimista y torturado- revivió en el actor Luigi Sciamanna, durante la temporada teatral caraqueña del 2016; gracias, además, al talento dramatúrgico  del argentino Mario Diament presente en su inteligente y aleccionadora  pieza Franz y Albert, la cual  hizo una larga programación en los teatros Trasnocho y BOD.
Ahora, aquel extraño e incomprendido intelectual judío de Praga, cuya obra narrativa se salvó por la rara traición de un amigo, está de nuevo en Caracas porque cinco de sus textos literarios han sido procesados dramáticamente para un singular y experimental montaje teatral, Hotel Kafka, atractiva y bastante plausible producción de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) que se exhibe en la galería del teatro Nacional.
Este tercer espectáculo de la CNT en su etapa de relanzamiento, al promediar 33 años de su fundación por el dramaturgo y gerente Isaac Chocrón Serfati, se logra  felizmente bajo la dirección general de Marisol Martínez, con la producción general de Alfredo Caldera, correctamente actuado por Wahari Meléndez, Ángel Pelay, Sandra Moncada, Randimar Guevara y  Dayana Cadenas, contando además con un discreto dispositivo escenográfico creado por Carolina Raga, el cual  desarrolla  precisamente en un espacio no teatral, como es  la galería del primer piso del coso de la esquina de Cipreses, inaugurado en el año 1905 por el general presidente Cipriano Castro, y con una capacidad para 50 espectadores.
LA VERDAD DE ULIVE  
Esta directora, Marisol Martínez, suficientemente reconocida por sus originales montajes de circo y unas cuantas experimentaciones escénicas, que han destacado gracias a sus audaces propuestas sensoriales que buscan integrar al público con sus espectáculos hasta integrarlo o vincularlo con las obras en situaciones extremas y llevarlo incluso a un territorio poético efervescente, algo que no es frecuente en el restringido ámbito de la experimentación escénica caraqueña. Es, sin lugar a dudas, una artista con perfil propio, cultivado durante los últimos 30 años, algo que es necesario siempre, pero lamentablemente hay muy pocas como ella. El director y pionero Ugo Ulive decía que solamente podían experimentar con el teatro los que lo conocían o habían descubierto sus esencias, como esta dama así lo ha demostrado.
 Este Hotel Kafka, porque transcurre en un espacio o ambiente de hotel u hospedaje, es una adaptación libre de cinco relatos de Kafka (murió a los 41 años, tras haber nacido en Praga hacia 1883), los cuales han sido transformados en textos teatrales por la misma puestista (licenciada en Letras y egresada de la UCV). Ella tomó relatos como Un informe para la academia, Un artista del trapecio, Un artista del hambreLa ley y Metamorfosis para elaborar así el básico libreto de trabajo. Es la consecuencia lógica de una investigación que se hizo a partir de la biografía y la obra en general de Kafka, hasta que obtuvo un creativo texto para el montaje, de carácter experimental y basado íntegramente en la literatura kafkiana, donde se reitera la soledad y el sufrimiento del hombre contemporáneo y con su sufrimiento, sus obsesiones y sus maneras de reflexionar sobre las cosas y costumbres y quizás un tanto inocentes, como lo apunta el dramaturgo Mario Diament.
Hotel Kafka es, pues, una adaptación libérrima, basada en los argumentos de cada uno de esos textos, con sus personajes y sus contenidos. Lo que hicieron para la adaptación, un trabajo que no es nada fácil, fue ponerlo o ambientarlo dentro de un espacio teatral y por  eso mismo lo  titularon Hotel Kafka, por natural analogía.  Es un espectáculo didáctico, respetuoso del espectador, itinerante y adecuado para mostrarlo en otros espacios alternativos.  Su estreno se inicia en una especie de foyer del primer piso del teatro Nacional y el público se desplaza por todas sus áreas, adecuadamente intervenidas por la escenógrafa Carolina Raga. El público es atendido o recibido por su dueña, quien invita a los espectadores-huéspedes para que visiten los cinco espacios y pondere así sus cinco escenarios y sus respectivas atmósferas El público deambulara y podrá ver así, al final, la Metamorfosis, que es “la pieza literaria más conocida” apunta Martínez, quien aclara que eligió a Kafka porque lo estudió muchísimo, desde cuando estudiaba en la UCV. “Me gustan mucho los mal llamados poetas malditos”, dijo.
 De los cinco miniteatros, para así llamarlos, los más logrados, o que “están redondos” estéticamente, son El informe de la academia, Un artista del trapecio y La ley, gracias al aporte histriónico de sus actores Ángel Pelay y Wahari Meléndez, quienes logran sus personajes kafkianos, y conmueven al público por el verismo de los mismos, particularmente al guitarrista y cantante de la balada rockera, como lo demuestra Wahari, mientras que Pelay rescata a Darwin y el origen nada paradisíaco de la humanidad.
CAMUS ESTÁ DE VUELTA
No es el primero ni el último trabajo teatral que se aborda desde los textos y la biografía de Kafka, pero creemos que marcará época para la historia de las artes escénicas criollas porque la directora Marisol Martínez  (nieta de Lily Álvarez Sierra y Gabriel Martínez, valiosa pareja de chilenos, pioneros del teatro vernáculo) ha  creado un  espectáculo que está  a la altura del sufrido existencialismo del escritor, quien sufrió una época convulsa y de futuro incierto, muy similar a la que vivimos ahora en el mundo contemporáneo.
Ella subraya , con su trabajo y el de los actores (quienes son los grandes ganadores del evento) los verdaderos significados del adjetivo kafkiano que se refiere a las sociedades asfixiantes donde los seres humanos deben superar situaciones extremas y absurdas pero que sí pueden ser superadas tras mucho resistencia o quizás un tanto de resiliencia. Su teatro no es para los violentos, sino todo lo contrario. Ella subraya con la globalidad de su trabajo y el de los actores, que sí se puede superar el absurdo de lo cotidiano. Kafka no pudo conocer a Albert Camus pero el argelino-francés explicó al mundo lo que había que hacer para doblegar el fracaso de la vida humana, aquello de la pasión desgarradora del hombre en abierto desafío a la naturaleza hostil.




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