sábado, julio 22, 2017

Troyanas americanas

Un espectáculo para ver y disfrutar
La Compañía Nacional de Teatro (1984) ahora presenta el espectáculo Troyanas nuestras, basado en cuatro tragedias griegas y creado por Costa Palamides. No es la primera vez que la CNT se atreve a escenificar un texto griego; durante la temporada de 1996 mostró la comedia Lisistrata, de Aristófanes, dirigida por Orlando Arocha, fantástica poetización de la primera rebelión sexual de los mujeres contra sus maridos los guerreros atenientes y destinada a lograr sino la paz definitiva al menos la racionalización de la guerra.
A 21 años de ese montaje las mujeres vuelven a ser las heroínas o el pretexto para reflexionar sobre las necesidades de un continente y se lo debemos a Costa Palamides. Ahora en ocasión del estreno de Troyanas nuestras debemos advertir que se trata de un ambicioso trabajo de versión escénica adelantado a partir de las tragedias Troyanas y Hécuba de Eurípides, Agamenón de Esquilo  y Electra de Sófocles.
Valiente y estética propuesta artística y política que reitera la defensa de las mujeres americanas enfrentadas al machismo y marginadas por sistemas sociales de producción que discriminan por el género. Todo un espectáculo con 20 actrices y actores del elenco estable de la CNT que estará no menos dos meses en temporada en Caracas y después, es posible, que vaya a las ciudades más cercanas.
VERSIÓN
 Palamides (Caracas,14 de junio de 1959) advierte que su Troyanas nuestras es un contundente cuento teatral sobre las mujeres de Troya después que perdieron la guerra contra Grecia y fueron esclavizadas por los vencedores. “Para mí, y la gente que me han acompañado en este proyecto, es una metáfora sobre lo que pasó en América, continente que fue conquistado, masacrada su población originaria, invadida y además tuvo que aceptar a otros pueblos esclavizados y traídos en barcos de vela cual si fuesen animales. Este crisol de pueblos y sus culturas, que se ha logrado en los últimos 500 años, ya creció y se ha rebelado contra sus antiguos amos o los descendientes. Es, un espectáculo eminentemente de factura política, utilizando los temas y los argumentos que nos dan los cuatro grandes maestros griegos”, declara Palamides.
No queda duda alguna que Troyanas nuestras es la bandera de un pueblo que ha sufrido y que ahora ha logrado tener una identidad propia y trata de diseñar y hacer su vida. Es lo que propone Palamides con esta contundente recreación escénica de los personajes que plasmaron Sófocles, Esquilo y Eurípides en sus obras originales. Metáfora americana de lo que pasó con los legendarios pueblos griegos y troyanos como los cantaron sus poetas.
Es una reflexión teatral a partir de la guerra y la posguerra de Troya que desembocan metafóricamente en el descubrimiento, la conquista y la colonización de un continente  desconocido, llamado después América y todos los sucesos posteriores, como fueron los procesos de independencia política y los intentos para instalar sistemas gubernamentales republicanos con regímenes militares o civiles. El existencialismo acabo con las tragedias, diría Jean-Marie Domenach.
Montaje
El espectáculo es denso e intenso. Los personajes usan atuendos de época hibridados y utilizan garrotes (no olvidar el tamunangue), además recitan sus textos y cantan arias precisas sobre el dolor de las mujeres esclavizadas. Son no menos de 150 minutos de bailes, danzas y movimientos rituales en medio de atmosferas sórdidas. No es precisamente una fiesta aquello sino todo lo contrario: es la lucha por la sobrevivencia y para no perder la dignidad de un pueblo oprimido pero digno. Hay que agarrarse a la silla porque es estremecedor aquello, gracias al verismo de su puesta y la calidad histriónica ahí alcanzada. ¡La libertad viene a ser la suma del amor, el llanto y el parto de una mujer y exige sangre, entre otras cosas! Palamides no está solo, por supuesto, lo acompañan, además de un selecto equipo técnico y la excelente coreógrafa  Carmen Ortiz, un grupo de intérpretes comprometidos como Aura Rivas) Francis Rueda , Ludwig Pineda y Luis Domingo González, Livia Méndez y Maria Alejandra Tellis, Juliana Cuervos, Marcela Lunar, Citlaly Godoy, Rosanna Marín, Edilsa Montilla, Varinia Arráiz, Zair Mora, Jesús Hernández y Jean Manuel Pérez, Arturo Santoyo, Francisco Aguana, Keudy López, Alejandro Restrepo y Julio García. Nuevas y veteranas generaciones actorales. Todos ellos se lucen no solo por su plasticidad sino por la pasión que dan a sus textos. Difícil señalar aquí a los mejores, cuya calidad está marcada por la fuerza dramática de sus personajes. La escenografía son simples telones que suben o bajan; además de las caracolas y los garrotes como elementos de utilería que utilizan, además de unas abstracciones de máscaras de diablos danzantes. Mención aparte merece la musicalización especial que hace Pantelis Palamides para todo el espectáculo y la ambiciosa producción general del director de la CNT, Alfredo Caldera. Este montaje nos recuerda que la tragedia griega ha sido transformada en apología a la libertad lograda después de un gran baño de sangre por las revoluciones y porque definitivamente el monoteísmo desplazó a los dioses paganos, tema para otros teatros.

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