miércoles, agosto 08, 2018

Shakespeare para dos mil habitantes de Caracas

El teatro es vida y por eso no se puede detener.

  Superado un incidente que afectó a un valioso actor, Medida por medida,  una de las obras  más personales  de William Shakespeare,  que  denuncia el abuso  sobre las mujeres, en una versión escénica de Federico Pacanins, dirigida por José Tomás Angola Heredia, se presentará  en cuatro únicas  funciones,  los días  25 y 26 de agosto,  1 y 2 de septiembre, a las 11  am,  en la Sala de Teatro de la Asociación Cultural Humboldt, ubicada en la avenida Los Próceres, cruce con Avenida Juan Germán Roscio de San Bernardino. Se espera que los teatros maníacos caraqueños desafíen todos los obstáculos posibles y acudan a las   funciones que se presentarán en el exquisito teatro de San Bernardino, gracias al maravilloso equipo humano que ha organizado y dirigido José Tomás Angola Heredia, quien aquí cuenta porque espera que Caracas le responda.
¿Por qué Shakespeare? ¿Qué hizo con la versión en español y acaso la venezolanizó?
Es necesario volver de cuando en cuando la vista hacia los clásicos para entender nuestra esencia. La obra de Shakespeare mantiene una vigencia incuestionable. Sus textos desentrañan la condición humana con tanta poesía y honestidad que nos revelan lo que ha sido constante en nuestro espíritu a través de los tiempos. En Venezuela hoy en día solemos hacer pocos clásicos, y cuando se representan casi siempre son adaptaciones contemporáneas, o versiones muy compactadas. Eso se debe a tres razones: la primera es que el espectador venezolano ha perdido la costumbre de presenciar obras de cinco actos y tres horas. La otra es que nuestras escuelas no están preparando talentos para el teatro clásico, ni en la actuación ni en la dirección. El teatro del siglo de oro, las obras en verso o del teatro isabelino tienen sus demandas, necesidades y exigencias cuando se quieren acometer tal y como fueron escritas. No se trata tampoco de hacer un montaje arqueológico, pero el actor y el director que asumen Shakespeare deben tener una capacidad de lectura, comprensión e interpretación que no se les solicita normalmente para textos modernos. De allí lo difícil de reunir un elenco preparado para hacerlo en su forma original. Finalmente producir las obras de Shakespeare, si se quiere hacer tal como se concibieron, ameritan de una importante inversión económica que no siempre se recuperará. Hablamos de elencos muy grandes, con largos procesos de ensayo (en nuestro caso 4 meses). Diseños y realización de vestuarios, escenografía, iluminación, utilería. Tenemos por ejemplo en esta producción látigos antiguos que debimos mandar a fabricar, espadas y estoques, botas de cuero, todos los guantes, etc. Es de verdad un esfuerzo mayúsculo financiero, y estando Venezuela como lo está, viviendo su peor crisis histórica, muy pocos están dispuestos a lanzarse en esta cruzada por el teatro clásico de arte.
La decisión de hacer Medida por medida fue de nuestro productor ejecutivo y autor de la versión escénica, Federico Pacanins. Federico es un hombre no solo de la música y el teatro, lo es del arte integralmente. Por su formación académica, es abogado, le interesaba sobre manera el tema de la justicia. En Medida por medida el meollo dramático versa sobre la imposibilidad de que la justicia humana pueda alcanzar eso que llamamos la verdad. La hipocresía, la falsedad, en cuanto hablamos de las pasiones y la moral, nos hace muy débiles para juzgar en otros, delitos a los que somos propensos por nuestra esencia carnal. Esta obra le apasionaba desde hacía años, tanto que enfrentó su versión escénica manteniendo un gran rigor. La obra sigue teniendo sus cinco actos, dura 2 horas y media, con un intermedio de 10 minutos. Pero atendiendo muy de cerca la lectura crítica que de ella hizo el poeta W. H. Auden, propone unos afeites menores y de estilo, en donde suprime ciertas reiteraciones de trama, muy de Shakespeare para que los espectadores de su época no se perdieran, y esto agiliza el ritmo sin sacrificar trama. También sirvió de catalizador entre las muchas traducciones de que se valió. Como sabemos las traducciones de Shakespeare son en sí mismas nuevas obras. Es imposible mantener y recrear en español la belleza plástica y la melodía de los versos yámbicos en inglés. Entonces Pacanins, afinando su oído de melómano ensambló las mejores traducciones y las más cercanas al espíritu original de la obra, modulándolas y atemperándolas a nuestro presente.  Esto no significa, sin embargo, que los diálogos se hayan "venezolanizados", simplemente plantea una lectura más casual y comprensible, sin desantender la poesía y la musicalidad. Creo que Federico logró un trabajo muy exacto a lo que Shakespeare originalmente escribió.
 ¿Por qué tan pocas funciones?
Tendremos 6 funciones en el teatro de la Asociación Humboldt en San Bernardino. El público venezolano, al no tener ese tipo de oferta cultural en los últimos años, perdió la costumbre de ver y disfrutar teatro clásico. Así que su cantidad mermó. Eso pasó también con la ópera. Luego de haber sido un país con una estupenda y variada programación lírica, su reducción hizo que el auditorio se constriñera. Para ver teatro clásico (y ópera) hay que disponerse emocional e intelectualmente. Hay que resonar con la palabra y la acción dramática desde un tempo que ya no es el del vértigo actual. Con un aforo para 300 espectadores, esas seis funciones significarían casi 2.000 espectadores. Me llevaría una gratísima sorpresa si esas funciones se abarrotan. Eso hablaría de un público sediento de arte. De paso debo aclarar que aunque el teatro clásico tiene sus convenciones, el espectador no irá a ver una obra de museo. Hay ciertas licencias que nos hemos tomado en aras de darle colorido y fuerza al espectáculo. Por ejemplo, como es común en mis obras, la puesta incluye el manejo del mapping y el video de una manera diegética. Es decir, como parte del discurso. No se verá el video como efecto sino que su uso se mixtura con la luz teatral. A veces no sabremos si lo que vemos es un reflector o una proyección digital. Otro recurso que le da mucha fuerza a la puesta es el manejo de la música, con la presencia intermitente de un guitarrista/cantante, que en la vera tradicional del trovador, nos lleva sonoramente por emociones, espacios y situaciones.
La otra razón por la que tendremos solo 6 funciones es que al ser un espectáculo complejo en su montaje, la Sala de la Asociación Humboldt queda ese tiempo amarrada solo a nuestra producción. Es imposible entre semana levantar la escenografía para permitir otros eventos. Eso era algo muy común en otras épocas cuando agrupaciones como Rajatabla, Theja o el Nuevo Grupo hacían grandes despliegues escenográficos. El teatro, como es lo lógico, quedaba exclusivamente para ese montaje. Hoy por la imposición grosera de la taquilla, se exigen escenografías pret-a-porte, móviles, de poquísimos elemento en casi todas las salas para que ocurran tres y cuatro obras el mismo día. Eso pude funcionar con cierto tipo de teatro, pero no para nosotros. La Humboldt realmente está abogando por un teatro de arte y de calidad, por eso dispone de esas tres semanas para esta aventura. Los otros días ya tienen actividades programadas.
¿Costos de producción?
No manejo la parte ejecutiva de la producción. La cabeza ahí es Federico Pacanins. Pero con él establecí un diálogo de artista a artista, y Federico ha comprendido las necesidades para ciertas inversiones que pueden lucir grandes ahora, pero que sin embargo redundan en calidad. Una de esas inversiones en la que no se escatimó fue en el elenco. Logramos reunir un grupo de actores de primer orden. Artistas talentosos, entrenados en teatro clásico, con recursos técnicos enormes. Me siento muy orgulloso de dirigirlos. Nombres que les serán muy conocidos porque representan lo mejor de nuestro teatro: Antonio Delli, Sandra Yajure, Gerardo Soto, Ignacio Marchena, Salvador Pérez Castro, José Antonio Barrios, Andrea Miartus, Brixio Bell, Zair Mora, Edgar Sibada, Federico Moleiro, Rafael Gorrochotegui, Silvia de Abreu, Andrés Sierra y Juan Carlos Grisal, gran músico en el rol del trovador.
Con ellos un equipo técnico al que solo puedo agradecerles el empeño y la dedicación. El vestuario es obra de la talentosa Fabiola Neri con la gran ayuda de Elizabeth Yrausquín, la iluminación es de un colaborador habitual y estupendo profesional. Manuel Troconis, el diseño y la realización escenográfica de un maestro de maestros, Freddy Belisario, Multimedia y mapping uno de los mejores en su campo en Venezuela, José Martínez. Todos bajo la batuta de un gran productor, un señor del teatro, con 40 años en el medio, Carlos SIlva.
También debo agradecer a la Asociación Humboldt quienes apostando con gran vocación por la cultura en Venezuela, coproducen esta obra, y nos permiten que la entrada tenga un costo muy solidario. Menos que un café servido en barra. Esto para que la entrada no sea un obstáculo para los espectadores que están padeciendo la brutal situación que todos sufrimos.
¿Por qué no monta sus textos?
Este año, dadas las dificultades económicas, en mi grupo, La Máquina Teatro, decidimos enfocarnos en una sola producción que resultó un gran éxito de crítica, "Ningún hombre es una isla". Es una pieza de mi autoría que ya tuvo su estreno y primera temporada a principios de año, y que regresa con un remontaje en septiembre, también en la Sala Humboldt. Es una obra compleja técnicamente, demandante en lo actoral, y extenuante en la producción. Haremos una nueva temporada corta pues allí asumo de actor, director y autor. Es una tarea muy ambiciosa para la que debo prepararme anímica y físicamente. Pero ha sido una experiencia muy reconfortante. Lo que había presentado antes en Venezuela de mi autoría habían sido los monólogos del ciclo "Matria" que hice en el Ateneo de Caracas con un elenco de lujo: Aura Rivas, Catherina Cardozo, Claudia Nieto y Neo Rodríguez. Todo lo demás lo había estrenado en Estados Unidos, de la mano de amigos venezolanos allá como Luis Carreño y Otto Rodríguez. Rebeca Alemán mostró interés en llevar a Chicago Ningún hombre es una isla  en inglés. Estamos aún en el asunto de la traducción. Soy quizá demasiado crítico conmigo mismo. Mis procesos creativos son lentos, muy pensados, y me gusta tener el control y manejar cada detalle. Es posible que no sea la mejor manera de llevar en Venezuela el tema de la creación, donde todo es tan acelerado e inmediato. Pero no tengo apuro. Trabajando así en 27 años de teatro profesional he logrado estrenar 20 obras mías en Venezuela, Estados Unidos, España y México, publicar varios volúmenes de teatro en Venezuela y España, ganar uno que otro premio, y recibir elogiosas y también duras críticas. Andamos, andamos y eso es lo que cuenta.
¿Qué estrategias tienes para la promoción teniendo en cuenta los tiempos y los horarios? 
Obviamente la cartelera teatral en Venezuela es un asunto muy enrevesado y complicado. Las funciones más tarde empiezan a las 7 de la noche. La gente le da miedo, con razón, circular en la calle después de las 8 de la noche. Por ello para una obra con esta duración hemos decidido experimentar una opción novedosa. Entendiendo un poco al público de la música sinfónica, habitual de conciertos de casi dos horas, haremos funciones solo los sábados y domingos a las 11 am. A mí en lo personal el horario me encanta. Tus sentidos están alertas pero no tienes el apuro de la hora por la inseguridad, ni la preocupación de la noche. Es fin de semana, buen momento para dedicarlo al esparcimiento pero también a la reflexión y la emoción. Shakespeare no es teatro solo para distraer. Cumple con esa responsabilidad, pero no es la principal. El arte entretiene sí, pero nos hace pensar y sentir aún después de terminada la función. Y nos debe transformar. Allí quizá esté la única forma de diferenciar lo que es entretenimiento y lo que es arte. Si al salir de una obra de teatro usted es distinto, tiene otra visión o es mejor, acaba de estar frente a una obra de arte.
Con la promoción también estamos viviendo un tiempo de cambio radical. Como el gobierno desnaturalizó a los medios de comunicación masivos, los espacios para la cultura se volvieron las esquinas y sótanos de esos medios. Iremos a los lugares donde aún resisten los valientes creyentes en el arte, pero estamos también desplegando campañas por medios digitales y redes sociales buscando alcanzar y motivar a los espectadores.
Los espacios de la Asociación Cultural Humboldt en San Bernardino, al lado del Ávila, son magníficos. Una de las mejores salas con que cuenta Caracas, obra del genio arquitectónico de Dirk Bornhorst . Estacionamiento, cafetín, vigilancia. No ir es perder una oportunidad de ser feliz.  

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